Manuel Sánchez Gómez-Merelo
Presidente de Grupo Estudios Técnicos (GET)
Director Europeo de la World Security Federation (WSF)
Director Secretaría Iberoamericana de Seguridad (SISEG)
En el plano de la seguridad global, los objetivos básicamente son: Prevenir los riesgos, garantizar la intervención, minimizar los daños o pérdidas, sistematizar las inspecciones y facilitar el apoyo y las ayudas exteriores, todo ello sujeto siempre al cumplimiento de la legislación y normativa vigente.
Sin embargo, ante la gravedad de los riesgos y las amenazas que nos ocupan, resulta obligada la integración operativa de la Seguridad Privada en la Seguridad Pública. Es necesario ya limar las diferencias y sumar esfuerzos, compatibilizando responsabilidades en algunos de los frentes, superando los obstáculos a la hora de compartir información, mejorando la confianza mutua y olvidando los desencuentros puntuales que en el pasado se han mostrado como barreras para la excelencia de ese trabajo en común.
Esa integración operativa vendrá a facilitar las actuaciones necesarias para optimizar la respuesta ante los nuevos retos y exigencias de nuestro tiempo, como es el caso de la seguridad de las infraestructuras críticas y estratégicas, prioritariamente orientada hacia la protección contra agresiones deliberadas y, muy especialmente, contra ataques terroristas.
En España, la gestión de estos nuevos desafíos está liderada por el Ministerio del Interior, y, sin embargo, la seguridad de las infraestructuras críticas y estratégicas exige contemplar actuaciones que vayan más allá de la mera protección material contra posibles agresiones o ataques, razón por la cual resulta inevitable implicar a otros órganos de la Administración del Estado, de las demás Administraciones Públicas y del propio sector privado.
Por Seguridad de las Infraestructuras Críticas y Estratégicas se entiende como el proceso de identificación, análisis, evaluación, estudio, implantación y gestión de los riesgos, así como los recursos y medidas preventivas y de protección implementadas para reducir la vulnerabilidad en situaciones de desastre natural, sabotaje, vandalismo o terrorismo, principalmente.
En este sentido, ya se viene analizando la situación, desarrollando planes y dando algunos pasos para prevenir y actuar ante cualquier tipo de amenaza en sectores clave, críticos y estratégicos, como transporte, energía, sistema financiero y telecomunicaciones, lo que incluye escenarios como aeropuertos, estaciones de metro o terminales de ferrocarril o autobuses, seguridad vial, centros de control de refinerías, compañías de agua, gas y electricidad, centrales nucleares, hospitales, etcétera.
Las nuevas amenazas que preocupan al mundo en nuestros días representan un reto no sólo a nuestra capacidad técnica y estratégica sino también a nuestra imaginación. Son una realidad para cuya identificación basta una lectura de los últimos informes de la ONU, los EEUU y la UE, que muestran que, si bien hay hechos diferenciales al respecto, nadie se atreve a clasificar dichas amenazas como especialmente novedosas, salvo en las formas de materializarse, su impacto y sus consecuencias.
Cuando nos preguntamos sobre los riesgos y amenazas que tenemos que afrontar hoy de una manera global, destaca especialmente:
El Terrorismo, como una amenaza directa a la vida y a la seguridad; Las Ciberamenazas, con aspectos significativos por la irrelevancia de las fronteras, la dependencia del ciberespacio o la débil legislación. El Crimen organizado, como fenómeno transnacional y la vinculación de organizaciones criminales y grupos terroristas. La Inestabilidad económica, base de la conflictividad política y social con su impacto transversal. La Vulnerabilidad energética, por su dependencia excesiva del exterior y la baja interconexión entre países. La Proliferación de Armas de Destrucción Masiva, como grave amenaza a la paz y seguridad mundial por su dificultad de verificación y control. Los Flujos migratorios no controlados, siendo algunos países como España un lugar de acogida con riesgo de radicalización extremista. El Espionaje Industrial, con nuevo escenario en las TICs, en formas agresivas y con gran impacto. Las Emergencias y catástrofes derivadas del cambio climático. La Vulnerabilidad marítima, con sus actividades ilícitas y bases de suministro energético y económico. Las Infraestructuras Críticas, como indispensables y sin alternativa, asediadas con riesgos múltiples; Los Conflictos armados, como una amenaza capital para la seguridad, con necesidad de acondicionar las capacidades, organización y proceso de actuación de las Fuerzas Armadas a conflictos presentes y futuros.
En resumen, la realidad es que los riesgos se han incrementado y sofisticado y, por tanto, hay una exigencia de mayor eficiencia y nuevas respuestas. Nuevas respuestas que requieren tecnología, eficacia y calidad que ha de ser percibida por el ciudadano.
Hoy el concepto de seguridad tiene dos realidades objetivas: Seguridad es mirar al futuro con confianza y sin miedo en un entorno previsible y estable. La inseguridad está globalizada y la seguridad hemos de globalizarla de manera EFICIENTE, VALIENTE Y URGENTE
Las relaciones y articulaciones del crimen organizado en lo local, la evolución del terrorismo y su impacto social, la impunidad o incluso la inaplicabilidad de las normas vigentes, se suman e incluso alimentan la insolidaridad de la ciudadanía frente al entorno social.
La psicosis de amenaza se desprende de un problema central, en el que la delincuencia común, organizada al margen de la ley, es la más directa generadora del síndrome de afectación.
Lo cierto es que el miedo, la falta de una justicia eficaz y el aumento en el grado de violencia de los delitos incrementan la percepción de inseguridad de los ciudadanos
La evolución hacia un sólido Sistema de Seguridad Ciudadana se fundamenta principalmente en un nuevo y amplio concepto de seguridad que permita prevenir riesgos y amenazas dinámicas, transversales y transnacionales que precisan de respuestas globales, integrales y modulares, en un entorno que está cambiando profunda y constantemente.
La realidad es que los resultados del modelo actual, de alto contenido represivo y escaso contenido preventivo, no han sido satisfactorios, y se hace evidente que con este modelo, de cuya obsolescencia hay muchos ejemplos, no se ha logrado disminuir la criminalidad ni la creciente sensación de inseguridad de la población en las principales ciudades, complicando el panorama el hecho de que los sistemas judiciales, policiales y penitenciarios siguen arrastrando serios problemas y deficiencias
Dentro del imprescindible paquete de nuevas estrategias, necesario será contar con la vinculación de la ciudadanía si queremos asegurar su éxito, ya que su implicación tiende a promover mejores comportamientos sociales y a afianzar las relaciones Policía – Comunidad, orientando acciones preventivas que generen mejores prácticas entre la sociedad.
No obstante, en general, los servicios públicos y privados no han recibido la debida atención ni formación para facilitar la implantación de las medidas preventivas necesarias que, aunque ofrezcan resultados más lentos, suelen ser más productivas que los tratamientos correctivos en cuanto a costes, y más eficaces en el intento de lograr soluciones sostenibles a largo plazo.
Las principales causas de crecimiento del sector de la seguridad privada son el proceso de externalización de las actividades de vigilancia, de las que antes se encargaban directamente las empresas o instituciones, las carencias de recursos en la seguridad pública en algunas regiones o países, la transferencia de las tareas que antes eran competencia de los servicios públicos de seguridad, y sobre todo, el desarrollo de nuevos segmentos de mercado con requerimientos de especialización.
También el aumento de la percepción de inseguridad en la sociedad en general provoca una mayor demanda de seguridad por parte de las empresas, de las instituciones públicas y de los particulares.
Un mercado de Seguridad Privada con una facturación anual de más de 24.000 millones de euros, con amplias relaciones y acuerdos de cooperación con la Seguridad Pública.
Su evolución apunta principalmente hacia la adecuación de su marco normativo a la realidad del sector, una cooperación reforzada con las asociaciones profesionales y empresariales y un especial desarrollo en el ámbito de las infraestructuras críticas y estratégicas, además de una clara diferenciación con las “private military companies”.
De una forma general, las tendencias importantes se relacionan con la diferenciación de las estrategias empresariales, la significación de la cualificación de los servicios de seguridad y la identificación de las necesidades y demandas de capacitación especializada.
En el ámbito de los sistemas, las tendencias se manifiestan en la reducción de los costes y la inversión, la integración de los sistemas de vigilancia y control, el aumento de los controles en la gestión y el incremento de las soluciones para una demanda segmentada.
Por otro lado, las tendencias en los servicios de vigilancia se centran en una mayor exigencia de especialización, reducción del empleo de armas de fuego, desarrollo de nuevos servicios especializados y la amortización de servicios.
Todo ello, dentro de las nuevas oportunidades que presentan los servicios de asistencia inmediata; el monitoreo con análisis de imágenes, voz y datos; la vigilancia móvil y la supervisión contratada; la capacitación técnica especializada en seguridad; la localización e identificación de personas; la localización automática de elementos; la escolta de carga crítica y especializada; el incremento de la investigación privada; la protección de activos y expatriados; la gestión y protección de rutas, etc.
Crecientemente significativa es la demanda de una Seguridad Privada Especializada por segmentos de mercado o actividad como: los centros comerciales y grandes superficies; los edificios de oficinas y singulares; las instalaciones de la industria y la energía; las redes de transporte (ferrocarril, metropolitano, carretera, aéreo y marítimo); las centrales nucleares y complejos petroquímicos; las instalaciones militares y de alta seguridad; los centros hospitalarios, los centros penitenciarios, etc.
Una comunidad profesional cooperativa y única para la mejor prestación del servicio público de seguridad y vigilancia, y, para cuyo fin irrenunciable, el Estado puede delegar en los particulares y en las comunidades organizadas, siempre de acuerdo con el régimen establecido por la ley, y sin renuncia a sus prerrogativas ni obligaciones de cara al objetivo de lograr una seguridad ciudadana sostenible.
Esa SEGURIDAD CIUDADANA fruto de la sinergia entre SEGURIDAD PUBLICA + SEGURIDAD PRIVADA habrá de sustentarse sobre las bases de la cooperación, la colaboración, la confianza, la transparencia y la profesionalidad, a fin de crear un clima permanente de implicación consciente y orgullo de pertenencia, compartiendo información técnica, facilitando unos flujos de comunicación profesionales y claros, y eliminando así las suspicacias y recelos que empobrecen las relaciones.
Los protocolos de actuación definidos por el Estado para mejorar la colaboración y potenciar la motivación pasan por:
El presente y futuro de la Seguridad en Europa pasa, principalmente, por: Integrar el sistema de gestión de la Seguridad Pública y la Seguridad Privada. Potenciar una nueva visión común y una cultura de seguridad sobre la base de amenazas complejas. Incrementar los recursos de análisis y liberarlos de viejas patologías y rigideces. Desarrollar el esquema de gestión integral operativa de la seguridad. Crear un espacio global de sostenibilidad para la Seguridad Ciudadana. Acotar los márgenes de la misión y visión para una Seguridad Privada profesional y de calidad.