Bitácora

RSE, ONG y Marketing (1)

Redactado por Javier Barranco Saiz el Martes, 21 de Enero 2014 a las 07:17

Estamos acostumbrándonos a que los expertos nos anuncien que, cuando salgamos de la presente situación crítica en la que estamos sumidos, estaremos ante un cambio de ciclo en lugar de lo que muchos creían era, simplemente, una etapa más de cambio.

De ser esto así, sin duda, su impacto se notará en todos los órdenes de nuestras vidas y no sólo en el económico; también en el político, en el sindical y, como es lógico, en el social. Los temas de solidaridad, de acción social, de RSE, como queramos denominarlos, van a verse afectados de forma profunda porque el impacto provocado va a originar alteraciones estructurales muy fuertes.

Todos los componentes del mercado social van a salir transformados en este cambio de ciclo y nos va a servir de poco lo que sabemos y la experiencia adquirida hasta ahora en hacer las cosas.

Vamos a dedicar esta serie de artículos a intentar analizar cómo pensamos que van a afectar estos cambios a la Responsabilidad Social Empresarial, RSE, y a las propias entidades no lucrativas u ONG.



Como ya hemos indicado en artículos anteriores de este mismo blog, la situación económica está afectando, gravemente, a los tres componentes principales del mercado social: a las administraciones públicas, a las empresas y a las ONG.

Son, por todos, conocidas las restricciones presupuestarias que afectan tanto a los gobiernos nacionales, como a los autonómicos o a los municipales en estos años. A la hora de proceder a efectuar los correspondientes recortes, los ojos de los gestores públicos se posan en lo más fácil de eliminar, en lo que menos repercute, o eso creen ellos, en sus intereses electorales y políticos: en las partidas destinadas a la acción social.

Y esto sucede, precisamente, en una época en la que la solidaridad se hace más necesaria, casi imprescindible, ya que el paro y la pobreza derivada de él se están agudizando, según indican todas las estadísticas, y en la que el denominado Estado del Bienestar se ha vuelto famélico.

Por otro lado, la situación de las empresas no es mucho mejor. La disminución de la renta de sus clientes ha generado una reducción en sus ventas y, como es lógico, en la cifra de sus ingresos. Muchas se han visto obligadas a cerrar, otras a despedir a sus trabajadores y, prácticamente, todas han tenido que recalcular sus números a la baja.

Ante este panorama, no parece muy sensato pedir que destinen a causas sociales las mismas cantidades que en la época de bonanza, ya que la caridad, como dice el refrán, empieza por uno mismo.

Esto choca con los bien intencionados informes que, a veces, nos indican que no están disminuyendo los presupuestos destinados a RSE, sino todo lo contrario.

A este planteamiento empresarial, hay que añadir la problemática relacionada con la, llamémosla así, reconversión de las cajas de ahorro. Las primeras que han quedado difuminadas han sido sus obras sociales, fuentes generadoras de solidaridad, transformándose algunas de ellas en fundaciones.

En los próximos artículos veremos cómo va a afectar la nueva situación que se está produciendo a la estrategia de RSE, en el ámbito de las empresas, y al propio funcionamiento de las ONG.


Martes, 21 de Enero 2014 | Javier Barranco Saiz
| Redactado por Javier Barranco Saiz el Martes, 21 de Enero 2014 a las 07:17