El segundo tipo de candidato que nos vamos a encontrar en el panorama electoral es el que denominamos "flemático".
Éste es un político que se caracteriza por su regularidad en casi todos los órdenes de su comportamiento; es ordenado, suele ser bastante objetivo en sus opiniones y es muy sistemático en la mayor parte de sus actividades.
Suele ser calificado como persona "de orden", sin tacha moral alguna, por lo menos que se le conozca públicamente, y excelente cumplidor de sus deberes tanto personales como políticos y sociales.
Se suele distinguir por su constancia en la consecución de los objetivos que se ha propuesto y es una persona ponderada hasta grandes extremos.
Por lo general, se le considera una persona equilibrada y su ponderación a la hora de emitir juicios, característica que le acompaña, le permite tener una visión bastante exacta de la realidad política y, como consecuencia, equivocarse poco.
Sin embargo, resulta ser un candidato con poco tirón en los comicios electorales a los que se presenta, ya que se le aprecia cuando se tiene la oportunidad de conocerle y, éste es su problema, no llega a ser muy accesible para las masas electorales.
La causa de esto podría ser su propia personalidad ya que es, por lo general, bastante reservado en sus relaciones sociales, lo que le induce a huir de reuniones tumultuarias y de actos públicos masivos.
Debido a estas características psicológicas que tiene, debe realizar un tremendo esfuerzo para poder mantener el ritmo desenfrenado de unos comicios electorales que, por lo general, se fundamentan en los contactos personales.
Por otro lado, hay que destacar su conservadurismo que le impide adaptarse, con premura, a los cambios sociales y políticos que los nuevos paradigmas de la sociedad ha impuesto.
Cuando consigue vencer los inconvenientes de su propia personalidad y logra traspasar la barrera que le separa de los ciudadanos, llega a ser un candidato muy apreciado al que se valora por su fortaleza moral.
El equipo que le acompañe debe, por encima de cualquier otro planteamiento, convencerle de que ya no es válido el refrán castellano de que "el buen paño en el arca se vende" y que, para que te compren, debes aplicar los principios y reglas del Marketing.
Por ello, tendrá que estar constituido, principalmente, por especialistas en Marketing y Comunicación de masas que hagan que se acerque y sea conocido por su mercado político, obligándole a abandonar su torre de marfil, que es en donde se siente verdaderamente cómodo.
También deberá haber, en ese equipo de campaña, psicólogos que contribuyan a adaptar su personalidad a las necesidades de su segmento electoral ya que , si no, chocará con la cruda realidad materializada en la incomprensión de sus votantes potenciales.