2,2.- El Programa Electoral
En términos de Marketing Electoral lo adecuado sería confeccionar el programa tomando como referencia las opiniones recogidas por medio de encuestas realizadas a muestras representativas del mercado político. De esta forma, se lograría un programa con un contenido satisfactorio para la mayoría de los electores.
A veces se utilizan técnicas de brainstorming entre militantes cualificados del propio partido o, también, una serie de reuniones de grupo con líderes de opinión para, así, establecer las líneas maestras del programa.
Estos dos últimos métodos, aunque más cómodos y rápidos, son menos efectivos que el primero, debido a su limitada representatividad de cara al total del mercado electoral.
Podríamos concluir que el programa debería ser la materialización de lo que los ciudadanos solicitan a los políticos, de su problemática concreta, ya que, como saben los teóricos de la Rex Publica, la Política no es otra cosa que la gestión de las expectativas de los potenciales electores: "Escuchar lo que la calle demanda".
El programa electoral de Podemos constituye un auténtico producto de Marketing Electoral ya que recoge las peticiones de un mercado crispado por la crisis y decepcionado por las drásticas medidas que han implantado los partidos clásicos.
A ello habría que añadir los casos de corrupción que aparecen con bastante asiduidad y que, aunque abundantes, su número e intensidad ha sido magnificado por los medios de comunicación y por los estrategas de los partidos contrarios, cuando el corrupto pertenece a las filas opositoras.
El éxito de Podemos en las únicas elecciones a las que se ha presentado, las europeas, ha sido recoger las peticiones populares, referidas a temas económicos y sociales que afectan a grandes capas de población: paro, desahucios, impuestos, etc. y ofrecer soluciones simples a esta problemática.
Si hay paro, se ofrecen empleos públicos proponiendo la creación de más de tres millones de funcionarios adicionales a los actuales; y a los que no les llegue esta oferta, se les proporciona una renta mínima de inserción.
Aunque, objetivamente, se sea consciente de que esto es inalcanzable en la actual situación económica, muchos ciudadanos lo ven posible ya que, impulsivamente, prefieren confiar en una fuerza utópica, populista y hasta radical, antes que en partidos que les han decepcionado durante años.
(Continuará)