Reseñas

Filósofos ante Cristo

Juan Antonio Martínez de la Fe , 16/07/2015

Ficha Técnica

Título: Filósofos ante Cristo
Autor: Enrique Bonete Perales
Edita: Tecnos, Madrid, 2014
Colección: Filosofía y Ensayo
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 248
ISBN: 978-84-309-6494-9
Precio: 15,50 euros

Es este un libro fruto de muchos años de investigación, con un planteamiento sumamente original a la par que atractivo; a lo que se une un serio planteamiento metodológico en su estructura y posterior redacción.

Enrique Bonete, con esta obra, pretende buscar la respuesta que los más destacados pensadores han dado a las preguntas que planteó Jesús a sus discípulos: ¿quién dice la gente que soy yo?, y vosotros ¿quién decís que soy yo? La respuesta que el portavoz del grupo de seguidores, Pedro, tú eres el Mesías, no la comparten muchos de los filósofos recogidos en estas páginas; pero, lo que es incuestionable es que, creyentes o no creyentes, dedicaron páginas a reflexionar y transmitir su personal respuesta a la cuestión que les interpela a través de los siglos. Hay, eso sí, una limitación por razones de espacio: el tiempo que abarca este estudio se ciñe a los pensadores modernos y contemporáneos, desde el siglo XVII al XX, excluyendo a intelectuales medievales o renacentistas vinculados a instituciones eclesiásticas en un sentido amplio.

“Las páginas de este volumen antológico sobre Jesús de Nazaret (o Cristo) han sido redactadas por algunas de las mentes más prodigiosas de la filosofía occidental con total libertad de espíritu y apertura intelectual.” Así resume Bonete Perales el contenido de la edición.

En su planteamiento expositivo, el autor nos ofrece una amplia Introducción, a lo largo de casi cuarenta páginas, sobre los tres modos principales de interpretar a Jesucristo que han desarrollado los filósofos: la perspectiva metafísica (el problema de la Verdad), la perspectiva ética (el problema del Bien) y la perspectiva escatológica (el problema de la Muerte). Luego, en el desarrollo de la obra, antes de ofrecernos los textos de cada autor, da una aproximación a los aspectos principales de su creación intelectual conectados, eso sí, con su concepción de la religión o teología racional, con el propósito de contribuir a una mejor comprensión de las páginas elegidas.

Considerando la filosofía más como un modo de preguntar que como un conglomerado de doctrinas, ofrece el autor, como modelo de cuestiones que van más allá del conocimiento empírico, las tres preguntas de Kant: qué puedo saber, qué debo hacer, qué me cabe esperar. Y las relaciona con palabras recogidas en el Nuevo Testamento: qué puedo saber, ¿qué es la verdad?; qué debo hacer, ¿qué mandamiento es el primero de todos?; qué me cabe esperar, ¿cuál es la esperanza a la que Dios nos llama? Y lo argumenta: “Solo quiero esbozar mi particular línea argumentativa para presentar en qué medida puede ser considerada la persona de Jesucristo (y así ha sido captado por muchos de los pensadores seleccionados) como la respuesta a una de las preguntas, a dos e incluso a las tres cuestiones kantianas al mismo tiempo conectadas, claro está, con tres relevantes problemas filosóficos: el de la verdad (…), el del bien (…) y el de la muerte.”

El problema de la Verdad

Aborda el autor, seguidamente, el tema del problema de la Verdad. Partiendo de la idea de que “tarea básica de toda filosofía es indagar lo verdadero, buscarlo metódicamente y transmitirlo a personas ansiosas por saber”, nos plantea que Jesús se nos reveló como la Verdad personificada. Pero, se pregunta a qué se refiere esta Verdad, ya que, desde varios niveles filosóficos, puede interpretarse ontológica, moral, antropológicamente, etc. Y aclara que se dedicará al primero de estos niveles, el ontológico y, en consecuencia, el primer bloque de la antología que constituye esta obra se centra en el esclarecimiento de hasta qué punto en Jesús se manifestaba la revelación absoluta de la verdad, aportando los textos de algunos pensadores sobre este particular.

La pregunta sobre el ser del mundo es la esencia de la ontología y exige una respuesta no solo inteligible, sino, sobre todo, racional; y ese era el objeto perseguido desde los presocrácticos, recogido luego en las Escrituras: ¿cuál es el arjé, el principio, el sustrato, el origen, la causa de todo lo real? La tesis filosófica que procede de la revelación nos dice que el ser del hombre y de todas las cosas ha sido causado por Dios, por la Palabra, por Jesucristo, no por el azar. Por ello, no debe de sorprendernos que la primitiva Iglesia se aliase con el Dios de los filósofos y no con las religiones de la época; y por eso, como explica Bonete, “existe una estrecha conexión entre el cristianismo como verdad revelada y la filosofía como verdad buscada por la razón humana”; un cristianismo que intenta elaborar una síntesis entre ambos conceptos de verdad: la racional, perseguida por los hombres, y la revelada, donada por Dios.

La lista de los autores de quienes proceden los textos de la primera parte de la obra es extensa y se verá con detalle en el Índice que figura al final de esta reseña; allí figuran desde Spinoza a Hegel, Vattimo o Xavier Zubiri, entre otros.

El problema del Bien

En esta Introducción de la obra, el autor continúa orientándonos en la incursión que nos propone a los textos de pensadores sobre Jesús. Aborda, tras el problema de la Verdad, el del Bien, es decir, la perspectiva ética. Su propuesta inicial es que tomamos continuamente decisiones para actuar, unas decisiones que afectan a otros y, también, a nosotros mismos, lo que nos lleva a dos niveles morales en nuestro comportamiento: intra e interpersonal. Pero, ambos niveles apuntan a un tercero, el de la ética suprapersonal.

El primer nivel, la ética intrapersonal, está referido a la relación del sujeto consigo mismo. Y toma una cita de Zubiri para desarrollarlo: “las acciones morales constituyen una ‘apropiación de posibilidades’ que imprimen un carácter o una personalidad moral a quien las ejecuta”. Para Bonete Perales, aquí podría radicar el sentido genuino de la vida, en ir moldeando nuestro yo personal; es decir: “todo sujeto humano (sea consciente o no de ello), durante su propia vida, obrando en libertad, se construye un modo moral de ser”. Y es esta la misión ineludible del hombre: hacerse a sí mismo persona a través del impacto que producen en su propio yo las acciones morales. ¿Y qué acciones contribuyen mejor a la formación del propio ser? La respuesta a esta cuestión necesita ascender al nivel de la ética interpersonal.

Una ética que responde a la perspectiva moral más común. Su tesis, resumidamente, es que nos constituimos como personas merced a la influencia que otros ejercen sobre nuestra vida a través de su comportamiento; hemos sido amados por ser considerados “otro” a quien cuidar. Igual nos ocurre a nosotros con quienes nos rodean y a quienes amamos. “Por consiguiente, yo soy yo porque he sido amado y porque amo a alguien […] El ser humano solo adquiere su humanidad y moralidad viviendo y actuando ante, con y para otros. Por eso, somos co-responsables del destino de nuestros prójimos”. Cabe aquí la pregunta kantiana qué debo hacer; es decir, qué acciones morales he de emprender para que su incidencia en los otros sea positiva y dignificadora.

Y llegamos, pues, al tercer nivel, el de la ética suprapersonal, al que apuntan los dos niveles precedentes. Un nivel que resulte, probablemente, el más polémico pues, si bien los dos anteriores pueden ser fácilmente aceptados por una mayoría de pensadores, este tercero presupone, además, la fe, algo que no todos comparten. Eso sí: con independencia de que se acepte su desarrollo, es decir, la fuerza moral del amor, hay quienes ponen en duda su fundamento en Dios y, más concretamente, en Jesús.

Porque, para el autor, “hablar de una ética suprapersonal es mostrar la conexión existente culturalmente entre pautas morales seguidas por los hombres y la percepción de la propia identidad en tanto que creyente, criatura de Dios, discípulo de Cristo”. Es decir: si las acciones morales del individuo inciden siempre en el propio sujeto (ética intrapersonal) al igual que en quienes lo rodean (ética interpersonal), no cabe duda de que la mejor manera de actuar es el amor, siguiendo las doctrina y el ejemplo de Jesús. Y, en la segunda parte del libro, aportará documentos de filósofos como Hobbes, Rousseau, Kant, Stuart Mill, etc.

El problema de la Muerte

En esta Introducción a la obra que comentamos y que es de necesaria lectura para entrar de lleno en el contenido del resto del libro, Enrique Bonete aborda ahora el tercero de los aspectos que trata en su estudio: el problema de la muerte, es decir, la perspectiva escatológica.

Nos plantea que la pregunta de Kant, ¿qué me cabe esperar?, se puede interpretar desde cuatro claves hermenéuticas: histórica (el futuro político de la humanidad), teleológica (la persecución social del reino de los fines), ética (la inmortalidad como postulado de la razón práctica) y religiosa (la vida eterna para la humanidad, derivada de la resurrección de Cristo); aquí, solo abordará esta última cuarta clave, la religiosa.

Seguirá la línea argumentativa derivada de Kant, aunque este no la tratara mucho, al ser un asunto más cristiano que filosófico que requiere cierto grado de fe. ¿Qué me cabe esperar? Para Enrique Bonete, la cuestión implica inquirir por el anhelo profundo de “ser” frente a las amenazas que padece: enfermedad, envejecimiento, dolor y, finalmente, la muerte. Se trata, en definitiva, de si nuestro existir queda abierto al enigma, a la trascendencia, al misterio, o, si por el contrario, lo condenamos a la desesperación o el absurdo; una disyuntiva que tampoco aceptarían muchos intelectuales, pero que también cuenta con el apoyo de destacados pensadores. El tema se concreta en el hecho de la resurrección de Jesús, hecho por el que aboga el autor intentando debilitar los argumentos de quienes se oponen a ella, incluso entendiendo de otra manera el concepto resucitar. Para Bonete Perales, la esperanza cristiana, no siendo del todo accesible a la pura inteligencia, no deja de ofrecer una explicación plausible de nuestro destino. Y analiza la postura de los filósofos cuyos textos se incluyen en este bloque y que van desde Pascal a Nozick, pasando por María Zambrano, Julián Marías o Karl Jaspers, entre otros.

Para cerrar esta extensa y necesaria Introducción, Enrique Bonete nos aporta alguna aclaración. Por ejemplo, advierte de que el orden seguido dentro de cada bloque para presentar a los autores y sus textos es el cronológico referido a la fecha de nacimiento de cada uno de ellos, y no el de la publicación de sus aportaciones. Igualmente, nos señala que, evidentemente, ha tenido que excluir de su trabajo a muchos pensadores que también redactaron páginas referidas a Jesús de Nazaret; por ejemplo, Leibniz, Voltaire, Schelling, Marx, Russell, Buber, Popper, Heidegger, Wittgenstein, Ricoeur, Ciorán, Kolakowski, …; lo ha hecho por razones de espacio y por observar un cierto equilibrio entre los que nos presenta; eso sí, ha procurado incluir nombres españoles, aunque no todos los deseados. Quizás, en un futuro, esperemos que no lejano, Enrique Bonete nos ofrezca otra obra donde podamos disfrutar de los textos de los autores no recogidos aquí. Y decimos disfrutar porque no otra es la sensación que nos ha producido la lectura de tan interesante trabajo.

En cuanto a la edición, tiene detalles que ayudan a la lectura. Por ejemplo, los textos de cada pensador vienen precedidos de una sucinta presentación de su vida y obra, tal y como se expuso más arriba; los textos propiamente dichos se nos ofrecen con una tipografía diferente, clara y de cómoda lectura. Y las notas a pie de página suelen aportar alguna bibliografía adicional, tanto sobre los autores como de sus obras, para el interesado en profundizar en algún aspecto concreto.

En definitiva, se trata de un excelente trabajo de estudio y recopilación, muy bien estructurado metodológicamente que nos descubre, reuniéndolas en un volumen, una selección de páginas debidas a pensadores ilustres sobre la figura de Jesús de Nazaret. Algo novedoso que debe de estimular a su lectura.

Índice
Introducción. “Y vosotros, filósofos, ¿quién decís que soy yo?”
1. La pregunta bíblica
2. Las preguntas de Kant
3. Tres interpretaciones filosóficas de Cristo
1ª El problema de la Verdad (perspectiva metafísica)
2ª El problema del Bien (perspectiva ética)
3ª El problema de la Muerte (perspectiva escatológica)

I. Cristo y el problema de la verdad
1. Baruch Spinoza. Voz de Cristo, voz de Dios
2. Johann Gottlieb Fichte. Jesús de Nazaret, existencia histórica de la verdad
3. Friedrich Schleiermacher. Cristo, ¿único mediador?
4. Georg Wilhem Friedrich Hegel. Cristo, certeza de la verdad de Dios
5. Sören Kierkegaard. El escándalo del Dios-hombre
6. Xavier Zubiri. Cristo, Dios hecho historia
7. Michel Henry. De la verdad histórica a la Verdad de Cristo
8. Réné Girard. Cristo y el rechazo violento de la verdad de Dios
9. Mariano Álvarez. Cristo, la verdad como desolcultamiento
10. Gianni Vattimo. Jesús, kenosis de Dios
11. Eugenio Trías. El Cristo: Dios de la cruz y Dios del tiempo

II. Cristo y el problema del Bien
1. Thomas Hobbes. La misión de Cristo
2. John Locke. Jesucristo y la moral universal
3. Jean-Jacques Rousseau. Jesús, vida y muerte de un Dios
4. Inmanuel Kant. El Maestro del Evangelio como ideal de la perfección moral
5. Arthur Schopenhauer. Jesucristo, negación de la voluntad de vivir
6. John Stuart Mill. Cristo, guía moral de la humanidad
7. Friedrich Nietzsche. Jesús y la psicología del redentor
8. George Santayana. El amor del profeta de Nazaret
9. Max Scheler. Jesús, un Dios amante
10. Hannah Arendt. Jesús de Nazaret, el poder de perdonar
11. John Rawls. La “conversión” ante el amor de Jesucristo

III. Cristo y el problema de la Muerte
1. Blaise Pascal. Sufrimiento de Jesús
2. Barón de Holbach. Contra la resurrección de Cristo
3. Ludwig Feuerbach. Cristo, el Dios sufriente
4. Miguel de Unamuno. Cristo eternizador
5. Karl Jaspers. Sufrimiento y muerte de Jesús en la cruz
6. Ernst Bloch. Contra la muerte-sacrificio de Jesús
7. María Zambrano. Cristo, semilla de Dios caída en la tierra
8. Julián Marías. Inmortalidad del alma y resurrección de la carne
9. Robert Spaemann. Muerte humana y resurrección de Jesús
10. Richard Swinburne. La plausibilidad de la resurrección de Jesús
11. Robert Nozick. El Holocausto, una humanidad sin Cristo
 

Nota sobre el autor

Enrique Bonete Perales (Valencia, 1959), es catedrático de Filosofía Moral en la Universidad de Salamanca. Fue becario post-doctoral en el Instituto de Filosofía del CSIC (Madrid) y amplió estudios en Estrasburgo (Consejo de Europa), Berlín y Londres. Ha impartido cursos de Ética en centros universitarios norteamericanos (Newark, Washington, Toronto) y europeos (Berlín, Ámsterdam, Copenhague). Es autor de numerosos trabajos éticos en revistas especializadas y de varios libros. Entre ellos cabe destacar: Aranguren, la ética entre la religión y la política (1989), Éticas contemporáneas (1990), La faz oculta de la modernidad (1995), Éticas en esbozo. De política, felicidad y muerte (2003), ¿Libres para morir? En torno a la Tánato-ética (2004), ¿Debemos tolerarlo todo? (coautor) (2006), y Repensar el fin de la vida. Sentido ético del morir (2007).
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