Por Yaiza Martínez
Es pequeño el mundo casi como tu cabeza y rueda y gira
a la espiral, con la lengua fuera, nos arrastramos
para decirte adiós,
obligatoriamente,
este pequeño mundo de relojes caros
y agua con gas en las terrazas
debe alejarse al cielo
sobre la ruta de nubes
hacia las manos de tu padre.
Porque era demasiado pequeño
el mundo y los pasteles,
las manos del peluquero, el brillo del bastón,
el hilo de leche condensada
– ninguno de sus rincones
era un espacio ya
para tu voz verdadera-
Te despediste
obligatoriamente
el 28 de abril
miramos al suelo
y ya no te vimos,
sobre la ruta de nubes
hacia las manos de tu padre
Es pequeño el mundo casi como tu cabeza y rueda y gira
a la espiral, con la lengua fuera, nos arrastramos
para decirte adiós,
obligatoriamente,
este pequeño mundo de relojes caros
y agua con gas en las terrazas
debe alejarse al cielo
sobre la ruta de nubes
hacia las manos de tu padre.
Porque era demasiado pequeño
el mundo y los pasteles,
las manos del peluquero, el brillo del bastón,
el hilo de leche condensada
– ninguno de sus rincones
era un espacio ya
para tu voz verdadera-
Te despediste
obligatoriamente
el 28 de abril
miramos al suelo
y ya no te vimos,
sobre la ruta de nubes
hacia las manos de tu padre