Una de las características básicas de las actuales sociedades es la intercomunicación existente entre todos sus miembros y entre los diferentes entornos. Gracias a las nuevas tecnologías, a INTERNET y a la telefonía móvil principalmente, todo el mundo puede tener acceso a las distintas fuentes de comunicación.
El problema que surge es el referente a aquellos ciudadanos que o no tienen posibilidad de interconectarse a través de la Red o del móvil o, teniéndola, se autoexcluyen para evitar un estado permanente de agobio o tensión que trasciende el ámbito personal para influir negativamente en el social.
Esta situación está agudizada en las nuevas generaciones que ya no sabrían, ni podrían, vivir sin el móvil ni los terminales al uso.
Nos encontramos, entonces, con una sociedad que dispone de potentes instrumentos de comunicación y de participación y en la que, a la vez, existen grandes segmentos de población que, a pesar de disponer de ellos, mantienen unos comportamientos y unas formas de pensar que podríamos calificar como de “tradicionales”.
Aunque poco a poco, o mucho a mucho, haya un cierto trasvase del grupo “tradicional” al grupo “informatizado”, hay que tener en cuenta que este trasvase no se está produciendo de forma tan espontánea como se había previsto.
Va a requerir, está requiriendo ya, una dura adaptación a los nuevos patrones de conducta que, no nos engañemos, inducirán a su vez a otros comportamientos diferentes y, por ahora, desconocidos.
Esto está obligando a los partidos políticos a aplicar unas estrategias de Marketing Electoral mixtas, es decir novedosas desde el punto de vista tecnológico, pero sin olvidar las tradicionales, para así poder llegar al espectro completo de votantes.
En las organizaciones cuyo ámbito de actuación son grandes segmentos de población, como son los partidos políticos, estas transformaciones que se están originando requieren un análisis profundo para establecer, con suficiente exactitud, los procesos reales de cambio para, de esta forma, desarrollar conocimiento que permita entenderlos y, además, diseñar los instrumentos adecuados para administrarlos con éxito.