Si hay tantas personas trabajando por la Sostenibilidad ¿cómo es posible que todavía estemos tan lejos de lograrla? ¿Por qué seguimos escuchando noticias tan desalentadoras como que se deshiela el Everest (y aparece inundado de basura) o que los peces mueren ahogados en mares de plástico?
Creemos que la clave no está en cuántas personas o cuántos proyectos trabajan por ella, sino desde dónde.
En las últimas décadas nos hemos hecho más conscientes de que necesitamos reciclar, ahorrar energía y cuidar el medio ambiente. Nos lo han dicho todas esas personas que trabajan por la sostenibilidad. Más precisamente nos han persuadido para «hacerlo».
Pero el daño al planeta no revierte. Algo está fallando. Y quizás una de las claves tenga que ver con que nos estemos centrando sobre todo en lo que «hacemos».
Vamos a detenernos en esta secuencia:
HACER - PENSAR - VER
El hacer va precedido del pensar, y pensamos en función de cómo vemos la situación. Muchas veces esta secuencia se acelera tanto que «hacemos» «sin pensar», movidos por los automatismos ágiles de nuestro cerebro. Pero todo acaba anclándose en el lugar desde el que miramos la realidad.
Y si buceamos en nuestro comportamiento un poco más, desde lo profundo, nos daremos cuenta que finalmente, lo que fundamenta nuestra mirada se basa en nuestros valores.
Y aquí queríamos llegar porque
¿Qué importancia tienen los valores para ser más sostenibles?Los valores motivan el cambio
Los valores son los que nos impulsan a actuar y los que conforman nuestras actitudes ante el mundo. Seamos conscientes de ello o no.
Actualmente observamos que la visión mayoritaria que compartimos como humanidad está basada en valores justamente opuestos a lo que perseguimos e incluso los mensajes que se construyen para que cambiemos hacia la sostenibilidad consiguen el efecto contrario.
Es una paradoja muy perversa: sin darnos cuenta alimentamos los valores opuestos a la necesaria transformación social que queremos lograr.
Esta visión mayoritaria es economicista: las cosas valen si económicamente están valoradas. Se anima a reciclar en virtud del «ahorro» para el bolsillo o desde el «ganar» para el medioambiente.
Y lo peor es que hemos integrado estos mensajes en nuestra mente y en nuestros actos como algo normal.
Entonces, ¿existe otra manera, otra forma de encuadrar el mundo?
Afortunadamente creemos que sí.
Los dos tipos de valores que mueven nuestras acciones
La iniciativa Common Cause Foundation, una red de trabajo que trata de re-equilibrar los valores culturales para conseguir una sociedad social y ambientalmente más sostenible, ha profundizado en los valores que mueven el mundo. Esta «causa» establece un mapa de los valores que compartimos como Humanidad que los divide en valores intrínsecos y valores extrínsecos:
Los valores intrínsecos están asociados con comportamientos que benefician al medioambiente y a la sociedad.
Los valores extrínsecos conducen a las personas a interesarse más por el interés particular, es decir, reducen su voluntad de actuar en nombre del medioambiente.
En esta escala de valores, el valor económico y el poder están ubicados en los valores extrínsecos. De ahí que defendiéramos en nuestro anterior post, que el poder excluyente nos hace menos sostenibles. Porque el poder excluyente —venga de donde venga, de gobernantes o del pueblo—, orientado a imponer «mi propia visión de las cosas», conduce a defender el interés particular, a ganar la batalla.
Sin embargo, el poder despojado de particularismos y puesto al servicio del bien común, se orienta a encontrar una solución universal, que incluya diferentes puntos de vista y beneficiosa para todas las partes.
No se puede construir sostenibilidad desde un sistema de valores que prima el individualismo y el interés particular.
Por eso creemos fundamental ser conscientes del marco desde el que pensamos y los valores desde donde trabajamos por la Sostenibilidad.
Es importante asegurarse de que el trabajo de cada uno de nosotros se sustenta sobre valores que motivan a la gente a proteger y disfrutar la naturaleza y, en consecuencia, a sentirse parte de ella.
Afrontando la perversión: aterrizar los valores adecuados en acciones efectivas
Otro hallazgo importante que nos muestran desde la Common Cause Foundation es que las personas somos influidas socialmente por aquellos valores que primamos y en consecuencia, influidas en aquellas conductas que adoptamos.
Vale, ya sabemos que los valores que primamos afectan en nuestro comportamiento. ¿Qué hacemos con este conocimiento? Para construir el cambio hacia la Sostenibilidad necesitamos trabajar desde los valores, desde un cierto tipo de valores: los intrínsecos.
Si socialmente impulsamos un cambio hacia los valores intrínsecos, finalmente lograremos una transformación cultural hacia sociedades más sostenibles ambiental y socialmente.
Acceder a este conocimiento ha sido revolucionario para el equipo de Genea este 2018. Cada día nos vemos junto a las personas que nos rodean y con quienes trabajamos codo con codo por la Sostenibilidad, adoptando marcos de pensamiento basados en valores contrarios a los objetivos buscados. Y en consecuencia, alimentando la cultura social que precisamente tratamos de contrarrestar.
Para explicarlo mejor, te ponemos dos ejemplos sencillos de estas perversiones inconscientes que creemos que hemos cometido y cometemos como profesionales que trabajamos para la Sostenibilidad:
Si trabajas en medio ambiente, fácilmente reconocerás la contraposición asumida en el gremio entre los términos «naturaleza» y «naturaleza antropizada». ¡Como si fueran dos cosas diferentes! En la raíz de esta separación está el pensar que las personas (lo humano o antrópico), es algo distinto, separado, y en el peor de los casos, degradante, de lo verdaderamente natural. Esta forma de pensar se ancla en el valor de «desconexión de la naturaleza» que bloquea otro valor clave para la sostenibilidad como es la «protección del medio ambiente». Es decir, si distingo «naturaleza» de «naturaleza antropizada», promuevo la desconexión de la naturaleza y en consecuencia promuevo la destrucción del medio ambiente.
El otro ejemplo clave que vemos, y que ya comentamos líneas arriba es el uso del poder de forma excluyente para imponer una visión concreta de la realidad. Ejemplos hay muchos, como son la creación y gestión de áreas protegidas «primando criterios racionalistas exclusivamente técnicos » o el corporativismo profesional de sub-sectores dentro del mundo ambiental que consideran que «nosotros sí que sabemos cómo resolver este problema ambiental» . Todos ellos fomentan una sociedad de valores extrínsecos que bloquean o anulan valores favorables a la adopción de conductas sostenibles. Nuestro granito de arena
Fundamentados en este pensamiento, en Genea proponemos que la Sostenibilidad ha de abordarse desde valores intrínsecos que promueven lo colectivo, la coherencia con la armonía interna o la unidad con la naturaleza. Y, como esta idea es un poco abstracta, materializamos nuestros pensamientos en las siguientes líneas de trabajo:
Liderazgo para la Sostenibilidad: generar la suficiente capacidad de influencia a nuestro alrededor, apelando al corazón y no solo a la razón, para co-construir una sociedad humana que avance hacia la Sostenibilidad.
Procesos participativos: ayudar a las instituciones en la participación ciudadana para construir nuevas y mejores realidades colaborando.
Educación ambiental: conectar a las personas con la naturaleza ayudándolas a entender mejor los procesos naturales de forma que se sientan parte de ella.
Esta es nuestra aportación a la Sostenibilidad y nuestra manera de que, entre todos, encontremos la forma de vivir en este planeta mejorándolo para la siguiente generación.
¿Te habías parado a pensar alguna vez cómo afectan tus valores a tu manera de actuar?
¿Te reconoces participando inconscientemente en esas contradicciones perversas que hemos identificado?
¿Ves ahora un poco más de luz en el camino hacia la Sostenibilidad?
Este viaje lo estamos haciendo juntos. Nos gustará conocer tu punto de vista en los comentarios.