No podremos olvidar este regalo para nuestros ojos
Desde que nos quedamos atrapados el Endurance ha seguido derivado en dirección Noroeste. Hace un par de días Worsley pudo realizar unas observaciones y fijar la posición del barco. Estábamos 76º 54’ de latitud Sur y 36º 10’ de longitud Oeste. El continente se encuentra a unos 60 kilómetros y, a esa distancia, prácticamente ya no podemos verla.
Bueno, eso creíamos nosotros porque lo que sucedió no podíamos ni imaginárnoslo.
Todo empezó con un vendaval moderado del noreste. Poco después, al atardecer, el tiempo aclaró y pudimos presenciar un maravilloso crepúsculo de color carmesí. Shackleton nos dijo que esas tonalidades no se dan más que en las regiones polares.
Pero eso no fue todo. Aunque ya casi no distinguíamos el continente, de repente pudimos observar con total nitidez los acantilados de hielo del continente suspendidos en el aire. Los científicos nos explicaron que se trataba de un espejismo producido por extensas regiones de agua libres de hielo próximas a tierra. Dado que la temperatura del agua es mayor que la del aire, se calientan las capas de aire más al agua y ascienden, provocando que la luz se refracte (igual que cuando metemos un palo recto en un vaso de cristal lleno de agua).
El fenómeno se repitió al día siguiente, pero en esta ocasión todavía con más intensidad. Ante nuestros ojos se irguieron s más caliente ahí no terminó atardecer y ante nuestros asombrados ojos aparecieron sobre el horizonte dobles e incluso triples líneas de acantilados. Algunos de ellos incluso invertidos.
Creo que por muchos años que viva nunca podré olvidar semejante espectáculo.
Bueno, eso creíamos nosotros porque lo que sucedió no podíamos ni imaginárnoslo.
Todo empezó con un vendaval moderado del noreste. Poco después, al atardecer, el tiempo aclaró y pudimos presenciar un maravilloso crepúsculo de color carmesí. Shackleton nos dijo que esas tonalidades no se dan más que en las regiones polares.
Pero eso no fue todo. Aunque ya casi no distinguíamos el continente, de repente pudimos observar con total nitidez los acantilados de hielo del continente suspendidos en el aire. Los científicos nos explicaron que se trataba de un espejismo producido por extensas regiones de agua libres de hielo próximas a tierra. Dado que la temperatura del agua es mayor que la del aire, se calientan las capas de aire más al agua y ascienden, provocando que la luz se refracte (igual que cuando metemos un palo recto en un vaso de cristal lleno de agua).
El fenómeno se repitió al día siguiente, pero en esta ocasión todavía con más intensidad. Ante nuestros ojos se irguieron s más caliente ahí no terminó atardecer y ante nuestros asombrados ojos aparecieron sobre el horizonte dobles e incluso triples líneas de acantilados. Algunos de ellos incluso invertidos.
Creo que por muchos años que viva nunca podré olvidar semejante espectáculo.