Quizá lo más significativo respecto a mis tratados anteriores sobre esta materia, “Técnicas de Marketing Político” (1.982) y “Marketing Político” (2.003 y 2.007), sea la distinción que pretendo efectuar entre Marketing Político y Marketing Electoral.
En mi opinión, el primero es el gran paraguas, la gran carpa, bajo la que se recoge todo lo relativo a la aplicación permanente a la Política de las Técnicas de Marketing, las 4Ps que indicaba J.McCarthy en su “Basic Marketing” de 1.960.
El Marketing Electoral es, sin embargo, un concepto promocional, tanto desde la perspectiva del tiempo limitado y concreto en que se aplica, la duración de la Campaña, como desde la de la “promoción” de unos productos específicos para la misma como son los candidatos y los programas.
Por otro lado, éste tiene un ámbito de aplicación mayor, ya que no se restringe exclusivamente a lo político, sino que es un instrumento de aplicación directa en cualquier campaña electoral en la que, a través de un proceso democrático, se tenga que elegir a uno entre los diferentes candidatos que concurren en la misma.
Y esto resulta válido y efectivo para todo tipo de elecciones, desde las sindicales celebradas en el entorno empresarial o sectorial, hasta las de cualquier colegio profesional o asociación cultural, deportiva o de ocio.
Si tomamos la Política como campo de aplicación, estaríamos ante dos etapas de un proceso que, aún utilizando las mismas técnicas, puede llegar a tener fines y objetivos diferentes, puesto que el Marketing Electoral pretende ganar unas elecciones concretas mientras que el Marketing Político tiene que ir más allá, ya que su misión es estar, permanentemente, en contacto con su Mercado Objetivo que, en este caso, lo constituyen todos los ciudadanos con independencia del sentido de su voto.
Un libro de Marketing Político y Electoral debe, por otro lado, contemplar los avances tecnológicos que, en este tiempo actual, van a influir en la gestión de la Comunicación del Partido con su potencial elector y en la sistemática para poder conocer su opinión, si es posible en tiempo real, y para fomentar su participación activa en la campaña, primero, y en el desarrollo político después.
Es por ello por lo que es necesario considerar el otro elemento provocador de nuevas estrategias de Marketing y que es el derivado de la irrupción de las denominadas Tecnologías de la Información y del Conocimiento, las TICs, en la Sociedad y, por lo tanto, en los potenciales votantes.
Estamos siendo testigos de cómo las NNTT están transformando las clásicas actuaciones de Marketing dando lugar, gracias a la Comunicación en Movilidad que ha supuesto la Telefonía Móvil y a la conectividad de los teléfonos modernos con Internet, a tipos de Marketing tan originales como el Viral o el del Consentimiento.
El Marketing Político y el Marketing Electoral son magníficos campos de experimentación práctica de estas estrategias cuyos resultados hemos tenido ocasión de constatar en las últimas elecciones norteamericanas.
A todo esto hay que añadir el fenómeno sociológico que, a nivel mundial, ha supuesto la proliferación y penetración en los países desarrollados de las diferentes Redes Sociales.
La influencia que éstas van adquiriendo irá en detrimento del que ostentan los Medios de Comunicación tradicionales que se van a ver obligados a tener actuaciones mucho más cercanas y respetuosas con las opiniones de sus audiencias respectivas.
Desearíamos, con la publicación de este nuevo texto, poder contribuir a una praxis de la Democracia más directa, más participativa y, por supuesto, mucho más transparente y eficaz.