Delante de nuestros ojos los icebergs parecían flotar
Eso fue lo que vimos hace unos días cuando nos levantamos. La verdad es que el marinero, que se había pasado las últimas horas de guardia, nos despertó a todos diciendo que había una ciudad volando delante del Endurance.
Se pueden imaginar la juerga que se organizó. La mayor parte de nosotros le preguntó si se había bebido una botella de ron esa noche. Pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando subimos a cubierta y la vimos allí… flotando delante de nuestros ojos.
Algunos no podíamos dar crédito a lo que veíamos. Incluso yo me pellizqué para asegurarme que no estaba todavía durmiendo. En eso se escuchó la voz de Shackleton: “Vaya, es una simple Fata Morgana”.
Como podrán imaginar, a mí eso todavía me dio más miedo y empecé a pensar que todos nos hubiéramos vuelto locos.
Pese a ese nombre tan pomposo es un simple espejismo que se suele dar en el mar, cuando se producen unas condiciones muy especiales. Y esas condiciones las tuvimos nosotros hace unos días.
El resultado es una ilusión óptica que hace que objetos que se encuentran en el horizonte aparezcan ante nuestros ojos extraordinariamente alargados en dirección vertical. Incluso, en muchos casos, imitando formas similares a castillos de cuentos de hadas que flotan en el aire.
Un mundo flotante
Eso fue lo que ocurrió hace unos días. Era un día claro y luminoso, y ante nosotros, de repente, aparecieron grandes ciudades blancas y doradas de aspecto oriental. Lo más sorprendente es que cambiaban mientras las mirábamos.
Las líneas que las conformaban se elevaban o bien descendían o se ponían a temblar como las hojas de un árbol agitado por el viento.
Le han puesto ese nombre en referencia a una poderosa hechicera de la leyenda artúrica, que es la hermanastra del rey Arturo, y que era un hada que podía cambiar su forma a voluntad.
Shackleton, y todos los que tenían experiencia antártica, así como algunos marineros, las había visto ya con anterioridad y se reían de nosotros cuando exclamábamos atónitos viendo como un témpano se convertía primero en un castillo de hadas y luego en un globo que se alejaba del horizonte. Para convertirse poco después en un inmenso hongo o en una mezquita de los cuentos de “Las mil y una noches”.
Una lección magistral de física
Los científicos aprovecharon la ocasión para ganar prestigio ante los ojos de todos nosotros explicándonos que es un producto de la refracción en el aire, que tiene lugar cuando el tiempo está en calma y hay una separación estable entre el aire caliente y el aire frío.
En nuestro caso, se habían abiertos grandes grietas en el mar helado, y como en estos meses el agua está mucho más caliente que la atmósfera, la primera capa de aire que está en contacto con el mar calienta, mientras que capa superior mantiene su baja temperatura.
Esto hace que la atmósfera se convierta en una lente refractante y produzca una imagen invertida, sobre la que la imagen real distante… parece flotar.
En fin, que el físico James nos dio una auténtica disertación sobre lo que él llamaba “espejismos superiores” como la Fata Morgana, y los “espejismos inferiores” que son los habituales y crean la ilusión de lagos de agua distantes en los desiertos o en carreteras cuando están muy calientes por el sol.
Verdaderamente, la cantidad de cosas que se aprenden en una expedición a la Antártida.
Se pueden imaginar la juerga que se organizó. La mayor parte de nosotros le preguntó si se había bebido una botella de ron esa noche. Pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando subimos a cubierta y la vimos allí… flotando delante de nuestros ojos.
Algunos no podíamos dar crédito a lo que veíamos. Incluso yo me pellizqué para asegurarme que no estaba todavía durmiendo. En eso se escuchó la voz de Shackleton: “Vaya, es una simple Fata Morgana”.
Como podrán imaginar, a mí eso todavía me dio más miedo y empecé a pensar que todos nos hubiéramos vuelto locos.
Pese a ese nombre tan pomposo es un simple espejismo que se suele dar en el mar, cuando se producen unas condiciones muy especiales. Y esas condiciones las tuvimos nosotros hace unos días.
El resultado es una ilusión óptica que hace que objetos que se encuentran en el horizonte aparezcan ante nuestros ojos extraordinariamente alargados en dirección vertical. Incluso, en muchos casos, imitando formas similares a castillos de cuentos de hadas que flotan en el aire.
Un mundo flotante
Eso fue lo que ocurrió hace unos días. Era un día claro y luminoso, y ante nosotros, de repente, aparecieron grandes ciudades blancas y doradas de aspecto oriental. Lo más sorprendente es que cambiaban mientras las mirábamos.
Las líneas que las conformaban se elevaban o bien descendían o se ponían a temblar como las hojas de un árbol agitado por el viento.
Le han puesto ese nombre en referencia a una poderosa hechicera de la leyenda artúrica, que es la hermanastra del rey Arturo, y que era un hada que podía cambiar su forma a voluntad.
Shackleton, y todos los que tenían experiencia antártica, así como algunos marineros, las había visto ya con anterioridad y se reían de nosotros cuando exclamábamos atónitos viendo como un témpano se convertía primero en un castillo de hadas y luego en un globo que se alejaba del horizonte. Para convertirse poco después en un inmenso hongo o en una mezquita de los cuentos de “Las mil y una noches”.
Una lección magistral de física
Los científicos aprovecharon la ocasión para ganar prestigio ante los ojos de todos nosotros explicándonos que es un producto de la refracción en el aire, que tiene lugar cuando el tiempo está en calma y hay una separación estable entre el aire caliente y el aire frío.
En nuestro caso, se habían abiertos grandes grietas en el mar helado, y como en estos meses el agua está mucho más caliente que la atmósfera, la primera capa de aire que está en contacto con el mar calienta, mientras que capa superior mantiene su baja temperatura.
Esto hace que la atmósfera se convierta en una lente refractante y produzca una imagen invertida, sobre la que la imagen real distante… parece flotar.
En fin, que el físico James nos dio una auténtica disertación sobre lo que él llamaba “espejismos superiores” como la Fata Morgana, y los “espejismos inferiores” que son los habituales y crean la ilusión de lagos de agua distantes en los desiertos o en carreteras cuando están muy calientes por el sol.
Verdaderamente, la cantidad de cosas que se aprenden en una expedición a la Antártida.