Estamos inmersos en grandes tensiones socioeconómicas, políticas y ambientales que siguen derivando en crisis basadas en el incremento de las desigualdades económicas y sociales, con mantenimiento de grandes bolsas de desempleo, delincuencia organizada transnacional, migraciones obligadas por el terror o por las carencias básicas sociales, etcétera.
Todo ello, sin perder de vista que a poco más de una década de los terribles atentados terroristas de septiembre de 2001 en los Estados Unidos donde se provoca la ruptura del último paradigma de seguridad, la preocupación por ésta sigue siendo una de las cuestiones prioritarias para todo el mundo pues no solo se ha destrozado el modelo, sino todo el sistema de lo que podemos y debemos llamar Seguridad Humana.
Importantes han sido los atentados que se han venido produciendo en esta última década en diversos países como España, Reino Unido, Rusia, Pakistán, Arabia Saudí, Ucrania, etc., lo que ha hecho patente la situación de nuestras vulnerabilidades, en forma de algo más que percepción o inseguridad subjetiva.
No obstante, esta ruptura del paradigma de seguridad, especialmente reflejada por atentados terroristas, está lejos de ser el único problema de inseguridad.
Hablemos pues de nuevos paradigmas cooperativos y holográficos, necesarios para afrontar eficazmente la multitud de nuevos retos y nuevos desafíos transfronterizos que precisan un enfoque multilateral e incluso universal.
Es el momento de implementar una visión de conjunto orientada a la búsqueda del mejor resultado y del bien común, con análisis y abordajes sinérgicos que puedan desembocar en una verdadera Seguridad Humana.
Todas las fuerzas en concurso han de limar diferencias y apostar por valores y soluciones que conduzcan a un modelo de seguridad única que pueda agilizar la implantación de una plataforma de integridad que consolide las bases del bienestar de una sociedad actualmente inmersa en crisis prologadas, fracasados sistemas socioeconómicos y sociopolíticos, amenazas terroristas globalizadas y repercusiones de Estados fallidos o en descomposición.
Cada día se suman nuevas amenazas que representan nuevos retos y, consecuentemente, requieren nuevas exigencias de seguridad que ya sólo admiten un planteamiento de conjunto en base a un pensamiento holístico.
Así pues, hemos de ponernos en movimiento y sacudirnos la pereza, el miedo, el desconocimiento y, especialmente, las rigideces de esquemas reactivos, y hemos de hacerlo entre todos, cada uno en su ámbito, con sus fuerzas, siempre con prudencia y también con firmeza y, sobre todo, con esa imprescindible visión integral, holística y proactiva.
Podemos pensar con la mente lineal de siempre que no es posible modificar nuestro modelo social, basado en un individualismo patológico, y abrumarnos frente a preguntas sin respuesta: ¿Cómo vamos a salir de esta situación? ¿Quiénes nos van a ayudar? ¿La clase política con su actual radicalismo e inmersa en generalizados síntomas de corrupción? ¿Las corporaciones económicas, más vinculadas con los problemas que con las soluciones? ¿Los medios de comunicación que anteponen intereses de audiencia a cualquier precio?
Necesitamos una revolución copernicana de pensamiento que nos permita sacar la cabeza de la zona cómoda del geocentrismo aprendido, porque, al igual que la tierra resultó no ser el centro del cosmos, llegará el momento en que podamos comprender y demostrar que cada país, cada bandera y cada credo no son el centro de nada ni pueden seguir beneficiando a nadie si no benefician a todos. No existen planteamientos ni soluciones particulares en nuestro sistema planetario ni social, porque giramos alrededor de una estrella más grande llamada humanidad y, ésta, a su vez, es tributaria de un conjunto de conjuntos armónico que se llama Universo.
Tenemos que poder entender y defender una visión más alta y amplia, un Cosmocentrismo Social que contemple y defienda lo global frente a lo particular, universalice el abordaje de las soluciones y optimice los recursos empleados en su consecución.
La adaptación requerida es urgente porque nuestros antiguos paradigmas han dejado de funcionar, la situación es cada vez más compleja y se requiere aumentar la velocidad de tránsito a esos nuevos modelos de entender lo global ya que todavía nos quedan por vivir amenazas emergentes nunca antes enfrentadas.
Es imprescindible tener muy presente que la integración de los derechos, el desarrollo económico-social y la seguridad humana son una fórmula clave e inaplazable para lograr sustentar la base del bienestar de la humanidad y una mejor y sostenible calidad de vida, pero la seguridad es antecedente y consecuente de la aplicación de esos principios que, siendo universales, la hacen imposible de parcelar.
Renovar los circuitos del pensamiento
Para empezar, hemos de aprender a renovar los circuitos de nuestros cerebros corporativos de seguridad.
Hay que utilizar un nuevo modelo que logre vincular las clásicas inteligencias mental, emocional y espiritual. Se necesita una visión de cómo utilizar los nuevos conocimientos para cambiar las prioridades, la estructura y el liderazgo de las organizaciones.
La necesidad de cambiar de paradigma es real e imprescindible. Muchos hablan del término pero pocos lo entienden o están haciendo algo nuevo por impulsarlo en sus ámbitos. Hay quien piensa que se trata simplemente de un modelo teórico o de una forma de pensar. Es algo más. Significa todo un marco conceptual que engloba nuestras ideas inconscientes y nuestros valores más arraigados y que enfoca íntegramente nuestra realidad mental y emocional, pero, sobre todo, determina nuestras expectativas y proporciona respuesta a las preguntas y estructura nuestro punto de vista allá donde lo estemos aplicando.
Recordemos someramente las tres clases de pensamiento:
Sin embargo, hasta hace muy poco el pensamiento asociativo solo ha sido valorado y reconocido principalmente en las profesiones relacionadas con las ciencias, la ingeniería y la arquitectura, donde las cualidades visuales y espaciales, mezcladas con pensamientos complejos e intangibles, precisan ser entendidas para ser comunicadas.
Creatividad y pensamiento cuántico
El cambio de paradigmas de seguridad es imprescindible para acometer nuevos retos y exigencias en la sociedad que vivimos. Hemos de analizar y actuar sobre aspectos de seguridad con una visión holística, pues el mundo no está formado por piezas separadas y aisladas, sino conjuntos que guardan una relación compleja y sinérgica entre sí. Es el momento de avanzar y revisar las viejas leyes newtonianas de comportamiento que también esclerosan el panorama de las seguridades.
Desde el siglo XVII, el paradigma dominante en el mundo occidental ha estado moldeado por la ciencia newtoniana o mecanicista que tiende al determinismo, el reduccionismo y el atomicismo pero, la ciencia radicalmente distinta ya iniciada en el siglo XX con la relatividad, la mecánica cuántica, el caos y la teoría de la complejidad, nos ayuda a abordar los conceptos básicos de un nuevo modelo.
La newtoniana es una ley simplista marcada por la idea de “o lo uno o lo otro” y el culto al experto, con leyes férreas de predicción, control y programas.
La ciencia cuántica nos dice que el mundo es de una pieza, es holístico por tanto, la humanidad se enfrenta irremisiblemente a un “salto cuántico” hacia un futuro en el que el todo esté presente siempre al tiempo que la parte.
La actual sociedad y sus seguridades requiere de un punto de vista nuevo y diferenciador, y una determinada manera de entender el tiempo que es más corto y el espacio que es más grande, de la mano de la lógica y la causalidad, que son invitados permanentes.
Hay que hacer un salto hacia lo desconocido, un cambio de paradigma de seguridad que enfoque los problemas de manera cuántica. El espacio y el tiempo cuánticos poseen escaso significado. Los sucesos cuánticos son incontrolables, se producen sin causa aparente y un principio cuántico de incertidumbre sustituye a las leyes de la naturaleza predecibles hasta ahora.
El pensamiento cuántico ha de ser creativo, intuitivo e inclusivo, y servir para romper nuestros hábitos, modelos mentales y paradigmas ya obsoletos. Si no queremos quedarnos en un mecanicismo inmovilista, hemos de poder pasar de lo determinado a lo indeterminado, de la necesidad de certidumbre y predictibilidad, a la gestión de la incertidumbre y la ambigüedad, y, de los caros esquemas del control, al cultivo de resultados y de confianza…
El pensamiento cuántico es holístico y unifica, contempla y relaciona todos los datos, integra los procesos del pensamiento en serie y asociativo pero, para pasar a esta forma de pensar, hemos de hacerlo desde fuera de nuestros esquemas obsoletos y rutinas habituales.
En cualquier caso, no hay que minusvalorar que la revolución newtoniana supuso el gran estallido del pensamiento en serie, el pensamiento oriental hizo florecer el pensamiento asociativo y el pensamiento cuántico lo que hace es dar un salto hacia una perspectiva situada más allá.
Atrevámonos a saltar.
(1) http://manuelsanchez.com/2013/02/18/reinventando-la-seguridad/
(2) http://manuelsanchez.com/2013/03/11/repensando-la-seguridad-humana/
Todo ello, sin perder de vista que a poco más de una década de los terribles atentados terroristas de septiembre de 2001 en los Estados Unidos donde se provoca la ruptura del último paradigma de seguridad, la preocupación por ésta sigue siendo una de las cuestiones prioritarias para todo el mundo pues no solo se ha destrozado el modelo, sino todo el sistema de lo que podemos y debemos llamar Seguridad Humana.
Importantes han sido los atentados que se han venido produciendo en esta última década en diversos países como España, Reino Unido, Rusia, Pakistán, Arabia Saudí, Ucrania, etc., lo que ha hecho patente la situación de nuestras vulnerabilidades, en forma de algo más que percepción o inseguridad subjetiva.
No obstante, esta ruptura del paradigma de seguridad, especialmente reflejada por atentados terroristas, está lejos de ser el único problema de inseguridad.
Hablemos pues de nuevos paradigmas cooperativos y holográficos, necesarios para afrontar eficazmente la multitud de nuevos retos y nuevos desafíos transfronterizos que precisan un enfoque multilateral e incluso universal.
Es el momento de implementar una visión de conjunto orientada a la búsqueda del mejor resultado y del bien común, con análisis y abordajes sinérgicos que puedan desembocar en una verdadera Seguridad Humana.
Todas las fuerzas en concurso han de limar diferencias y apostar por valores y soluciones que conduzcan a un modelo de seguridad única que pueda agilizar la implantación de una plataforma de integridad que consolide las bases del bienestar de una sociedad actualmente inmersa en crisis prologadas, fracasados sistemas socioeconómicos y sociopolíticos, amenazas terroristas globalizadas y repercusiones de Estados fallidos o en descomposición.
Cada día se suman nuevas amenazas que representan nuevos retos y, consecuentemente, requieren nuevas exigencias de seguridad que ya sólo admiten un planteamiento de conjunto en base a un pensamiento holístico.
Así pues, hemos de ponernos en movimiento y sacudirnos la pereza, el miedo, el desconocimiento y, especialmente, las rigideces de esquemas reactivos, y hemos de hacerlo entre todos, cada uno en su ámbito, con sus fuerzas, siempre con prudencia y también con firmeza y, sobre todo, con esa imprescindible visión integral, holística y proactiva.
Podemos pensar con la mente lineal de siempre que no es posible modificar nuestro modelo social, basado en un individualismo patológico, y abrumarnos frente a preguntas sin respuesta: ¿Cómo vamos a salir de esta situación? ¿Quiénes nos van a ayudar? ¿La clase política con su actual radicalismo e inmersa en generalizados síntomas de corrupción? ¿Las corporaciones económicas, más vinculadas con los problemas que con las soluciones? ¿Los medios de comunicación que anteponen intereses de audiencia a cualquier precio?
Necesitamos una revolución copernicana de pensamiento que nos permita sacar la cabeza de la zona cómoda del geocentrismo aprendido, porque, al igual que la tierra resultó no ser el centro del cosmos, llegará el momento en que podamos comprender y demostrar que cada país, cada bandera y cada credo no son el centro de nada ni pueden seguir beneficiando a nadie si no benefician a todos. No existen planteamientos ni soluciones particulares en nuestro sistema planetario ni social, porque giramos alrededor de una estrella más grande llamada humanidad y, ésta, a su vez, es tributaria de un conjunto de conjuntos armónico que se llama Universo.
Tenemos que poder entender y defender una visión más alta y amplia, un Cosmocentrismo Social que contemple y defienda lo global frente a lo particular, universalice el abordaje de las soluciones y optimice los recursos empleados en su consecución.
La adaptación requerida es urgente porque nuestros antiguos paradigmas han dejado de funcionar, la situación es cada vez más compleja y se requiere aumentar la velocidad de tránsito a esos nuevos modelos de entender lo global ya que todavía nos quedan por vivir amenazas emergentes nunca antes enfrentadas.
Es imprescindible tener muy presente que la integración de los derechos, el desarrollo económico-social y la seguridad humana son una fórmula clave e inaplazable para lograr sustentar la base del bienestar de la humanidad y una mejor y sostenible calidad de vida, pero la seguridad es antecedente y consecuente de la aplicación de esos principios que, siendo universales, la hacen imposible de parcelar.
Renovar los circuitos del pensamiento
Para empezar, hemos de aprender a renovar los circuitos de nuestros cerebros corporativos de seguridad.
Hay que utilizar un nuevo modelo que logre vincular las clásicas inteligencias mental, emocional y espiritual. Se necesita una visión de cómo utilizar los nuevos conocimientos para cambiar las prioridades, la estructura y el liderazgo de las organizaciones.
La necesidad de cambiar de paradigma es real e imprescindible. Muchos hablan del término pero pocos lo entienden o están haciendo algo nuevo por impulsarlo en sus ámbitos. Hay quien piensa que se trata simplemente de un modelo teórico o de una forma de pensar. Es algo más. Significa todo un marco conceptual que engloba nuestras ideas inconscientes y nuestros valores más arraigados y que enfoca íntegramente nuestra realidad mental y emocional, pero, sobre todo, determina nuestras expectativas y proporciona respuesta a las preguntas y estructura nuestro punto de vista allá donde lo estemos aplicando.
Recordemos someramente las tres clases de pensamiento:
El Pensamiento Racional, lógico y guiado por las reglas, que da lugar a conceptos y categorías del paradigma newtoniano de partes. El Pensamiento Asociativo, vinculado a los hábitos, similar al paradigma ondulatorio newtoniano, según el cual todo está entrelazado. El Pensamiento Creativo, capaz de romper las reglas y de crearlas y que se comporta de forma similar a las estructuras emergentes que encontramos en el paradigma cuántico.De ellos, cabe destacar el pensamiento asociativo o pensamiento paralelo, que nos permite reconocer pautas, aprender habilidades y está arraigado en nuestra experiencia física y emocional. Es de tipo “ensayo y error”. Los ordenadores de redes neuronales o de procesamiento paralelo, se han perfeccionado hasta el punto de imitar la capacidad para el pensamiento asociativo de los humanos.
Sin embargo, hasta hace muy poco el pensamiento asociativo solo ha sido valorado y reconocido principalmente en las profesiones relacionadas con las ciencias, la ingeniería y la arquitectura, donde las cualidades visuales y espaciales, mezcladas con pensamientos complejos e intangibles, precisan ser entendidas para ser comunicadas.
Creatividad y pensamiento cuántico
El cambio de paradigmas de seguridad es imprescindible para acometer nuevos retos y exigencias en la sociedad que vivimos. Hemos de analizar y actuar sobre aspectos de seguridad con una visión holística, pues el mundo no está formado por piezas separadas y aisladas, sino conjuntos que guardan una relación compleja y sinérgica entre sí. Es el momento de avanzar y revisar las viejas leyes newtonianas de comportamiento que también esclerosan el panorama de las seguridades.
Desde el siglo XVII, el paradigma dominante en el mundo occidental ha estado moldeado por la ciencia newtoniana o mecanicista que tiende al determinismo, el reduccionismo y el atomicismo pero, la ciencia radicalmente distinta ya iniciada en el siglo XX con la relatividad, la mecánica cuántica, el caos y la teoría de la complejidad, nos ayuda a abordar los conceptos básicos de un nuevo modelo.
La newtoniana es una ley simplista marcada por la idea de “o lo uno o lo otro” y el culto al experto, con leyes férreas de predicción, control y programas.
La ciencia cuántica nos dice que el mundo es de una pieza, es holístico por tanto, la humanidad se enfrenta irremisiblemente a un “salto cuántico” hacia un futuro en el que el todo esté presente siempre al tiempo que la parte.
La actual sociedad y sus seguridades requiere de un punto de vista nuevo y diferenciador, y una determinada manera de entender el tiempo que es más corto y el espacio que es más grande, de la mano de la lógica y la causalidad, que son invitados permanentes.
Hay que hacer un salto hacia lo desconocido, un cambio de paradigma de seguridad que enfoque los problemas de manera cuántica. El espacio y el tiempo cuánticos poseen escaso significado. Los sucesos cuánticos son incontrolables, se producen sin causa aparente y un principio cuántico de incertidumbre sustituye a las leyes de la naturaleza predecibles hasta ahora.
El pensamiento cuántico ha de ser creativo, intuitivo e inclusivo, y servir para romper nuestros hábitos, modelos mentales y paradigmas ya obsoletos. Si no queremos quedarnos en un mecanicismo inmovilista, hemos de poder pasar de lo determinado a lo indeterminado, de la necesidad de certidumbre y predictibilidad, a la gestión de la incertidumbre y la ambigüedad, y, de los caros esquemas del control, al cultivo de resultados y de confianza…
El pensamiento cuántico es holístico y unifica, contempla y relaciona todos los datos, integra los procesos del pensamiento en serie y asociativo pero, para pasar a esta forma de pensar, hemos de hacerlo desde fuera de nuestros esquemas obsoletos y rutinas habituales.
En cualquier caso, no hay que minusvalorar que la revolución newtoniana supuso el gran estallido del pensamiento en serie, el pensamiento oriental hizo florecer el pensamiento asociativo y el pensamiento cuántico lo que hace es dar un salto hacia una perspectiva situada más allá.
Atrevámonos a saltar.
(1) http://manuelsanchez.com/2013/02/18/reinventando-la-seguridad/
(2) http://manuelsanchez.com/2013/03/11/repensando-la-seguridad-humana/