Los poetas Olga Muñoz Carrasco y Agustín Linuesa presentan sus poemarios en Valencia

Redactado por Yaiza Martínez el Martes, 25 de Octubre 2011 a las 11:24


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El próximo viernes a las 20.00 en la Librería Primado (Avda. Primado Reig 102, Valencia) se presentarán los poemarios "La caja de música" de Olga Muñoz Carrasco (Fundación Inquietudes y Asoc. Poética Caudal) y "La ciudad de los gatos" de Agustín Linuesa (Cocó editorial).

"La caja de música" es la ópera prima de Olga Muñoz, y el segundo poemario en que la Asociación Poética Caudal participa como editora, haciendo posible uno de los objetivos de la misma y de la Fundación Inquietudes: visibilizar voces poéticas de gran potencia que no hayan sido publicadas.

En este caso es, sin duda, un poemario que promete y que tal y como se lee en el prólogo de Yaiza Martínez "no barrunta discontinuidad alguna entre los lugares habitados y el yo poético que los ocupa".

Una ocasión más de compartir, aprender y trazar puentes, en la que será presentado también "La ciudad de los gatos", de Agustín Linuesa, editado este mismo año por Cocó editorial.

Poemas de "La caja de música", de Olga Muñoz Carrasco:

Hay una casa amarilla.
Hay dos patios donde colgar
mis manos junto a las tuyas.
Hay tres limones
sobre un arca de olor.
Existen también vencejos
alcobas hondas
gatos invisibles.
Me apresuro.
Quisiera despojarme de los brazos
para alcanzarlo todo:
el fogonazo y su ceguera
el sabor árido del estiércol.


*

El murmullo de la luz
arrastrándose en los patios
deslumbra a los habitantes
de la alta casa.
No quedan balcones
ni mujeres descalzas
en las barandas.
Sobre el alféizar
—sábana o cielo—
un breve pedazo azul.
El aire amarillo
impregna quicios lámparas.
Amarillo adherido a las puertas
libros amarillos
que traen luz a los ojos.
Amarilla la luz.


Poemas de "La ciudad de los gatos", de Agustín Linuesa

En el preciso instante del hombre
La ciudad está dormida
En el preciso instante del hombre
La voz corriendo a través del puente
En el preciso instante del hombre
Huyendo a través de la cebada
En el preciso instante del hombre,
sonriendo como grises calaveras
Como monstruos esperando
en el preciso instante del hombre,
que llegue la noche.

*

Luego el cristal y las manos lentas,
apenas el sexo lamido me despertaba era un hombre bueno
y repartía mis habas a los mocosos
y dibujaba con frío figuras en la mañana con unos dedos
inventando acertijos,
preguntándonos si quizás una escalera bajo la nieve
Alguien amable que yaciera por
colocar semillas buenas entre su boca redonda
y ver crecer a los muchachos
que hubieran nacido como dientes
esperando el plomo de la bala.


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Yaiza Martínez
| Martes, 25 de Octubre 2011

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