2.1.-El Partido (Continuación)
En general, en la segunda etapa del ciclo, en la de Desarrollo, un partido empieza a crecer. En ella van a ser necesarios dirigentes con una doble vertiente: hacia dentro y hacia fuera de la organización. Gestores que establezcan las sistemáticas de funcionamiento interno de los grupos que integren la estructura del partido y que sean, además, habilidosos captadores de recursos financieros.
Y esto porque resultaría utópico pensar que la organización se va a sustentar sólo con las cuotas de los afiliados o con los ingresos derivados del Merchandising. Será necesario convencer a las fuentes financieras y, sobre todo, no asustarlas ya que si faltan los recursos económicos la supervivencia del partido será dudosa.
Hasta el pasado 17 de Noviembre, Podemos no se había constituido como partido. Se venía definiendo como un movimiento asambleario en el que todas las decisiones se sometían a votación de las bases. Ahora, ya está definida la estructura organizativa, bastante clásica por cierto: un Secretario General, Un Consejo de Coordinación de 10 miembros y un Consejo Ciudadano de 60 miembros, según indican los medios de comunicación.
La problemática con que se puede encontrar Podemos, en lo relativo al partido, es similar a la que acontece en muchas empresas. Por lo general, el creador de la empresa no suele servir para gestionarla en su desarrollo. Se necesitan otras características de liderazgo. Y ésta es la razón por la que tantas no superan la segunda fase del ciclo.
El otro problema que puede afectarles es el organizativo. Un partido debe ser una institución ordenada, con sistemas, organigramas y elementos de control. Todo lo más alejado de las estructuras informales asamblearias.
En el caso en que Podemos termine constituyéndose como tal, aspecto que considero que resultará inevitable, también le van a surgir las críticas internas y externas. Una, fácil , al indicar sus detractores que ya "se han integrado en la casta"; y otra, endógena, ya que los propios militantes pueden sentirse decepcionados al comprobar que los canales organizativos formales modulan sus opiniones y que la toma de decisiones sólo compete a los gestores del núcleo duro.
Por último, la captación de recursos económicos para el funcionamiento diario, se puede convertir en otro problema. Al estar constituido como partido clásico, la transparencia de las fuentes debe ser total, (o debería...), con lo que éstas tendrán que ajustarse a lo que establece la Ley en vigor. Además, los competidores estarán ojo avizor para exigir que se cumpla sin existir donaciones sospechosas.
Una polarización excesiva hacia posturas radicales, puede asustar a los donantes institucionales, desistiendo de sus donaciones. Por otro lado, la base de Podemos no se puede permitir grandes aportaciones económicas al partido.
Es, por tanto, una fase difícil y sólo superable con realismo y organización y siendo conscientes de que, de superarse, muchas cosas habrán tenido que cambiar; desde la tipología de los líderes, hasta el número de militantes activos que permanezcan en el partido.
Por otro lado, no conviene olvidar que una organización, del tipo que sea, es el reflejo de sus dirigentes, y esto es perfectamente aplicable a un partido. De ahí la necesidad, e insisto una vez más, de poner al frente de la institución a auténticos gestores.