IN VERITAS VERITATIS
(Adiestramiento para la ficción del verso)
A aquellos que aún no han creído mis mentiras:
acercaos a mis pechos, tomadlos con las manos,
bebed el vino que os brindan,
palpad cada una de las venas proclamadas en la mancha de la tinta,
deteneos sutilmente en las huellas de los dedos
(perdurables señales de materia),
en el ojo que otea su cima irrenunciable,
en el labrado incorrupto de los besos,
oídlos sonar con la ácida armonía de los vientos
que terminan dejándolo todo en su sitio.
Y si habéis de dudar, las lunas habrán servido para algo.
Mirad entonces las raíces, los nudos,
las rojas soledades de las tardes,
los lucernarios de todos los tejados,
mirad los libros que escribieron otros
dentro, en la vertiente sur de mis arterias.
La ceguera os enseñará la única verdad donde una vez estuve.
*
ANTES DE LA MEMORIA
Pero antes de la memoria, fui materia. Estuve en los lugares. Lógicamente,
incluía mi naturaleza un catálogo de bienes dispuestos en un orden aleatorio.
También había en el catálogo una hilera de maldades y deberes y actos y comienzos.
Fui pescador del Río Negro en la provincia de Phú Tho y futura esclava en el humus turbio del Delta del Níger. Fui danzarina frustrada del Ballet Imperial Ruso y coronel de un ejército vencido. Creí ser una espiga pisada por un buey, y renací en espiga varias veces sucesivas. Fui amante de un rey a quien llamaron de los bolsillos vacíos. Saludé a hombres y mujeres. A veces, me entregué: la primera, a un aldeano que juró oscuramente lealtad a un gran señor, me dio hijos, mañanas claras, noches oscuras...; la segunda, a la hija de un tahúr de la corte isabelina, sus pechos eran calientes en el duro invierno y los riachuelos violáceos que los circundaban me torturaron durante los años que la sobreviví. Me dediqué al arte del engaño y busqué hierbas en las cercanías de las fuentes. Tuve hijos y les di mis pezones con dolor y ganas. Deseé la muerte de alguna mujer que me abrió el pecho, y amé, siempre amé. Escribí libros de ficciones y viví como estilita en las columnas de Baelo. Fui herido de guerra en un bosque de París, me creyeron muerto y después me creyeron resucitado. Vi salir las ranas de las bocas del dragón, de la boca de la bestia, de la boca del falso profeta. Alguna vez entendí algo. Lo perdí todo.
Así seguí muchos siglos. Después mutilé mis manos y palpé con mis muñones a los otros en busca de un atisbo no siempre claro de existencia. Vieron mi muerte varias generaciones, con indolencia, con dolor, con rabia, con sonrisas postergadas. Llegué casi las mismas veces. Pequé y pagué, no sin soberbia. Vi mi carne amoratarse. Bebí. Recogí leña. Nadé entre delfines en el Amazonas. Besé a mi madre. Me dieron bendiciones y fui quemada en la hoguera. Fui rey de la ciudad de Uruk y morí joven. Me obedecieron. Llegué viva a los finales. Todo eso fue, según recuerdo, antes de la memoria.
(Adiestramiento para la ficción del verso)
A aquellos que aún no han creído mis mentiras:
acercaos a mis pechos, tomadlos con las manos,
bebed el vino que os brindan,
palpad cada una de las venas proclamadas en la mancha de la tinta,
deteneos sutilmente en las huellas de los dedos
(perdurables señales de materia),
en el ojo que otea su cima irrenunciable,
en el labrado incorrupto de los besos,
oídlos sonar con la ácida armonía de los vientos
que terminan dejándolo todo en su sitio.
Y si habéis de dudar, las lunas habrán servido para algo.
Mirad entonces las raíces, los nudos,
las rojas soledades de las tardes,
los lucernarios de todos los tejados,
mirad los libros que escribieron otros
dentro, en la vertiente sur de mis arterias.
La ceguera os enseñará la única verdad donde una vez estuve.
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ANTES DE LA MEMORIA
Pero antes de la memoria, fui materia. Estuve en los lugares. Lógicamente,
incluía mi naturaleza un catálogo de bienes dispuestos en un orden aleatorio.
También había en el catálogo una hilera de maldades y deberes y actos y comienzos.
Fui pescador del Río Negro en la provincia de Phú Tho y futura esclava en el humus turbio del Delta del Níger. Fui danzarina frustrada del Ballet Imperial Ruso y coronel de un ejército vencido. Creí ser una espiga pisada por un buey, y renací en espiga varias veces sucesivas. Fui amante de un rey a quien llamaron de los bolsillos vacíos. Saludé a hombres y mujeres. A veces, me entregué: la primera, a un aldeano que juró oscuramente lealtad a un gran señor, me dio hijos, mañanas claras, noches oscuras...; la segunda, a la hija de un tahúr de la corte isabelina, sus pechos eran calientes en el duro invierno y los riachuelos violáceos que los circundaban me torturaron durante los años que la sobreviví. Me dediqué al arte del engaño y busqué hierbas en las cercanías de las fuentes. Tuve hijos y les di mis pezones con dolor y ganas. Deseé la muerte de alguna mujer que me abrió el pecho, y amé, siempre amé. Escribí libros de ficciones y viví como estilita en las columnas de Baelo. Fui herido de guerra en un bosque de París, me creyeron muerto y después me creyeron resucitado. Vi salir las ranas de las bocas del dragón, de la boca de la bestia, de la boca del falso profeta. Alguna vez entendí algo. Lo perdí todo.
Así seguí muchos siglos. Después mutilé mis manos y palpé con mis muñones a los otros en busca de un atisbo no siempre claro de existencia. Vieron mi muerte varias generaciones, con indolencia, con dolor, con rabia, con sonrisas postergadas. Llegué casi las mismas veces. Pequé y pagué, no sin soberbia. Vi mi carne amoratarse. Bebí. Recogí leña. Nadé entre delfines en el Amazonas. Besé a mi madre. Me dieron bendiciones y fui quemada en la hoguera. Fui rey de la ciudad de Uruk y morí joven. Me obedecieron. Llegué viva a los finales. Todo eso fue, según recuerdo, antes de la memoria.
Rosario Pérez Cabaña (Sevilla, 1967) es licenciada en Filología Hispánica y profesora en un centro universitario de Sevilla. Ha publicado el libro de relatos Cinco lunas vigilan (1993) y los poemarios Mientras tú cantas (2007), Mi padre nació en Praga (2014), Quirón y los otros hombres (2016) y Pavanas en la roca (2017). Los poemas reproducidos pertenecen a su último libro: Inventario (Fabulaciones, ficciones y otras verdades) La Isla de Siltolá (2018).