Ficha Técnica
Título: La consciencia humana. Las bases biológicas, fisiológicas y culturales de la consciencia
Autor: José Enrique Campillo Álvarez
Edita: Arpa Editores, Barcelona. 2ª edición, julio 2021
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 378
ISBN: 978-84-17623-72-2
Precio: 19,90 euros
Hay temas que atraen enormemente la curiosidad de los lectores; y que, simultáneamente, originan en los autores que los tratan un cierto respeto, por no decir temor, dadas las dificultades que presentan. De las que no es la menor el encontrar una definición exacta desde la que partir. Y uno de tales temas es justamente el de nuestra consciencia.
Y esto lo pone de manifiesto, desde las primeras páginas, José Enrique Campillo en esta obra que comentamos. Ya la propia Academia de la Lengua ofrece hasta cuatro acepciones para definir la consciencia, de la que dice que es una capacidad, un conocimiento o un acto psíquico. Campillo ya nos dice que apenas tenemos conocimiento acerca de ella y que, pese a los esfuerzos de la neurofisiología, la neurología, la neurocirugía, la psiquiatría o la psicología, seguimos sin comprender cómo se produce exactamente.
Se trata de un tema que ha sido abordado desde la ciencia y desde la filosofía, con una abundante producción bibliográfica, por lo que cabría preguntarse el objetivo que se propuso el autor al acometer la redacción de este enjundioso ensayo. Por supuesto que no trata de imponer un punto de vista particular, una única opción. Es más: no vierte él opiniones personales, sino que se limita a presentar los datos existentes respecto a la consciencia. Nos invita a participar en un viaje hasta los confines del saber científico sobre la consciencia; un saber que no tiene una única conclusión válida para todo el mundo, sino que ofrece un amplio abanico de concepciones. Así las cosas, la tarea de concluir este apasionante viaje queda bajo la exclusiva responsabilidad del lector quien, con los datos y herramientas que brinda este libro, ha de decidir qué posibilidad se ajusta más a sus objetivos; incluso, la opción de no detenerse, sino de continuar la búsqueda introduciéndose en un atractivo mundo de posibles apeaderos.
Por supuesto: no estamos hablando de una obra de autoayuda. No. José Enrique Campillo acompaña al lector en su intento de resolver un puzle complejo y maravilloso sobre un asunto del que apenas se sabe nada; no se pueden colocar las piezas porque no hay un modelo que seguir; solo se podrán reconstruir fragmentos aislados.
“Al parecer, esta facultad extraordinaria que es la consciencia sustenta la percepción del mundo que habitamos, determina las circunstancias de la vida que vivimos, rige nuestra muerte inevitable e, incluso, nos da la esperanza de que, tras la muerte, quizá sigamos viviendo en algún otro lugar o formato físico”. Y, partiendo de estas premisas, el autor organiza la estructura de su libro, apoyándose en los tres productos principales de la consciencia: el mundo, la vida y la muerte, con un abordaje previo sobre la propia consciencia.
La consciencia
¿Con qué identificamos la consciencia? Ya hemos aludido a las acepciones de la RAE; pero también usamos el término como conocimiento del bien y del mal, un asunto que tiene que ver con la moral y la ética. Igualmente, utilizamos la palabra como sinónimo de intelecto, mente, cerebro, instintos, pensamientos, … o, también, conocimiento, percepción, raciocinio, responsabilidad, …
¿Qué es, pues, la conciencia? Nos dice el autor que “la consciencia, en el sentido estricto del término, es el mayor enigma de la ciencia, de la filosofía y de las religiones”. Y, pese a haberse discutido a lo largo de los siglos, no hay un acuerdo unánime sobre su definición. Quizás pueda valer la que nos dice, aunque sea lo suficientemente ambigua, que “es la actividad mental enriquecida con emociones, deseos, añoranzas, esperanzas o temores”.
En cualquier caso, el autor deja suficientemente claro que consciencia y mente son cosas diferentes y, siguiendo a Williams James, le atribuye cinco características: intimidad, cambio, intencionalidad, continuidad y selectividad, características en las que se detiene y explicita.
Ahora bien, cabe preguntarse si el resto de los seres vivos tienen o no consciencia; para Campillo no existe una respuesta categórica a esta pregunta, pasando a analizar la situación en las células, los vegetales y los animales, explicando cuidadosamente los diferentes matices que abarcan la cuestión: sensaciones, emociones, las respuestas complejas o los sentimientos.
No deja de lado el autor las funciones de la consciencia, partiendo de la base de que una de sus características más notables es la capacidad de elaborar simulaciones y modelos en las dimensiones espacial y temporal, por lo que, al tener que movernos en el universo, la consciencia es la herramienta que determina la forma más eficiente de hacerlo.
Es la consciencia la que nos permite, además, algunas de las grandezas de nuestra especie, como son la empatía, el altruismo, el amor o el sentimiento de la trascendencia espiritual aunque, en contraposición, hay que admitir que somos capaces de la mayor crueldad.
Dicho todo esto, es el momento de plantearse cómo y dónde se produce la consciencia. Según Campillo, para las personas religiosas la consciencia es el alma o forma parte de ella, mientras que, para la mayor parte de los científicos, se la asocia a nuestro cerebro, aunque aquí hay una división, ya que algunos de ellos intentan explicar su funcionamiento mediante la electrofisilogía clásica y otros recurren a las nociones más innovadoras de la física cuántica, sin faltar aquellos que opinan que una parte de la consciencia se localiza en algún lugar del universo, en una especie de campo cuántico.
José Enrique Campillo dedica varias páginas a analizar estas cuestiones, introduciéndonos, incluso, en la física cuántica y explicando con detalle la consciencia extracerebral o la consciencia cósmica, para, seguidamente, llevarnos al origen de la consciencia.
“Se produzca en el cerebro, en el corazón o en alguna región misteriosa del universo, la consciencia es algo que existe, que está ahí cumpliendo una función”. Pero el origen de la consciencia es otro gran misterio y hay respuestas para todos los gustos. El autor se detiene y explica tres opciones fundamentales según los criterios actuales: la opción divina, a la que se adhiere la mayor parte de la población; considera, también, la opción científica, basada sobre todo en la evolución biológica y la evolución cultural; y, finalmente, esboza la opción extraterrestre, una de las opciones más atrevidas y que está de moda. Como se ve, el autor se mantiene fiel a su propósito inicial de exponer las tendencias y teorías más comúnmente mantenidas, con total objetividad, por muy excéntricas que pudieran parecer.
Desde luego, de las tres opciones, la más indicada es la científica y así lo considera el autor considerando el espacio que le dedica. Parte de la base que la consciencia es una adaptación biológica que se supone es un producto (directo o indirecto) de la actividad del cerebro humano, cuya creciente complejidad exigió un tamaño adecuado con importantes consecuencias.
José Enrique Campillo rastrea las huellas de la consciencia a través de la evolución cultural de nuestra especie hasta llegar a planteamientos actuales que propugnan una mente expandida, es decir que nuestra consciencia forma parte de un todo universal y puede actuar más allá de nuestro cuerpo. Un efecto alcanzable, al parecer, por la utilización de determinadas drogas, la oración y la meditación, hasta llegar al análisis que hace sobre los campos mórficos de Rupert Sheldrake.
El mundo
Llegados a este punto, es hora de volver la mirada hacia el exterior de nuestro cuerpo para centrarla en el mundo. No en vano nuestra mente configura un escenario ficticio que nos permite desarrollar nuestra vida con seguridad y comodidad.
En esta parte de su obra, el autor analiza el entorno dividiéndolo en tres grandes bloques: un mundo a medida, un mundo inventado y un mundo conectado.
En cuanto al primero, expone cómo astrónomos y físicos acreditados afirman que vivimos en un universo hecho a medida de las necesidades de la vida y del ser humano. Y se centra en explicarnos el universo y su origen, el antropocentrismo y el principio antrópico y los multiversos, con una somera referencia, fiel a su principio de ofrecer las teorías más destacadas sobre cada particular abordado, a las corrientes terraplanistas.
El segundo bloque, un mundo inventado, nos habla de la ilusión de la realidad: “El mundo que percibimos a nuestro alrededor, posiblemente, es única y exclusivamente una invención de nuestra consciencia; apenas tiene nada que ver con la realidad”, afirma el autor. Y esto es así porque nuestro cerebro está diseñado para inventar el mundo: codifica la información que le llega desde los órganos de los sentidos y le confiere atributos inventados (colores, formas, sonidos, sabores, olores y texturas) que son de utilidad para nuestra supervivencia.
No puede faltar en este apartado un amplio hueco dedicado al espacio y al tiempo. Estructura del tiempo, su dirección, el biocentrismo y el tiempo son temas analizados, resumiendo y poniendo al alcance del lector las últimas hipótesis, tanto científicas como filosóficas.
En el tercer apartado, intenta el autor responder a la pregunta de si es posible, como algunos aseguran, que nuestra consciencia esté conectada con todo el universo. Aquí tiene cabida el desarrollo de la gran teoría unificada del universo, la consciencia universal, el campo akásico, los libros, internet y, por supuesto, la noosfera, con referencias a Édouard Le Roi, Teilhard de Chardin y Vladimir Vernadsky.
La vida
“La vida es un fenómeno extraordinario y altamente improbable. Nadie ha sido capaz de aportar un argumento incontestable acerca del origen de la vida, en general, y de la nuestra en particular”. Y de la vida trata este bloque del libro, como de algo fundamental para explicar la consciencia.
Es inevitable comenzar con un planteamiento filosófico, asumido en gran parte por la religión: ¿por qué o para qué vivimos? y, también, por qué lo hacemos en este preciso lugar y durante un período tan corto de la existencia.
Primero hay que considerar lo que dice la ciencia. Apuesta por el origen azaroso y casual de todo lo que existe, aunque tropieza con un serio problema, ya que afirma que el azar no existe. Todavía no está resuelta la clave de cuáles fueron los acontecimientos que permitieron que surgiera la vida ordenada y orgánica partiendo de un entorno desordenado e inorgánico. Lo plantea así el autor: “Hoy día la ciencia no dispone de explicación de cómo pudo ocurrir un proceso tan complejo sin la presencia de un ser vivo y sin el aporte sistemático de energía”.
Evidentemente, es inevitable plantearse la evolución como modelo científico para explicar la diversidad de la vida en el planeta. Y Campillo aborda la cuestión para pasar a preguntarse si alguien dirige nuestras vidas y, si es así, quién o qué. En definitiva, se trata de la cuestión de si vivimos nuestra vida con libertad absoluta o si algo o alguien controla los hilos de nuestra vida.
Aporta cuatro respuestas a estas cuestiones: el modelo guionizado, el azaroso o casual, el determinista o causal y, finalmente, el sincronismo. Todos ellos son ampliamente explicados por el autor; especial interés pueden despertar las páginas referidas a los hechos que consideramos casuales y las coincidencias en nuestra historia personal.
La muerte
No hay nada tan humano como la certeza de la propia muerte y eso también se lo debemos a nuestra consciencia. Y, para muchos, es la propia consciencia la que proporciona la esperanza de que nosotros mismos, o esta función tan exclusiva que es la consciencia, perviviremos tras la muerte en algún lugar o formato desconocido.
Desde luego, es imperioso tratar aquí la cuestión de la durabilidad, cuyo factor fundamental es el tiempo y, sobre todo, su dirección. Posiblemente, la única forma de comprender este factor es recurriendo a la física, a la termodinámica. Según sus leyes, la irreversibilidad y la unidireccionalidad de los procesos termodinámicos es lo que da lugar a lo que conocemos con el nombre de duración y dirección del tiempo. Y todo nos aboca a la desaparición, hacia el fin, hacia la muerte.
Estrictamente hablando, la ciencia nos dice que realmente no morimos; la vida, en cada especie, dura el tiempo necesario para que el individuo se reproduzca con las garantías suficientes para que sus células germinales, que transportan su material genético, se perpetúen en un nuevo individuo.
El autor analiza, descendiendo más al detalle, los mecanismos de la muerte, su diagnóstico, la muerte cerebral, el dolor, el sufrimiento y el miedo que desencadena en nosotros.
Pero,¿y después de la muerte? ¿Adónde vamos? Las religiones encuentran en la respuesta a estas cuestiones una de las principales razones de su existencia. ¿Qué dice, por su parte, la ciencia? Salvo algunas excepciones, considera que la consciencia es una función de la corteza cerebral y que, por tanto, cuando el cerebro muere, deja de producir la consciencia. Sin embargo, en su inquebrantable anhelo de ofrecer objetivamente todas las propuestas razonables, Campillo se detiene en las experiencias cercanas a la muerte y, por supuesto, la inmortalidad cuántica.
Tras estos análisis, concluye que siguen sin existir pruebas de que el cerebro sea la única fuente de la consciencia. Hay quien propone que podría estar alojada en alguna especie de servidor cuántico universal, situado fuera de nuestro cuerpo y al que accedemos para enviar o recibir información mediante una parte de ese poderoso terminal que es nuestro cerebro. Interesantísimo debate que no rehuye el autor.
Concluyendo
El tema de este libro es de máxima actualidad. De hecho, en esta misma revista nos hacemos eco frecuentemente de las nuevas aportaciones que se producen; como estas referencias: https://tendencias21.levante-emv.com/nueva-revolucion-en-las-teorias-cientificas-sobre-el-origen-de-la-consciencia.html y https://tendencias21.levante-emv.com/la-fuente-cerebral-del-placer-determina-la-consciencia-humana.html.
La importancia de la presente obra de José Enrique Campillo radica en que nos conduce hasta los límites a los que llega la ciencia, sin obviar otros planteamientos que, sin ser específicamente científicos, son ampliamente aceptados por diferentes sociedades por contar con un apoyo lo suficientemente racional y razonable para no ser rechazados como meras elucubraciones sin sentido.
Esta tarea del autor es culminada con notorio éxito. Y lo hace, además, con una intencionalidad didáctica que, dentro de una muy correcta pedagogía, aborda con un lenguaje sumamente asequible, muy al alcance de cualquier lector medio, sin que ello implique una renuncia a la rigurosidad exigible a sus propuestas.
Además, hace gala de una humildad propia del científico. Reconoce los límites a los que puede llegar. Incluso, en algún apartado de la obra, señala al lector que no se crea todo lo que en ella se expone, ya que lo narrado corresponde a supuestos que él no comparte pero que, como se ha dicho, en aras de una perseguida neutralidad informativa, trae a estas páginas para que nadie pueda tildarlo de tendencioso o de pretender ignorar otras hipótesis también válidas.
Nos encontramos, pues, ante un libro que es conveniente tener a mano y al que acudir cuando se quiera acceder a una panorámica sobre los temas que aborda. Recomendación al parecer muy seguida, ya que, en el espacio de pocos meses, ha alcanzado una segunda edición.
Índice
Justificación
Primera parte: La consciencia
1. ¿Qué es la consciencia?
2. ¿Cómo y dónde se produce la consciencia?
3. El origen de la consciencia
4. La mente expandida
Segunda parte: El mundo
5. Un mundo a medida
6. Un mundo inventado
7. Un mundo conectado
Tercera parte: La vida
8. ¿Qué hacemos aquí?
9. ¿Quién o qué dirige nuestras vidas?
Cuarta parte: La muerte
10. El misterio de la duración
11. ¿Adónde vamos luego?
Bibliografía
Título: La consciencia humana. Las bases biológicas, fisiológicas y culturales de la consciencia
Autor: José Enrique Campillo Álvarez
Edita: Arpa Editores, Barcelona. 2ª edición, julio 2021
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 378
ISBN: 978-84-17623-72-2
Precio: 19,90 euros
Hay temas que atraen enormemente la curiosidad de los lectores; y que, simultáneamente, originan en los autores que los tratan un cierto respeto, por no decir temor, dadas las dificultades que presentan. De las que no es la menor el encontrar una definición exacta desde la que partir. Y uno de tales temas es justamente el de nuestra consciencia.
Y esto lo pone de manifiesto, desde las primeras páginas, José Enrique Campillo en esta obra que comentamos. Ya la propia Academia de la Lengua ofrece hasta cuatro acepciones para definir la consciencia, de la que dice que es una capacidad, un conocimiento o un acto psíquico. Campillo ya nos dice que apenas tenemos conocimiento acerca de ella y que, pese a los esfuerzos de la neurofisiología, la neurología, la neurocirugía, la psiquiatría o la psicología, seguimos sin comprender cómo se produce exactamente.
Se trata de un tema que ha sido abordado desde la ciencia y desde la filosofía, con una abundante producción bibliográfica, por lo que cabría preguntarse el objetivo que se propuso el autor al acometer la redacción de este enjundioso ensayo. Por supuesto que no trata de imponer un punto de vista particular, una única opción. Es más: no vierte él opiniones personales, sino que se limita a presentar los datos existentes respecto a la consciencia. Nos invita a participar en un viaje hasta los confines del saber científico sobre la consciencia; un saber que no tiene una única conclusión válida para todo el mundo, sino que ofrece un amplio abanico de concepciones. Así las cosas, la tarea de concluir este apasionante viaje queda bajo la exclusiva responsabilidad del lector quien, con los datos y herramientas que brinda este libro, ha de decidir qué posibilidad se ajusta más a sus objetivos; incluso, la opción de no detenerse, sino de continuar la búsqueda introduciéndose en un atractivo mundo de posibles apeaderos.
Por supuesto: no estamos hablando de una obra de autoayuda. No. José Enrique Campillo acompaña al lector en su intento de resolver un puzle complejo y maravilloso sobre un asunto del que apenas se sabe nada; no se pueden colocar las piezas porque no hay un modelo que seguir; solo se podrán reconstruir fragmentos aislados.
“Al parecer, esta facultad extraordinaria que es la consciencia sustenta la percepción del mundo que habitamos, determina las circunstancias de la vida que vivimos, rige nuestra muerte inevitable e, incluso, nos da la esperanza de que, tras la muerte, quizá sigamos viviendo en algún otro lugar o formato físico”. Y, partiendo de estas premisas, el autor organiza la estructura de su libro, apoyándose en los tres productos principales de la consciencia: el mundo, la vida y la muerte, con un abordaje previo sobre la propia consciencia.
La consciencia
¿Con qué identificamos la consciencia? Ya hemos aludido a las acepciones de la RAE; pero también usamos el término como conocimiento del bien y del mal, un asunto que tiene que ver con la moral y la ética. Igualmente, utilizamos la palabra como sinónimo de intelecto, mente, cerebro, instintos, pensamientos, … o, también, conocimiento, percepción, raciocinio, responsabilidad, …
¿Qué es, pues, la conciencia? Nos dice el autor que “la consciencia, en el sentido estricto del término, es el mayor enigma de la ciencia, de la filosofía y de las religiones”. Y, pese a haberse discutido a lo largo de los siglos, no hay un acuerdo unánime sobre su definición. Quizás pueda valer la que nos dice, aunque sea lo suficientemente ambigua, que “es la actividad mental enriquecida con emociones, deseos, añoranzas, esperanzas o temores”.
En cualquier caso, el autor deja suficientemente claro que consciencia y mente son cosas diferentes y, siguiendo a Williams James, le atribuye cinco características: intimidad, cambio, intencionalidad, continuidad y selectividad, características en las que se detiene y explicita.
Ahora bien, cabe preguntarse si el resto de los seres vivos tienen o no consciencia; para Campillo no existe una respuesta categórica a esta pregunta, pasando a analizar la situación en las células, los vegetales y los animales, explicando cuidadosamente los diferentes matices que abarcan la cuestión: sensaciones, emociones, las respuestas complejas o los sentimientos.
No deja de lado el autor las funciones de la consciencia, partiendo de la base de que una de sus características más notables es la capacidad de elaborar simulaciones y modelos en las dimensiones espacial y temporal, por lo que, al tener que movernos en el universo, la consciencia es la herramienta que determina la forma más eficiente de hacerlo.
Es la consciencia la que nos permite, además, algunas de las grandezas de nuestra especie, como son la empatía, el altruismo, el amor o el sentimiento de la trascendencia espiritual aunque, en contraposición, hay que admitir que somos capaces de la mayor crueldad.
Dicho todo esto, es el momento de plantearse cómo y dónde se produce la consciencia. Según Campillo, para las personas religiosas la consciencia es el alma o forma parte de ella, mientras que, para la mayor parte de los científicos, se la asocia a nuestro cerebro, aunque aquí hay una división, ya que algunos de ellos intentan explicar su funcionamiento mediante la electrofisilogía clásica y otros recurren a las nociones más innovadoras de la física cuántica, sin faltar aquellos que opinan que una parte de la consciencia se localiza en algún lugar del universo, en una especie de campo cuántico.
José Enrique Campillo dedica varias páginas a analizar estas cuestiones, introduciéndonos, incluso, en la física cuántica y explicando con detalle la consciencia extracerebral o la consciencia cósmica, para, seguidamente, llevarnos al origen de la consciencia.
“Se produzca en el cerebro, en el corazón o en alguna región misteriosa del universo, la consciencia es algo que existe, que está ahí cumpliendo una función”. Pero el origen de la consciencia es otro gran misterio y hay respuestas para todos los gustos. El autor se detiene y explica tres opciones fundamentales según los criterios actuales: la opción divina, a la que se adhiere la mayor parte de la población; considera, también, la opción científica, basada sobre todo en la evolución biológica y la evolución cultural; y, finalmente, esboza la opción extraterrestre, una de las opciones más atrevidas y que está de moda. Como se ve, el autor se mantiene fiel a su propósito inicial de exponer las tendencias y teorías más comúnmente mantenidas, con total objetividad, por muy excéntricas que pudieran parecer.
Desde luego, de las tres opciones, la más indicada es la científica y así lo considera el autor considerando el espacio que le dedica. Parte de la base que la consciencia es una adaptación biológica que se supone es un producto (directo o indirecto) de la actividad del cerebro humano, cuya creciente complejidad exigió un tamaño adecuado con importantes consecuencias.
José Enrique Campillo rastrea las huellas de la consciencia a través de la evolución cultural de nuestra especie hasta llegar a planteamientos actuales que propugnan una mente expandida, es decir que nuestra consciencia forma parte de un todo universal y puede actuar más allá de nuestro cuerpo. Un efecto alcanzable, al parecer, por la utilización de determinadas drogas, la oración y la meditación, hasta llegar al análisis que hace sobre los campos mórficos de Rupert Sheldrake.
El mundo
Llegados a este punto, es hora de volver la mirada hacia el exterior de nuestro cuerpo para centrarla en el mundo. No en vano nuestra mente configura un escenario ficticio que nos permite desarrollar nuestra vida con seguridad y comodidad.
En esta parte de su obra, el autor analiza el entorno dividiéndolo en tres grandes bloques: un mundo a medida, un mundo inventado y un mundo conectado.
En cuanto al primero, expone cómo astrónomos y físicos acreditados afirman que vivimos en un universo hecho a medida de las necesidades de la vida y del ser humano. Y se centra en explicarnos el universo y su origen, el antropocentrismo y el principio antrópico y los multiversos, con una somera referencia, fiel a su principio de ofrecer las teorías más destacadas sobre cada particular abordado, a las corrientes terraplanistas.
El segundo bloque, un mundo inventado, nos habla de la ilusión de la realidad: “El mundo que percibimos a nuestro alrededor, posiblemente, es única y exclusivamente una invención de nuestra consciencia; apenas tiene nada que ver con la realidad”, afirma el autor. Y esto es así porque nuestro cerebro está diseñado para inventar el mundo: codifica la información que le llega desde los órganos de los sentidos y le confiere atributos inventados (colores, formas, sonidos, sabores, olores y texturas) que son de utilidad para nuestra supervivencia.
No puede faltar en este apartado un amplio hueco dedicado al espacio y al tiempo. Estructura del tiempo, su dirección, el biocentrismo y el tiempo son temas analizados, resumiendo y poniendo al alcance del lector las últimas hipótesis, tanto científicas como filosóficas.
En el tercer apartado, intenta el autor responder a la pregunta de si es posible, como algunos aseguran, que nuestra consciencia esté conectada con todo el universo. Aquí tiene cabida el desarrollo de la gran teoría unificada del universo, la consciencia universal, el campo akásico, los libros, internet y, por supuesto, la noosfera, con referencias a Édouard Le Roi, Teilhard de Chardin y Vladimir Vernadsky.
La vida
“La vida es un fenómeno extraordinario y altamente improbable. Nadie ha sido capaz de aportar un argumento incontestable acerca del origen de la vida, en general, y de la nuestra en particular”. Y de la vida trata este bloque del libro, como de algo fundamental para explicar la consciencia.
Es inevitable comenzar con un planteamiento filosófico, asumido en gran parte por la religión: ¿por qué o para qué vivimos? y, también, por qué lo hacemos en este preciso lugar y durante un período tan corto de la existencia.
Primero hay que considerar lo que dice la ciencia. Apuesta por el origen azaroso y casual de todo lo que existe, aunque tropieza con un serio problema, ya que afirma que el azar no existe. Todavía no está resuelta la clave de cuáles fueron los acontecimientos que permitieron que surgiera la vida ordenada y orgánica partiendo de un entorno desordenado e inorgánico. Lo plantea así el autor: “Hoy día la ciencia no dispone de explicación de cómo pudo ocurrir un proceso tan complejo sin la presencia de un ser vivo y sin el aporte sistemático de energía”.
Evidentemente, es inevitable plantearse la evolución como modelo científico para explicar la diversidad de la vida en el planeta. Y Campillo aborda la cuestión para pasar a preguntarse si alguien dirige nuestras vidas y, si es así, quién o qué. En definitiva, se trata de la cuestión de si vivimos nuestra vida con libertad absoluta o si algo o alguien controla los hilos de nuestra vida.
Aporta cuatro respuestas a estas cuestiones: el modelo guionizado, el azaroso o casual, el determinista o causal y, finalmente, el sincronismo. Todos ellos son ampliamente explicados por el autor; especial interés pueden despertar las páginas referidas a los hechos que consideramos casuales y las coincidencias en nuestra historia personal.
La muerte
No hay nada tan humano como la certeza de la propia muerte y eso también se lo debemos a nuestra consciencia. Y, para muchos, es la propia consciencia la que proporciona la esperanza de que nosotros mismos, o esta función tan exclusiva que es la consciencia, perviviremos tras la muerte en algún lugar o formato desconocido.
Desde luego, es imperioso tratar aquí la cuestión de la durabilidad, cuyo factor fundamental es el tiempo y, sobre todo, su dirección. Posiblemente, la única forma de comprender este factor es recurriendo a la física, a la termodinámica. Según sus leyes, la irreversibilidad y la unidireccionalidad de los procesos termodinámicos es lo que da lugar a lo que conocemos con el nombre de duración y dirección del tiempo. Y todo nos aboca a la desaparición, hacia el fin, hacia la muerte.
Estrictamente hablando, la ciencia nos dice que realmente no morimos; la vida, en cada especie, dura el tiempo necesario para que el individuo se reproduzca con las garantías suficientes para que sus células germinales, que transportan su material genético, se perpetúen en un nuevo individuo.
El autor analiza, descendiendo más al detalle, los mecanismos de la muerte, su diagnóstico, la muerte cerebral, el dolor, el sufrimiento y el miedo que desencadena en nosotros.
Pero,¿y después de la muerte? ¿Adónde vamos? Las religiones encuentran en la respuesta a estas cuestiones una de las principales razones de su existencia. ¿Qué dice, por su parte, la ciencia? Salvo algunas excepciones, considera que la consciencia es una función de la corteza cerebral y que, por tanto, cuando el cerebro muere, deja de producir la consciencia. Sin embargo, en su inquebrantable anhelo de ofrecer objetivamente todas las propuestas razonables, Campillo se detiene en las experiencias cercanas a la muerte y, por supuesto, la inmortalidad cuántica.
Tras estos análisis, concluye que siguen sin existir pruebas de que el cerebro sea la única fuente de la consciencia. Hay quien propone que podría estar alojada en alguna especie de servidor cuántico universal, situado fuera de nuestro cuerpo y al que accedemos para enviar o recibir información mediante una parte de ese poderoso terminal que es nuestro cerebro. Interesantísimo debate que no rehuye el autor.
Concluyendo
El tema de este libro es de máxima actualidad. De hecho, en esta misma revista nos hacemos eco frecuentemente de las nuevas aportaciones que se producen; como estas referencias: https://tendencias21.levante-emv.com/nueva-revolucion-en-las-teorias-cientificas-sobre-el-origen-de-la-consciencia.html y https://tendencias21.levante-emv.com/la-fuente-cerebral-del-placer-determina-la-consciencia-humana.html.
La importancia de la presente obra de José Enrique Campillo radica en que nos conduce hasta los límites a los que llega la ciencia, sin obviar otros planteamientos que, sin ser específicamente científicos, son ampliamente aceptados por diferentes sociedades por contar con un apoyo lo suficientemente racional y razonable para no ser rechazados como meras elucubraciones sin sentido.
Esta tarea del autor es culminada con notorio éxito. Y lo hace, además, con una intencionalidad didáctica que, dentro de una muy correcta pedagogía, aborda con un lenguaje sumamente asequible, muy al alcance de cualquier lector medio, sin que ello implique una renuncia a la rigurosidad exigible a sus propuestas.
Además, hace gala de una humildad propia del científico. Reconoce los límites a los que puede llegar. Incluso, en algún apartado de la obra, señala al lector que no se crea todo lo que en ella se expone, ya que lo narrado corresponde a supuestos que él no comparte pero que, como se ha dicho, en aras de una perseguida neutralidad informativa, trae a estas páginas para que nadie pueda tildarlo de tendencioso o de pretender ignorar otras hipótesis también válidas.
Nos encontramos, pues, ante un libro que es conveniente tener a mano y al que acudir cuando se quiera acceder a una panorámica sobre los temas que aborda. Recomendación al parecer muy seguida, ya que, en el espacio de pocos meses, ha alcanzado una segunda edición.
Índice
Justificación
Primera parte: La consciencia
1. ¿Qué es la consciencia?
2. ¿Cómo y dónde se produce la consciencia?
3. El origen de la consciencia
4. La mente expandida
Segunda parte: El mundo
5. Un mundo a medida
6. Un mundo inventado
7. Un mundo conectado
Tercera parte: La vida
8. ¿Qué hacemos aquí?
9. ¿Quién o qué dirige nuestras vidas?
Cuarta parte: La muerte
10. El misterio de la duración
11. ¿Adónde vamos luego?
Bibliografía
Notas sobre el autor
José Enrique Campillo Álvarez es médico especialista en nutrición y alimentación. Se doctoró en Medicina por la Universidad de Granada y ha sido catedrático de Fisiología en la Universidad de Extremadura. Su labor investigadora se ha desarrollado a través del estudio de diversos aspectos relacionados con la diabetes, la nutrición humana y el ejercicio físico.
Es Premio Nacional de Investigación 1989 y miembro de numerosas sociedades científicas españolas y europeas, como la European Association for the Study of Diabetes. En los últimos años ha estado interesado en el enfoque de la llamada Medicina Darwiniana acerca de las enfermedades de la opulencia (síndrome metabólico y enfermedades asociadas). Ha publicado sus estudios en revistas especializadas y es autor de La cadera de Eva, El mono obeso y El mono estresado, entre otros.
José Enrique Campillo Álvarez es médico especialista en nutrición y alimentación. Se doctoró en Medicina por la Universidad de Granada y ha sido catedrático de Fisiología en la Universidad de Extremadura. Su labor investigadora se ha desarrollado a través del estudio de diversos aspectos relacionados con la diabetes, la nutrición humana y el ejercicio físico.
Es Premio Nacional de Investigación 1989 y miembro de numerosas sociedades científicas españolas y europeas, como la European Association for the Study of Diabetes. En los últimos años ha estado interesado en el enfoque de la llamada Medicina Darwiniana acerca de las enfermedades de la opulencia (síndrome metabólico y enfermedades asociadas). Ha publicado sus estudios en revistas especializadas y es autor de La cadera de Eva, El mono obeso y El mono estresado, entre otros.