Titulo el presente artículo como “Marketing del Capital Humano” porque parto del hecho, constatado, de que se pretende vender, de cara al exterior, la idea de que el personal de la empresa es el elemento fundamental de la misma cuando, en la realidad, no resulta ser así.
Estamos acostumbrados a escuchar y a leer que el Capital Humano constituye el componente más importante y valioso de una compañía, que es quien asegura su sostenibilidad futura y que cualquier inversión que hagamos en él tiene asegurada su rentabilidad inmediata.
Y algunos nos lo creemos; es más, estamos convencidos de ello. Sin embargo, en los momentos actuales, no podemos dejar de contemplar una realidad que desdice estos planteamientos.
En el desayuno de trabajo mencionado indiqué que, en mi opinión, mucha de la culpa de la crisis que padecen las empresas y, por ende, el país, además de por una serie de factores exógenos o de entorno que inciden en ellas, la tienen los departamentos de Recursos Humanos.
Voy a exponer, a continuación, las razones que me llevan a afirmar tal aserto:
-EREs: los Expedientes de Regulación de Empleo a los que, tan fácilmente, nos hemos acostumbrado en los últimos años, no se aplican, en general, apoyados en criterios de racionalidad derivados, por ejemplo, de exhaustivos análisis de la productividad, sino en elementos más simplistas como es la edad del trabajador.
Esto implica que se está prescindiendo de aquellos que tienen más antigüedad y, por lógica, más experiencia. Es decir de los que representan un mayor coste directo para la empresa. ¿Qué se consigue con esto?: descapitalizar a las organizaciones al prescindir de ese Capital Humano que es el más valioso para el negocio.
¿Por qué se hace así?: además de por la disminución de costes, porque no supone para las áreas de Recursos Humanos ningún esfuerzo analítico que implique una toma de decisiones que hubiera que justificar. Es mejor el “café para todos”, de tal manera que a los 50 ó pocos más años el trabajador asuma que su vida profesional está en vías de acabar.
Los datos actuales de paro en España indican que, de los 4,3 millones de parados, un 30 por ciento, 1,3 millones, corresponde a trabajadores de más de 45 años. Igualmente, de las estadísticas de Eurostat se desprende que sólo un 45 por ciento, aproximadamente, de los mayores de 55 años están en activo.
¿Dónde están los estudios de análisis de cargas, de funciones de puestos de trabajo o de productividad?: se han convertido, en la mayoría de las corporaciones, en unos elementos del pasado, en unas técnicas obsoletas sin un papel que representar en el devenir actual.
Los EREs, sin embargo, no deberían ser un problema cuando se aplican, racionalmente, en empresas con pérdidas y sobre grupos de trabajo inoperantes, los que denomino “movedores de papeles”, cuya ausencia no se notaría porque no son significativos.
Pero cuando los que se marchan son los ocupantes de puestos singulares, o experimentados gestores, planificadores, analistas, investigadores o diseñadores de nuevos productos o nuevos sistemas, el tema es más preocupante porque se subestima una experiencia que tardará muchos años en volver a adquirirse.
El Capital Humano, en estos casos, deja de ser tan capital y, diría, que hasta humano.
Evitemos hacer Marketing para vender un producto en el que no creemos o al que consideramos un maula, utilizando el argot “marketinero”.
Estamos acostumbrados a escuchar y a leer que el Capital Humano constituye el componente más importante y valioso de una compañía, que es quien asegura su sostenibilidad futura y que cualquier inversión que hagamos en él tiene asegurada su rentabilidad inmediata.
Y algunos nos lo creemos; es más, estamos convencidos de ello. Sin embargo, en los momentos actuales, no podemos dejar de contemplar una realidad que desdice estos planteamientos.
En el desayuno de trabajo mencionado indiqué que, en mi opinión, mucha de la culpa de la crisis que padecen las empresas y, por ende, el país, además de por una serie de factores exógenos o de entorno que inciden en ellas, la tienen los departamentos de Recursos Humanos.
Voy a exponer, a continuación, las razones que me llevan a afirmar tal aserto:
-EREs: los Expedientes de Regulación de Empleo a los que, tan fácilmente, nos hemos acostumbrado en los últimos años, no se aplican, en general, apoyados en criterios de racionalidad derivados, por ejemplo, de exhaustivos análisis de la productividad, sino en elementos más simplistas como es la edad del trabajador.
Esto implica que se está prescindiendo de aquellos que tienen más antigüedad y, por lógica, más experiencia. Es decir de los que representan un mayor coste directo para la empresa. ¿Qué se consigue con esto?: descapitalizar a las organizaciones al prescindir de ese Capital Humano que es el más valioso para el negocio.
¿Por qué se hace así?: además de por la disminución de costes, porque no supone para las áreas de Recursos Humanos ningún esfuerzo analítico que implique una toma de decisiones que hubiera que justificar. Es mejor el “café para todos”, de tal manera que a los 50 ó pocos más años el trabajador asuma que su vida profesional está en vías de acabar.
Los datos actuales de paro en España indican que, de los 4,3 millones de parados, un 30 por ciento, 1,3 millones, corresponde a trabajadores de más de 45 años. Igualmente, de las estadísticas de Eurostat se desprende que sólo un 45 por ciento, aproximadamente, de los mayores de 55 años están en activo.
¿Dónde están los estudios de análisis de cargas, de funciones de puestos de trabajo o de productividad?: se han convertido, en la mayoría de las corporaciones, en unos elementos del pasado, en unas técnicas obsoletas sin un papel que representar en el devenir actual.
Los EREs, sin embargo, no deberían ser un problema cuando se aplican, racionalmente, en empresas con pérdidas y sobre grupos de trabajo inoperantes, los que denomino “movedores de papeles”, cuya ausencia no se notaría porque no son significativos.
Pero cuando los que se marchan son los ocupantes de puestos singulares, o experimentados gestores, planificadores, analistas, investigadores o diseñadores de nuevos productos o nuevos sistemas, el tema es más preocupante porque se subestima una experiencia que tardará muchos años en volver a adquirirse.
El Capital Humano, en estos casos, deja de ser tan capital y, diría, que hasta humano.
Evitemos hacer Marketing para vender un producto en el que no creemos o al que consideramos un maula, utilizando el argot “marketinero”.