Un coach abejorro (imagen Pixabay)
Jorge Laborda nos presenta, con su atractivo estilo, otra maravilla de la naturaleza: la inteligencia de los abejorros. Estos animales despiertan antes que las flores que les proporcionan alimento, porque los animales reaccionan al calor (cada vez comienza el calor más temprano) y las plantas necesitan, además, horas de sol (que aumentan progresivamente durante la primavera, al mismo ritmo cada año) . Dado que el cambio climático hace que las temperaturas sean más altas más pronto, los abejorros se encuentran sin flores a su disposición para poder libar.
Eso podría acabar en catástrofe, pero… entra en juego la sabiduría de la naturaleza: los abejorros practican unas determinadas incisiones en las hojas de las plantas y así consiguen que la planta florezca mucho antes.
Y no se trata únicamente de la incisión, puesto que las réplicas que han realizado los científicos no han surtido el mismo efecto. Eso sugiere que los abejorros deben, además, introducir en la planta alguna sustancia o proceder a algún otro tipo de intervención, hasta ahora desconocidas. En cualquier caso, el abejorro consigue que la planta florezca antes de lo programado por el número de horas de luz, asegurándose así la supervivencia. Otro precioso ejemplo de las complejas relaciones que se establecen entre seres vivos.
A nosotros nos sirve, además, para hacer un paralelismo con el mundo de la gestión corporativa: cuando un buen líder necesita que su equipo obtenga buenos resultados (y dentro de los plazos establecidos), estudia qué se necesita conseguir (objetivos), analiza todas las alternativas a su alcance y decide qué tipo de intervención será la más adecuada: en este caso, ofrecer a las personas del equipo los estímulos propicios para su floración.
Puede ser una caricia física o psicológica (como hace el abejorro), aplicación de una sustancia nutritiva (contraprestaciones de diversa índole), modificaciones de la situación actual (cambio de responsabilidades, de tareas, de procedimientos, etc.), en la forma, profundidad y frecuencia adecuadas hasta conseguir los objetivos definidos.
Y de esta forma, el líder asegura que el ecosistema se mantenga en equilibrio, como hace el abejorro en su entorno. Una preciosa fórmula do ut des que los buenos líderes practican dejando su huella líquida.
Mirando a la naturaleza, el líder biomimético encuentra soluciones que han sido probadas durante años y años de ensayo y error, ¿para qué partir de cero si tenemos ante los ojos una solución que ha demostrado ser válida para todos?
Aprender de la naturaleza es una preciosa oportunidad a nuestro alcance que produce placer y garantiza la supervivencia de todos nuestros partícipes, así que desde aquí agradezco a Jorge Laborda su artículo.
Eso podría acabar en catástrofe, pero… entra en juego la sabiduría de la naturaleza: los abejorros practican unas determinadas incisiones en las hojas de las plantas y así consiguen que la planta florezca mucho antes.
Y no se trata únicamente de la incisión, puesto que las réplicas que han realizado los científicos no han surtido el mismo efecto. Eso sugiere que los abejorros deben, además, introducir en la planta alguna sustancia o proceder a algún otro tipo de intervención, hasta ahora desconocidas. En cualquier caso, el abejorro consigue que la planta florezca antes de lo programado por el número de horas de luz, asegurándose así la supervivencia. Otro precioso ejemplo de las complejas relaciones que se establecen entre seres vivos.
A nosotros nos sirve, además, para hacer un paralelismo con el mundo de la gestión corporativa: cuando un buen líder necesita que su equipo obtenga buenos resultados (y dentro de los plazos establecidos), estudia qué se necesita conseguir (objetivos), analiza todas las alternativas a su alcance y decide qué tipo de intervención será la más adecuada: en este caso, ofrecer a las personas del equipo los estímulos propicios para su floración.
Puede ser una caricia física o psicológica (como hace el abejorro), aplicación de una sustancia nutritiva (contraprestaciones de diversa índole), modificaciones de la situación actual (cambio de responsabilidades, de tareas, de procedimientos, etc.), en la forma, profundidad y frecuencia adecuadas hasta conseguir los objetivos definidos.
Y de esta forma, el líder asegura que el ecosistema se mantenga en equilibrio, como hace el abejorro en su entorno. Una preciosa fórmula do ut des que los buenos líderes practican dejando su huella líquida.
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