Mi actividad intelectual se polariza en torno a cuanto implica mi proyecto formativo “Escuela de pensamiento y Creatividad” (Madrid, 1987). Su propósito no es tanto “enseñar” lo que son los valores y lo que implica la creatividad humana, cuanto ayudar a “descubrirlo” y a captar por experiencia la grandeza que adquiere nuestra vida cuando la encaminamos por la vía del encuentro o “éxtasis” y no por la de la fascinación o “vértigo”. Los jóvenes ganan especial lucidez y poder de discernimiento cuando conocen de forma precisa de dónde arrancan estos procesos, cuáles son sus fases, qué consecuencias acarrean.
Este método formativo empecé a diseñarlo al preparar, en Múnich, la tesis doctoral y advertir que buena parte de los fenómenos destructivos en la sociedad contemporánea proceden de fallos en el pensar. Esto me llevó a cambiar el plan inicial de tesis y orientarla hacia la metodología. Mis dos primeras obras tuvieron por título Metodología de lo suprasensible, y prepararon una tercera –Estética de la creatividad-, que se basa en el concepto de “ámbito” y edifica sobre él una teoría del juego y de la interpretación literaria, con amplios análisis de La náusea de J-P Sartre, y de El extranjero y Calígula de Camus.
Todas mis obras –aparentemente dispersas- me sirvieron para ahondar en los temas metodológicos esbozados en esa trilogía:
• Los análisis de autores fenomenológicos, existenciales y dialógicos (Husserl, Heidegger, Marcel, Jaspers, Buber, Ebner, Lavelle, Guardini, Mounier…), y posteriormente de Ortega, D´Ors, Amor Ruibal, Zubiri… se dirigieron a destacar la urgencia de pensar con rigor, de forma ajustada a las exigencias de los diversos planos o niveles de realidad. (Cf. El poder del diálogo y del encuentro; Cinco grandes tareas de la filosofía actual; El pensamiento filosófico de Ortega y D´Ors; Filosofía española contemporánea; Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente; Romano Guardini, maestro de vida…).
• La distinción de “objetos” y “ámbitos” y de ocho niveles de realidad y de conducta me permitieron abordar de forma precisa diversos temas antropológicos: el conocimiento de los valores, el lenguaje y el silencio, la experiencia estética –sobre todo la de interpretación musical-, la manipulación del hombre a través del lenguaje… (Cf. El conocimiento de los valores, El libro de los valores, Inteligencia creativa, La experiencia estética y su poder formativo, Estrategia del lenguaje y manipulación del hombre, La revolución oculta; La tolerancia y la manipulación).
• El afán de vincular la investigación filosófica y la pedagógica me llevó a analizar la categoría de relación y aplicarla a la tarea de dar a los profesores la alta condición de formadores, colaboradores en el proceso de configuración de la personalidad de los alumnos. (Cf. El poder formativo de la música (Estética musical), La formación por el arte y la literatura, Cómo formarse en ética a través de la literatura, Literatura y formación humana).
• Para mostrar que este proceso ha de ser “dialógico”, libre en colaboración con realidades abiertas o “ámbitos”, puse de relieve la importancia de las “experiencias reversibles” en la vida estética y en la ética. Esta actitud abierta (receptivo-activa) me permitió mostrar la importancia decisiva de la categoría de relación en la constitución de la realidad y en el desarrollo de la persona humana. De ahí que todas las áreas de conocimiento que muestren dicha importancia a los alumnos se conviertan en una fuente de muy sólida formación humana. (Cf. Cómo lograr una formación integral)
• Esta orientación relacional –que concede al relativismo subjetivista y al objetivismo lo que tienen de exigencia justa y los libera de lo que implican de unilateralidad- me permite otorgar a la vida humana la riqueza de posibilidades que alberga y hacer posible un modo muy eficaz de liderazgo cultural. No intento seguir una mera orientación sincrética, sino integrar las energías que laten en el ser humano y que sólo aparecen como contradictorias cuando se las ve en un nivel inferior a aquel en el que se dan. Libertad y normas, por ejemplo, se oponen en lo que suelo denominar nivel 1, pero se complementan y enriquecen en el nivel 2. Un intérprete musical se siente tanto más libre –con libertad creativa, propia del nivel 2- cuanto más fiel es a la partitura, vista como la “norma” que encauza su actividad artística. La consideración atenta de los niveles de realidad y de conducta en que podemos movernos nos da luz para orientar nuestra búsqueda de la felicidad por la vía justa. (Cf. Descubrir la grandeza de la vida; El secreto de una vida lograda; La formación para el amor; El amor humano; Liderazgo creativo).
Actualmente preparo un libro que intenta coronar mis estudios metodológicos mediante la vinculación radical de la teoría de los ámbitos, los niveles, las experiencias reversibles, la participación en la realidad, la creatividad, el difícil y fecundo arte de integrar, el desarrollo cabal de la personalidad en sus distintas vertientes… Esta consideración sinóptica de la vida humana me permitirá describir de modo preciso la “lógica” de cada uno de los cuatro niveles positivos, lo cual supone descubrir las leyes o constantes que rigen la vida humana en su proceso de desarrollo integral.
Este método formativo empecé a diseñarlo al preparar, en Múnich, la tesis doctoral y advertir que buena parte de los fenómenos destructivos en la sociedad contemporánea proceden de fallos en el pensar. Esto me llevó a cambiar el plan inicial de tesis y orientarla hacia la metodología. Mis dos primeras obras tuvieron por título Metodología de lo suprasensible, y prepararon una tercera –Estética de la creatividad-, que se basa en el concepto de “ámbito” y edifica sobre él una teoría del juego y de la interpretación literaria, con amplios análisis de La náusea de J-P Sartre, y de El extranjero y Calígula de Camus.
Todas mis obras –aparentemente dispersas- me sirvieron para ahondar en los temas metodológicos esbozados en esa trilogía:
• Los análisis de autores fenomenológicos, existenciales y dialógicos (Husserl, Heidegger, Marcel, Jaspers, Buber, Ebner, Lavelle, Guardini, Mounier…), y posteriormente de Ortega, D´Ors, Amor Ruibal, Zubiri… se dirigieron a destacar la urgencia de pensar con rigor, de forma ajustada a las exigencias de los diversos planos o niveles de realidad. (Cf. El poder del diálogo y del encuentro; Cinco grandes tareas de la filosofía actual; El pensamiento filosófico de Ortega y D´Ors; Filosofía española contemporánea; Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente; Romano Guardini, maestro de vida…).
• La distinción de “objetos” y “ámbitos” y de ocho niveles de realidad y de conducta me permitieron abordar de forma precisa diversos temas antropológicos: el conocimiento de los valores, el lenguaje y el silencio, la experiencia estética –sobre todo la de interpretación musical-, la manipulación del hombre a través del lenguaje… (Cf. El conocimiento de los valores, El libro de los valores, Inteligencia creativa, La experiencia estética y su poder formativo, Estrategia del lenguaje y manipulación del hombre, La revolución oculta; La tolerancia y la manipulación).
• El afán de vincular la investigación filosófica y la pedagógica me llevó a analizar la categoría de relación y aplicarla a la tarea de dar a los profesores la alta condición de formadores, colaboradores en el proceso de configuración de la personalidad de los alumnos. (Cf. El poder formativo de la música (Estética musical), La formación por el arte y la literatura, Cómo formarse en ética a través de la literatura, Literatura y formación humana).
• Para mostrar que este proceso ha de ser “dialógico”, libre en colaboración con realidades abiertas o “ámbitos”, puse de relieve la importancia de las “experiencias reversibles” en la vida estética y en la ética. Esta actitud abierta (receptivo-activa) me permitió mostrar la importancia decisiva de la categoría de relación en la constitución de la realidad y en el desarrollo de la persona humana. De ahí que todas las áreas de conocimiento que muestren dicha importancia a los alumnos se conviertan en una fuente de muy sólida formación humana. (Cf. Cómo lograr una formación integral)
• Esta orientación relacional –que concede al relativismo subjetivista y al objetivismo lo que tienen de exigencia justa y los libera de lo que implican de unilateralidad- me permite otorgar a la vida humana la riqueza de posibilidades que alberga y hacer posible un modo muy eficaz de liderazgo cultural. No intento seguir una mera orientación sincrética, sino integrar las energías que laten en el ser humano y que sólo aparecen como contradictorias cuando se las ve en un nivel inferior a aquel en el que se dan. Libertad y normas, por ejemplo, se oponen en lo que suelo denominar nivel 1, pero se complementan y enriquecen en el nivel 2. Un intérprete musical se siente tanto más libre –con libertad creativa, propia del nivel 2- cuanto más fiel es a la partitura, vista como la “norma” que encauza su actividad artística. La consideración atenta de los niveles de realidad y de conducta en que podemos movernos nos da luz para orientar nuestra búsqueda de la felicidad por la vía justa. (Cf. Descubrir la grandeza de la vida; El secreto de una vida lograda; La formación para el amor; El amor humano; Liderazgo creativo).
Actualmente preparo un libro que intenta coronar mis estudios metodológicos mediante la vinculación radical de la teoría de los ámbitos, los niveles, las experiencias reversibles, la participación en la realidad, la creatividad, el difícil y fecundo arte de integrar, el desarrollo cabal de la personalidad en sus distintas vertientes… Esta consideración sinóptica de la vida humana me permitirá describir de modo preciso la “lógica” de cada uno de los cuatro niveles positivos, lo cual supone descubrir las leyes o constantes que rigen la vida humana en su proceso de desarrollo integral.