Título: Filosofía de la religión. Seis ensayos y una nota
Autor: Pere Lluís Font
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona 2020
Colección: Fragmentos
Traducción: Mayka Lahoz
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 220
ISBN: 978-84-17796-22-8
Precio: 18 euros
El término Filosofía de la religión es relativamente nuevo. Y lo suficientemente amplio como para despertar opiniones encontradas: una disciplina joven puede encerrar caminos por recorrer con todas las cautelas que despierta lo novedoso. Pese a ello, son muchos los autores que han tratado el tema; por citar solo algunos en español, Juan Antonio Estrada, Manuel Fraijó, José Gómez Caffarena, José María Mardones, Enrique Romerales, Javier Sádaba, Andrés Torres Queiruga o Pere Lluís Font. Justamente, de este último ha aparecido un interesante libro: Filosofía de la religión. Seis ensayos y una nota (Fragmenta Editorial, Barcelona, 2020).
En esta obra, Font plantea las nada fáciles relaciones entre filosofía y religión, germen de dispares criterios de quienes la consideran a la filosofía poco religiosa o a la religión poco filosófica. Ante la necesidad de descender a zonas más concretas, el autor advierte de que parte de un planteamiento cristiano, de una parte, por arrancar de un clima que culturalmente lo es, al exponerse a la razón; y, de otra parte, por ser aventurado hacer filosofía de otras religiones desde fuera, con un conocimiento de oídas.
Es un libro que se presenta como un todo homogéneo, pese a ser fruto de seis bloques de su programa docente de esta materia, de los que el primero trata de El estatuto de la filosofía de la religión. Es esta filosofía el lugar natural para hacer un tratamiento racional y autónomo del hecho religioso, en la medida en que esto sea posible. Desde luego, hay que partir de la base de que la autonomía del pensamiento filosófico y científico exige que no se presupongan determinadas opciones en materia religiosa “si se quiere que la filosofía y la ciencia sean actividades intelectuales practicables por todos los que sean capaces de ello”. No cabe duda: la religión, como hecho histórico y cultural innegable, puede y debe ser objeto de análisis racional, científico y filosófico.
Estatuto de la filosofía de la religión
Filosofía de la religión es un concepto, ya se ha dicho, amplio, por lo que aquí el autor se centrará en lo que se ha dado en llamar teología filosófica, la antigua teología natural o teodicea. Y hace un recorrido por las principales ciencias de la religión: la historia de las religiones, la sociología de la religión y la psicología de la religión. Concluyendo, aquí, con una propuesta de definición de la filosofía de la religión: “disciplina filosófica ‘regional’ (aunque, naturalmente, con implicaciones globales), parte de la filosofía de la cultura, que tiene por objeto aclarar la naturaleza, el sentido, las implicaciones metafísicas y el valor de la religión y sus relaciones con el resto de la cultura, mediante una reflexión metódica sobre el factum de las religiones (conocido por las ciencias de la religión) y una valoración crítica de las teorías a las que este ha dado lugar”. Definición amplia, pero precisa y necesaria, de la que se destaca su objeto: pensar metódicamente la religión, hacer una reflexión metódica y crítica sobre la naturaleza y el sentido de la religión.
Ya en el apartado en que aborda la historia de esta materia, sobresale el hecho de que, con la llegada del cristianismo, el problema principal que se le plantea es el de la relación entre la razón y la fe, finalizando su exposición con una radiografía de las principales formas contemporáneas de esta peculiar filosofía: fenomenología, hermenéutica, filosofía analítica, análisis estructuralista, variantes de la tradicional concepción ilustrada, variantes de la filosofía beligerante de los filósofos de la sospecha y, por último, variantes de la filosofía tratada desde supuestos religiosos, con grados diversos de motivación apologética.
Ofrece Font unas indicaciones sobre la temática y la metodología en esta ciencia, en el que se detiene, por su importancia, en el asunto de las cosmovisiones, que concreta en tres modelos diferentes que dan pie a diversas concepciones filosóficas. En primer lugar, una cosmovisión materialista con carácter mecanicista y, por lo general, atea. En segundo lugar, una cosmovisión naturalista, de carácter biologista, origen de una postura panteísta. Finalmente, una cosmovisión espiritualista, de carácter personalista, germen de una actitud teísta.
Este planteamiento, lógicamente, da pie a la formulación de un análisis crítico de las teorías filosóficas de la religión que Font resume en lecturas ateas del discurso religioso, lecturas ilustradas del discurso religioso y lecturas positivas del discurso religioso, aunque no se corresponden, de manera estricta, con los tres tipos de cosmovisión, pues caben algunas combinaciones entre ellas.
Es importante tener en cuenta que la filosofía de la religión practicada no es satisfactoria ni para la fe ni para la razón y que, por otra parte, se puede hacer filosofía de la religión sin ser especialmente religioso: una persona arreligiosa puede, y debe, preguntarse por el sentido y por la validez de las expresiones externas de la religión.
Tras un breve alegato sobre la libertad de pensamiento en el catolicismo, páginas de más que recomendable lectura, concluye el autor: “Si la incidencia de la posición religiosa en la filosofía de la religión significa que la filosofía no es una ciencia, de la incidencia de la filosofía de la religión en la posición religiosa significa que esta solo puede ser asumida humanamente si es asumida científicamente”. Y añade que toda religión, incluso la que el creyente tiene por revelada, es también un hecho cultural que no se puede sustraer como un vedado a la mirada filosófica, a no ser que haya algún grado de “mala fe”.
Experiencia estética, experiencia ética, experiencia religiosa
Un segundo bloque es el que se dedica a la Experiencia religiosa versus experiencia estética y experiencia ética. Se trata de un ensayo que busca una aproximación filosófica y teológica al tema del arte y de la belleza. Partiendo de una perspectiva cristiana, sostiene que la experiencia estética, la experiencia ética y la experiencia religiosa son tres tipos diferentes, pero que tienen unas analogías que pueden llevar a confusión.
Primero aborda el concepto de experiencia, término que puede tener diversos sentidos. En un ámbito más general, se la puede definir como el conocimiento adquirido por la práctica; también se la puede considerar como el conocimiento de la realidad, tanto desde un sentido epistemológico como gnoseológico; y un tercer matiz puede ser el del conocimiento inmediato, sin la mediación del razonamiento ni del testimonio, de aquello que pasa en nuestro espíritu.
Antes de avanzar, Font aporta cuatro afirmaciones esenciales; la primera es que toda experiencia está configurada culturalmente, es decir, no hay experiencia pura al margen del contexto cultural. La segunda es que toda experiencia es educable, lo que significa que no hay experiencia pura al margen de toda educación. La tercera afirmación dice que toda experiencia incluye vivencia e interpretación, es decir, que la experiencia no es significativa si no es interpretada. Por último, la cuarta afirmación dice que toda experiencia está condicionada lingüísticamente, es decir, que no hay experiencia pura disociada de las posibilidades expresivas de que se dispone.
Con tales premisas, se adentra el autor a exponer las especificidades de cada una de las tres experiencias que aborda: estética, ética y religiosa. La primera se caracteriza por cierta forma de emoción ante la belleza; la experiencia ética tiene que ver con la vida práctica en cuanto calificable de moral o inmoral; mientras que la experiencia religiosa tiene que ver con lo sagrado.
Se detiene Font en la experiencia religiosa, de la que dice que nace de la sorpresa por el misterio de la realidad, el milagro de la existencia; también de la experiencia de finitud, de indigencia, de dependencia, de precariedad, de mortalidad; finalmente, también proviene de la experiencia de sentido o de absurdo en cada una de las situaciones de la vida: ¿tiene sentido la vida o es un sinsentido? En definitiva, es el hecho de la muerte el que mantiene siempre abierto el gran interrogante religioso.
Eso sí: añade unas consideraciones sobre la experiencia religiosa. No hay experiencia de la validez de la experiencia: es indiscernible experimentalmente de su propia ilusión. Destaca, igualmente, que experiencia religiosa no es lo mismo que experiencia de Dios; finalmente, que una forma de experiencia religiosa es la experiencia cristiana de la fe y que esta experiencia religiosa es sumamente ambigua. Lo que sí queda claro es que las tres experiencias, estética, ética y religiosa son formas específicas e irreductibles de la experiencia humana.
Ciencia y fe
Ciencia y fe es el tema que se aborda en el tercer bloque. Asunto que ha ocupado y ocupa a muchos pensadores y científicos. ¿Pueden convivir? Siendo un debate muy amplio, Font lo reduce aquí, tratando solo de la ciencia en el sentido moderno del término y de la fe cristiana, aunque, por extensión, se puede aplicar a cualquier fe religiosa.
Afirma que cualquier religión, especialmente, el cristianismo, se tiene que aclimatar a la ciencia, no tenerle miedo, si pretende tener viabilidad en el futuro. No se trata de que se revista científicamente, sino que debe de hacer brillar su especificidad sin complejos, dejándose fiscalizar por la ciencia.
Fundamenta su afirmación analizando, ante todo, el concepto moderno de ciencia, pero pensando en la fe. La ciencia moderna tiene unos rasgos peculiares que la diferencian del concepto aristotélico. Así, por ejemplo, el carácter de la prueba, es decir, que siempre remite a alguna forma de contrastación empírica. Hay que añadir su alcance fenoménico: la ciencia moderna tiene por objeto la realidad sensible y cambiante (natural o humana) y la búsqueda de sus leyes, de las constantes de su conducta; lo que, en la práctica, viene a concluir que son los fenómenos su objeto, aquello que puede ser sometido a una prueba, pero no puede hacer juicios de realidad metaempíricos, metafísicos; religión y ciencia, pues, son universos de discurso diferentes, por lo que no se puede hablar de teísmo científico o ateísmo científico: la ciencia renuncia al por qué para detenerse en el cómo.
¿Crea, pues, la ciencia problemas a la fe? Ciertamente, no, lo hace el cientismo, esa actitud de confianza exclusiva e ilimitada en la ciencia; le añade una filosofía que se ignora como tal. ¿Qué decir del contencioso ciencia-fe hoy? “(a): las relaciones entre la ciencia y la fe están siempre mediatizadas por una filosofía (el cientismo es buena muestra de ello) y (b) ciencia y fe son de orden diferente (no dan respuestas diferentes al mismo tipo de preguntas) y, por lo tanto, no pueden ser competitivas entre sí”, afirma Font, quien concluye: “El diálogo entre la ciencia y la fe es el diálogo entre dos naturalezas distintas asumidas por una misma persona”.
Enunciados religiosos: su razonabilidad
¿Tienen los enunciados religiosos razonabilidad? Muy interesante cuestión a la que Font da respuesta. Como suele ocurrir, pregunta tan amplia precisa de concreciones, como, por ejemplo, aclarar qué entendemos por creer. Pero, en el fondo, defiende la tesis de que los enunciados religiosos genuinos no quedan nunca totalmente al margen de la razón.
En primer lugar, ¿De qué hablamos cuando hablamos de enunciados religiosos? De manera sencilla, se podrían definir como aquellos enunciados propios de una religión, entendiendo por enunciado la expresión lingüística de un juicio que puede ser considerada verdadera o falsa. Dicho esto, hay que avanzar que no siempre es fácil identificar cuáles son los enunciados nucleares de una religión determinada.
Viniendo al término razonabilidad, lo utiliza el autor para referirse a “todo el abanico de proposiciones que se encuentran entre la estricta racionalidad y la simple irracionalidad; dicho de otro modo, razonabilidad supone un grado apreciable de conformidad con la razón.
Aplicado esto a los enunciados religiosos, quiere decir que estos “(a) no son contrarios a la razón; (b) son, en alguna medida, inteligibles o al menos pensables (aunque puedan sobrepasar nuestras posibilidades de comprensión plena); y (c) tienen alguna chance de credibilidad”. Lo que supone que estos enunciados tienen posibilidad de responder a la pregunta del qué (qué se cree) y del por qué (por qué se cree).
Font se detiene, seguidamente, en analizar las estrategias racionalistas, es decir, las de quienes, admitiendo la legitimidad de unos enunciados religiosos, adoptan posturas o bien racionalistas, que pretenden demostrar la verdad de tales enunciados o que niegan su legitimidad si no se pueden demostrar, por lo que tienden a anular la fe; o bien irracionalistas, que tienden a negar tanto la razonabilidad interna de los enunciados religiosos como las razones para creerlos verdaderos (tanto la razonabilidad del qué como la del porqué).
Hace hincapié sobre la razonabilidad, concretándose en los círculos hermenéuticos, cuya fenomenología pone de manifiesto que toda intelección de los enunciados religiosos tiene una estructura circular, en la que la precomprensión y la comprensión se presuponen mutuamente de alguna manera.
Y, volviendo al tema del creer, reconoce el autor que su definición resulta difícil, exponiendo en su obra algunas observaciones de vocabulario, espigando ideas que surgen a lo largo de la historia del pensamiento. Dice: “La tradición filosófica hará hincapié en el análisis y la ordenación de la trilogía opinión/fe/ciencia u opinión/ciencia/fe (con dos referentes principales: Platón y Kant), mientras que la teología se centrará en el análisis de la fe”.
En su recorrido histórico aparecen San Agustín, Platón, Tomás de Aquino, Descartes, Pascal, Hume, Kant y, después de éste, Kierkegaard. Y, tras esta incursión en la historia del pensamiento, finaliza el bloque reflexionando sobre las Implicaciones metafísicas y cosmovisionales de los enunciados religiosos, concluyendo que una metafísica es una hipótesis teórica que hace intelectualmente plausible una religión.
Cosmovisiones religiosas
Ya se ha hablado aquí de la trilogía materialismo/naturalismo/espiritualismo. Son tres posibles cosmovisiones que, en su aspecto filosófico-religioso, aborda Font, con una cuádruple finalidad: 1. El interés filosófico del concepto de cosmovisión; 2. La consistencia de una tipología ternaria de las cosmovisiones; 3. Las motivaciones de cada cosmovisión; y 4. La indecidibilidad teórica de las tres, que constituyen un trilema.
Antes que nada, ¿qué es una cosmovisión? El autor considera no descaminada la definición siguiente: “Visión global del mundo y del lugar que en él ocupa el ser humano, que orienta la interpretación y la valoración de la existencia”. Por consiguiente, una cosmovisión no es una cosmología, aunque incluya elementos de ésta.
Partiendo de la proposición de una tipología de las cosmovisiones, dependiendo del criterio en el que se base, teniendo en cuenta el modelo que se emplee, se podrían dividir las cosmovisiones en: 1. materialismo/mecanicismo/ateísmo; 2. naturalismo/biologismo/panteísmo; y 3., espiritualismo/personalismo/teísmo. Tres posibilidades formales (teóricas) y reales (históricas). Así como en un dilema hay que optar forzosamente entre dos posibilidades, análogamente ocurre con este trilema, tres posibilidades mutuamente excluyentes y extensivamente exhaustivas: necesariamente, una de ellas es verdadera y falsas las otras dos. Así, Font expone sucintamente las motivaciones de cada uno de los tres tipos de cosmovisión, explicitados en forma de tres tipos de metafísica. Las tres contienen las exigencias de toda metafísica: cada una es internamente coherente, es compatible con la experiencia y es capaz de interpretar, de manera plausible y globalmente, la realidad. Pero ninguna de las tres es demostrable de manera terminante: “las tres tienen su momento de verdad y las tres encuentran alguna complicidad en cada uno de nosotros”.
Las pruebas de una de estas tres cosmovisiones no se formulan desde una plataforma neutra, común, desde un territorio de nadie; siempre lo hacen desde la cosmovisión misma en que se encuentra el argumentador. ¿Qué hace que nos inclinemos, pues, por una de ellas? Está claro que no solo interviene un componente intelectual, sino que varios son los componentes no intelectuales que nos impulsan en uno u otro sentido.
Monoteísmo
El monoteísmo constituye el último bloque de esta más que interesante obra de Pere Lluís Font. La categoría de monoteísmo, afirma, es seguramente la más relevante de la historia religiosa de la humanidad. Y si en el orden intelectual se lo debemos todo a los griegos, en el espiritual somos deudores de casi todo de los hebreos. Dicho lo cual, el autor se plantea si, siendo cierto que el monoteísmo ha aportado la mundo la civilización mediterránea, sigue siendo todavía un “ideal” del Mediterráneo.
En este ensayo, Font delimita, en primer lugar, el concepto de monoteísmo, para, seguidamente, abordar su aparición; analiza a continuación la originalidad de las diversas variantes del monoteísmo de las religiones abrahámicas y su posterior conceptualización filosófica para finalizar con algunas reflexiones sobre su problemática actual.
“El monoteísmo es la afirmación de un solo Dios (en eso se contrapone al politeísmo, que afirma la existencia de diversos dioses), personal y trascendente al mundo (y en eso se diferencia del panteísmo, que afirma que Dios es impersonal e inmanente al mundo). No hay que confundir el monoteísmo con el henoteísmo (o monolatría)”, situación que expresa la adoración de un solo Dios, sin negar la existencia de otros dioses.
En cuanto a la aparición del monoteísmo, Font refiere las tres teorías principales sobre su origen. Y que hay algunos puntos de consenso: que es un hecho tardío, fruto de una revolución provocada en circunstancias favorables por la aparición de personalidades religiosas excepcionales; que nació en el Mediterráneo, en Israel, en el primer milenio antes de Cristo. Hay, eso sí, una especie de precedente mediterráneo, en la figura del faraón Akhenatón.
También hace hincapié el autor en la originalidad del monoteísmo bíblico, con sus decantaciones cristiana e islámica, así como en la interacción entre el monoteísmo de las tres religiones y el teísmo filosófico de ascendencia griega. En un sentido estricto, se podría considerar como monoteísmo, al bíblico que es, en esencia, un monoteísmo moral, característica que comparten las tres religiones del libro.
Por lo que respecta a la problemática actual del monoteísmo, expresa el autor que no está referida al politeísmo, sino al ateísmo e, incluso, en algún modo, al panteísmo. Dice: “La cultura moderna ha empezado por la crítica de las degradaciones religiosas y ha acabado con una crítica radical de cualquier religión a través de la crítica radical del cristianismo como expresión paradigmática del monoteísmo”. Y la crisis del monoteísmo ha llevado a la crisis del humanismo.
De tendencia a la intolerancia es el monoteísmo, aunque Font reconoce que la tolerancia es perfectamente coherente con aquel. Su futuro, tanto del cristiano, como del judío o del musulmán, dependerá de su capacidad de diálogo y de la calidad de su actitud religiosa, que incluye la capacidad de asimilar críticamente la crítica.
En esta obra de Pere Lluís Font, filosofía y religión se contraponen, se encuentran y dialogan. Y de este encuentro, sólida y dicácticamente planteado por el autor, muchas y feraces reflexiones se pueden proponer. Merece la pena.
Índice
Prólogo
I. El estatuto de la filosofía de la religión
1. Delimitación del espacio propio de la filosofía de la religión
2. Vistazo a la historia de la filosofía de la religión
3. Indicaciones sobre la temática y la metodología
4. Examen de una aporía relativa a la posibilidad y a la legitimidad de la filosofía de la religión
Bibliografía
II. Experiencia religiosa versus experiencia estética y experiencia ética
1. Preludio sobre la idea de experiencias
2. Especificidad de la experiencia estética, ética y religiosa
a) La experiencia estética
b) La experiencia ética
c) La experiencia religiosa
3. Relaciones entre los tres tipos de experiencias
III. Ciencia y fe
1. Sobre el concepto moderno de ciencia, pensando en la fe
2. Interludio sobre ciencia y cientismo
3. Sobre el contencioso ciencia-fe, hoy
IV. La razonabilidad de los enunciados religiosos
1. De qué hablamos cuando hablamos de enunciados religiosos
2. Qué quiere decir rzonabilidad
3. Estrategias racionalistas
a) Racionalismo filosófico-religioso
b) Racionalismo teológico
4. Estrategias irracionalistas
5. Retorno sobre la razonabilidad: círculos hermenéuticos
6. Qué es creer
a) Observaciones de vocabulario
b) Ojeada a la historia del pensamiento
c) Respuesta a dos dificultades
7. Implicaciones metafísicas y cosmovisionales de los enunciados religiosos
V. El trilema de las cosmovisiones filosófico-religiosas
1. Qué es una cosmovisión
2. Tipología de las cosmovisiones
3. La cosmovisión materialista/mecanicista/atea
4. La cosmovisión naturalista/biologista/panteísta
5. La cosmovisión espiritualista/personalista/teísta
6. El trilema de las cosmovisiones, indecidibles teóricamente
VI. El monoteísmo
1. La categoría de monoteísmo
2. La aparición del monoteísmo
3. El monoteísmo ético de las religiones abrahámicas y el teísmo filosófico
4. El monoteísmo en cuestión
Bibliografía
Apéndice. Nota sobre Henry Duméry, filósofo de la religión
Procedencia de los textos
Autor: Pere Lluís Font
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona 2020
Colección: Fragmentos
Traducción: Mayka Lahoz
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 220
ISBN: 978-84-17796-22-8
Precio: 18 euros
El término Filosofía de la religión es relativamente nuevo. Y lo suficientemente amplio como para despertar opiniones encontradas: una disciplina joven puede encerrar caminos por recorrer con todas las cautelas que despierta lo novedoso. Pese a ello, son muchos los autores que han tratado el tema; por citar solo algunos en español, Juan Antonio Estrada, Manuel Fraijó, José Gómez Caffarena, José María Mardones, Enrique Romerales, Javier Sádaba, Andrés Torres Queiruga o Pere Lluís Font. Justamente, de este último ha aparecido un interesante libro: Filosofía de la religión. Seis ensayos y una nota (Fragmenta Editorial, Barcelona, 2020).
En esta obra, Font plantea las nada fáciles relaciones entre filosofía y religión, germen de dispares criterios de quienes la consideran a la filosofía poco religiosa o a la religión poco filosófica. Ante la necesidad de descender a zonas más concretas, el autor advierte de que parte de un planteamiento cristiano, de una parte, por arrancar de un clima que culturalmente lo es, al exponerse a la razón; y, de otra parte, por ser aventurado hacer filosofía de otras religiones desde fuera, con un conocimiento de oídas.
Es un libro que se presenta como un todo homogéneo, pese a ser fruto de seis bloques de su programa docente de esta materia, de los que el primero trata de El estatuto de la filosofía de la religión. Es esta filosofía el lugar natural para hacer un tratamiento racional y autónomo del hecho religioso, en la medida en que esto sea posible. Desde luego, hay que partir de la base de que la autonomía del pensamiento filosófico y científico exige que no se presupongan determinadas opciones en materia religiosa “si se quiere que la filosofía y la ciencia sean actividades intelectuales practicables por todos los que sean capaces de ello”. No cabe duda: la religión, como hecho histórico y cultural innegable, puede y debe ser objeto de análisis racional, científico y filosófico.
Estatuto de la filosofía de la religión
Filosofía de la religión es un concepto, ya se ha dicho, amplio, por lo que aquí el autor se centrará en lo que se ha dado en llamar teología filosófica, la antigua teología natural o teodicea. Y hace un recorrido por las principales ciencias de la religión: la historia de las religiones, la sociología de la religión y la psicología de la religión. Concluyendo, aquí, con una propuesta de definición de la filosofía de la religión: “disciplina filosófica ‘regional’ (aunque, naturalmente, con implicaciones globales), parte de la filosofía de la cultura, que tiene por objeto aclarar la naturaleza, el sentido, las implicaciones metafísicas y el valor de la religión y sus relaciones con el resto de la cultura, mediante una reflexión metódica sobre el factum de las religiones (conocido por las ciencias de la religión) y una valoración crítica de las teorías a las que este ha dado lugar”. Definición amplia, pero precisa y necesaria, de la que se destaca su objeto: pensar metódicamente la religión, hacer una reflexión metódica y crítica sobre la naturaleza y el sentido de la religión.
Ya en el apartado en que aborda la historia de esta materia, sobresale el hecho de que, con la llegada del cristianismo, el problema principal que se le plantea es el de la relación entre la razón y la fe, finalizando su exposición con una radiografía de las principales formas contemporáneas de esta peculiar filosofía: fenomenología, hermenéutica, filosofía analítica, análisis estructuralista, variantes de la tradicional concepción ilustrada, variantes de la filosofía beligerante de los filósofos de la sospecha y, por último, variantes de la filosofía tratada desde supuestos religiosos, con grados diversos de motivación apologética.
Ofrece Font unas indicaciones sobre la temática y la metodología en esta ciencia, en el que se detiene, por su importancia, en el asunto de las cosmovisiones, que concreta en tres modelos diferentes que dan pie a diversas concepciones filosóficas. En primer lugar, una cosmovisión materialista con carácter mecanicista y, por lo general, atea. En segundo lugar, una cosmovisión naturalista, de carácter biologista, origen de una postura panteísta. Finalmente, una cosmovisión espiritualista, de carácter personalista, germen de una actitud teísta.
Este planteamiento, lógicamente, da pie a la formulación de un análisis crítico de las teorías filosóficas de la religión que Font resume en lecturas ateas del discurso religioso, lecturas ilustradas del discurso religioso y lecturas positivas del discurso religioso, aunque no se corresponden, de manera estricta, con los tres tipos de cosmovisión, pues caben algunas combinaciones entre ellas.
Es importante tener en cuenta que la filosofía de la religión practicada no es satisfactoria ni para la fe ni para la razón y que, por otra parte, se puede hacer filosofía de la religión sin ser especialmente religioso: una persona arreligiosa puede, y debe, preguntarse por el sentido y por la validez de las expresiones externas de la religión.
Tras un breve alegato sobre la libertad de pensamiento en el catolicismo, páginas de más que recomendable lectura, concluye el autor: “Si la incidencia de la posición religiosa en la filosofía de la religión significa que la filosofía no es una ciencia, de la incidencia de la filosofía de la religión en la posición religiosa significa que esta solo puede ser asumida humanamente si es asumida científicamente”. Y añade que toda religión, incluso la que el creyente tiene por revelada, es también un hecho cultural que no se puede sustraer como un vedado a la mirada filosófica, a no ser que haya algún grado de “mala fe”.
Experiencia estética, experiencia ética, experiencia religiosa
Un segundo bloque es el que se dedica a la Experiencia religiosa versus experiencia estética y experiencia ética. Se trata de un ensayo que busca una aproximación filosófica y teológica al tema del arte y de la belleza. Partiendo de una perspectiva cristiana, sostiene que la experiencia estética, la experiencia ética y la experiencia religiosa son tres tipos diferentes, pero que tienen unas analogías que pueden llevar a confusión.
Primero aborda el concepto de experiencia, término que puede tener diversos sentidos. En un ámbito más general, se la puede definir como el conocimiento adquirido por la práctica; también se la puede considerar como el conocimiento de la realidad, tanto desde un sentido epistemológico como gnoseológico; y un tercer matiz puede ser el del conocimiento inmediato, sin la mediación del razonamiento ni del testimonio, de aquello que pasa en nuestro espíritu.
Antes de avanzar, Font aporta cuatro afirmaciones esenciales; la primera es que toda experiencia está configurada culturalmente, es decir, no hay experiencia pura al margen del contexto cultural. La segunda es que toda experiencia es educable, lo que significa que no hay experiencia pura al margen de toda educación. La tercera afirmación dice que toda experiencia incluye vivencia e interpretación, es decir, que la experiencia no es significativa si no es interpretada. Por último, la cuarta afirmación dice que toda experiencia está condicionada lingüísticamente, es decir, que no hay experiencia pura disociada de las posibilidades expresivas de que se dispone.
Con tales premisas, se adentra el autor a exponer las especificidades de cada una de las tres experiencias que aborda: estética, ética y religiosa. La primera se caracteriza por cierta forma de emoción ante la belleza; la experiencia ética tiene que ver con la vida práctica en cuanto calificable de moral o inmoral; mientras que la experiencia religiosa tiene que ver con lo sagrado.
Se detiene Font en la experiencia religiosa, de la que dice que nace de la sorpresa por el misterio de la realidad, el milagro de la existencia; también de la experiencia de finitud, de indigencia, de dependencia, de precariedad, de mortalidad; finalmente, también proviene de la experiencia de sentido o de absurdo en cada una de las situaciones de la vida: ¿tiene sentido la vida o es un sinsentido? En definitiva, es el hecho de la muerte el que mantiene siempre abierto el gran interrogante religioso.
Eso sí: añade unas consideraciones sobre la experiencia religiosa. No hay experiencia de la validez de la experiencia: es indiscernible experimentalmente de su propia ilusión. Destaca, igualmente, que experiencia religiosa no es lo mismo que experiencia de Dios; finalmente, que una forma de experiencia religiosa es la experiencia cristiana de la fe y que esta experiencia religiosa es sumamente ambigua. Lo que sí queda claro es que las tres experiencias, estética, ética y religiosa son formas específicas e irreductibles de la experiencia humana.
Ciencia y fe
Ciencia y fe es el tema que se aborda en el tercer bloque. Asunto que ha ocupado y ocupa a muchos pensadores y científicos. ¿Pueden convivir? Siendo un debate muy amplio, Font lo reduce aquí, tratando solo de la ciencia en el sentido moderno del término y de la fe cristiana, aunque, por extensión, se puede aplicar a cualquier fe religiosa.
Afirma que cualquier religión, especialmente, el cristianismo, se tiene que aclimatar a la ciencia, no tenerle miedo, si pretende tener viabilidad en el futuro. No se trata de que se revista científicamente, sino que debe de hacer brillar su especificidad sin complejos, dejándose fiscalizar por la ciencia.
Fundamenta su afirmación analizando, ante todo, el concepto moderno de ciencia, pero pensando en la fe. La ciencia moderna tiene unos rasgos peculiares que la diferencian del concepto aristotélico. Así, por ejemplo, el carácter de la prueba, es decir, que siempre remite a alguna forma de contrastación empírica. Hay que añadir su alcance fenoménico: la ciencia moderna tiene por objeto la realidad sensible y cambiante (natural o humana) y la búsqueda de sus leyes, de las constantes de su conducta; lo que, en la práctica, viene a concluir que son los fenómenos su objeto, aquello que puede ser sometido a una prueba, pero no puede hacer juicios de realidad metaempíricos, metafísicos; religión y ciencia, pues, son universos de discurso diferentes, por lo que no se puede hablar de teísmo científico o ateísmo científico: la ciencia renuncia al por qué para detenerse en el cómo.
¿Crea, pues, la ciencia problemas a la fe? Ciertamente, no, lo hace el cientismo, esa actitud de confianza exclusiva e ilimitada en la ciencia; le añade una filosofía que se ignora como tal. ¿Qué decir del contencioso ciencia-fe hoy? “(a): las relaciones entre la ciencia y la fe están siempre mediatizadas por una filosofía (el cientismo es buena muestra de ello) y (b) ciencia y fe son de orden diferente (no dan respuestas diferentes al mismo tipo de preguntas) y, por lo tanto, no pueden ser competitivas entre sí”, afirma Font, quien concluye: “El diálogo entre la ciencia y la fe es el diálogo entre dos naturalezas distintas asumidas por una misma persona”.
Enunciados religiosos: su razonabilidad
¿Tienen los enunciados religiosos razonabilidad? Muy interesante cuestión a la que Font da respuesta. Como suele ocurrir, pregunta tan amplia precisa de concreciones, como, por ejemplo, aclarar qué entendemos por creer. Pero, en el fondo, defiende la tesis de que los enunciados religiosos genuinos no quedan nunca totalmente al margen de la razón.
En primer lugar, ¿De qué hablamos cuando hablamos de enunciados religiosos? De manera sencilla, se podrían definir como aquellos enunciados propios de una religión, entendiendo por enunciado la expresión lingüística de un juicio que puede ser considerada verdadera o falsa. Dicho esto, hay que avanzar que no siempre es fácil identificar cuáles son los enunciados nucleares de una religión determinada.
Viniendo al término razonabilidad, lo utiliza el autor para referirse a “todo el abanico de proposiciones que se encuentran entre la estricta racionalidad y la simple irracionalidad; dicho de otro modo, razonabilidad supone un grado apreciable de conformidad con la razón.
Aplicado esto a los enunciados religiosos, quiere decir que estos “(a) no son contrarios a la razón; (b) son, en alguna medida, inteligibles o al menos pensables (aunque puedan sobrepasar nuestras posibilidades de comprensión plena); y (c) tienen alguna chance de credibilidad”. Lo que supone que estos enunciados tienen posibilidad de responder a la pregunta del qué (qué se cree) y del por qué (por qué se cree).
Font se detiene, seguidamente, en analizar las estrategias racionalistas, es decir, las de quienes, admitiendo la legitimidad de unos enunciados religiosos, adoptan posturas o bien racionalistas, que pretenden demostrar la verdad de tales enunciados o que niegan su legitimidad si no se pueden demostrar, por lo que tienden a anular la fe; o bien irracionalistas, que tienden a negar tanto la razonabilidad interna de los enunciados religiosos como las razones para creerlos verdaderos (tanto la razonabilidad del qué como la del porqué).
Hace hincapié sobre la razonabilidad, concretándose en los círculos hermenéuticos, cuya fenomenología pone de manifiesto que toda intelección de los enunciados religiosos tiene una estructura circular, en la que la precomprensión y la comprensión se presuponen mutuamente de alguna manera.
Y, volviendo al tema del creer, reconoce el autor que su definición resulta difícil, exponiendo en su obra algunas observaciones de vocabulario, espigando ideas que surgen a lo largo de la historia del pensamiento. Dice: “La tradición filosófica hará hincapié en el análisis y la ordenación de la trilogía opinión/fe/ciencia u opinión/ciencia/fe (con dos referentes principales: Platón y Kant), mientras que la teología se centrará en el análisis de la fe”.
En su recorrido histórico aparecen San Agustín, Platón, Tomás de Aquino, Descartes, Pascal, Hume, Kant y, después de éste, Kierkegaard. Y, tras esta incursión en la historia del pensamiento, finaliza el bloque reflexionando sobre las Implicaciones metafísicas y cosmovisionales de los enunciados religiosos, concluyendo que una metafísica es una hipótesis teórica que hace intelectualmente plausible una religión.
Cosmovisiones religiosas
Ya se ha hablado aquí de la trilogía materialismo/naturalismo/espiritualismo. Son tres posibles cosmovisiones que, en su aspecto filosófico-religioso, aborda Font, con una cuádruple finalidad: 1. El interés filosófico del concepto de cosmovisión; 2. La consistencia de una tipología ternaria de las cosmovisiones; 3. Las motivaciones de cada cosmovisión; y 4. La indecidibilidad teórica de las tres, que constituyen un trilema.
Antes que nada, ¿qué es una cosmovisión? El autor considera no descaminada la definición siguiente: “Visión global del mundo y del lugar que en él ocupa el ser humano, que orienta la interpretación y la valoración de la existencia”. Por consiguiente, una cosmovisión no es una cosmología, aunque incluya elementos de ésta.
Partiendo de la proposición de una tipología de las cosmovisiones, dependiendo del criterio en el que se base, teniendo en cuenta el modelo que se emplee, se podrían dividir las cosmovisiones en: 1. materialismo/mecanicismo/ateísmo; 2. naturalismo/biologismo/panteísmo; y 3., espiritualismo/personalismo/teísmo. Tres posibilidades formales (teóricas) y reales (históricas). Así como en un dilema hay que optar forzosamente entre dos posibilidades, análogamente ocurre con este trilema, tres posibilidades mutuamente excluyentes y extensivamente exhaustivas: necesariamente, una de ellas es verdadera y falsas las otras dos. Así, Font expone sucintamente las motivaciones de cada uno de los tres tipos de cosmovisión, explicitados en forma de tres tipos de metafísica. Las tres contienen las exigencias de toda metafísica: cada una es internamente coherente, es compatible con la experiencia y es capaz de interpretar, de manera plausible y globalmente, la realidad. Pero ninguna de las tres es demostrable de manera terminante: “las tres tienen su momento de verdad y las tres encuentran alguna complicidad en cada uno de nosotros”.
Las pruebas de una de estas tres cosmovisiones no se formulan desde una plataforma neutra, común, desde un territorio de nadie; siempre lo hacen desde la cosmovisión misma en que se encuentra el argumentador. ¿Qué hace que nos inclinemos, pues, por una de ellas? Está claro que no solo interviene un componente intelectual, sino que varios son los componentes no intelectuales que nos impulsan en uno u otro sentido.
Monoteísmo
El monoteísmo constituye el último bloque de esta más que interesante obra de Pere Lluís Font. La categoría de monoteísmo, afirma, es seguramente la más relevante de la historia religiosa de la humanidad. Y si en el orden intelectual se lo debemos todo a los griegos, en el espiritual somos deudores de casi todo de los hebreos. Dicho lo cual, el autor se plantea si, siendo cierto que el monoteísmo ha aportado la mundo la civilización mediterránea, sigue siendo todavía un “ideal” del Mediterráneo.
En este ensayo, Font delimita, en primer lugar, el concepto de monoteísmo, para, seguidamente, abordar su aparición; analiza a continuación la originalidad de las diversas variantes del monoteísmo de las religiones abrahámicas y su posterior conceptualización filosófica para finalizar con algunas reflexiones sobre su problemática actual.
“El monoteísmo es la afirmación de un solo Dios (en eso se contrapone al politeísmo, que afirma la existencia de diversos dioses), personal y trascendente al mundo (y en eso se diferencia del panteísmo, que afirma que Dios es impersonal e inmanente al mundo). No hay que confundir el monoteísmo con el henoteísmo (o monolatría)”, situación que expresa la adoración de un solo Dios, sin negar la existencia de otros dioses.
En cuanto a la aparición del monoteísmo, Font refiere las tres teorías principales sobre su origen. Y que hay algunos puntos de consenso: que es un hecho tardío, fruto de una revolución provocada en circunstancias favorables por la aparición de personalidades religiosas excepcionales; que nació en el Mediterráneo, en Israel, en el primer milenio antes de Cristo. Hay, eso sí, una especie de precedente mediterráneo, en la figura del faraón Akhenatón.
También hace hincapié el autor en la originalidad del monoteísmo bíblico, con sus decantaciones cristiana e islámica, así como en la interacción entre el monoteísmo de las tres religiones y el teísmo filosófico de ascendencia griega. En un sentido estricto, se podría considerar como monoteísmo, al bíblico que es, en esencia, un monoteísmo moral, característica que comparten las tres religiones del libro.
Por lo que respecta a la problemática actual del monoteísmo, expresa el autor que no está referida al politeísmo, sino al ateísmo e, incluso, en algún modo, al panteísmo. Dice: “La cultura moderna ha empezado por la crítica de las degradaciones religiosas y ha acabado con una crítica radical de cualquier religión a través de la crítica radical del cristianismo como expresión paradigmática del monoteísmo”. Y la crisis del monoteísmo ha llevado a la crisis del humanismo.
De tendencia a la intolerancia es el monoteísmo, aunque Font reconoce que la tolerancia es perfectamente coherente con aquel. Su futuro, tanto del cristiano, como del judío o del musulmán, dependerá de su capacidad de diálogo y de la calidad de su actitud religiosa, que incluye la capacidad de asimilar críticamente la crítica.
En esta obra de Pere Lluís Font, filosofía y religión se contraponen, se encuentran y dialogan. Y de este encuentro, sólida y dicácticamente planteado por el autor, muchas y feraces reflexiones se pueden proponer. Merece la pena.
Índice
Prólogo
I. El estatuto de la filosofía de la religión
1. Delimitación del espacio propio de la filosofía de la religión
2. Vistazo a la historia de la filosofía de la religión
3. Indicaciones sobre la temática y la metodología
4. Examen de una aporía relativa a la posibilidad y a la legitimidad de la filosofía de la religión
Bibliografía
II. Experiencia religiosa versus experiencia estética y experiencia ética
1. Preludio sobre la idea de experiencias
2. Especificidad de la experiencia estética, ética y religiosa
a) La experiencia estética
b) La experiencia ética
c) La experiencia religiosa
3. Relaciones entre los tres tipos de experiencias
III. Ciencia y fe
1. Sobre el concepto moderno de ciencia, pensando en la fe
2. Interludio sobre ciencia y cientismo
3. Sobre el contencioso ciencia-fe, hoy
IV. La razonabilidad de los enunciados religiosos
1. De qué hablamos cuando hablamos de enunciados religiosos
2. Qué quiere decir rzonabilidad
3. Estrategias racionalistas
a) Racionalismo filosófico-religioso
b) Racionalismo teológico
4. Estrategias irracionalistas
5. Retorno sobre la razonabilidad: círculos hermenéuticos
6. Qué es creer
a) Observaciones de vocabulario
b) Ojeada a la historia del pensamiento
c) Respuesta a dos dificultades
7. Implicaciones metafísicas y cosmovisionales de los enunciados religiosos
V. El trilema de las cosmovisiones filosófico-religiosas
1. Qué es una cosmovisión
2. Tipología de las cosmovisiones
3. La cosmovisión materialista/mecanicista/atea
4. La cosmovisión naturalista/biologista/panteísta
5. La cosmovisión espiritualista/personalista/teísta
6. El trilema de las cosmovisiones, indecidibles teóricamente
VI. El monoteísmo
1. La categoría de monoteísmo
2. La aparición del monoteísmo
3. El monoteísmo ético de las religiones abrahámicas y el teísmo filosófico
4. El monoteísmo en cuestión
Bibliografía
Apéndice. Nota sobre Henry Duméry, filósofo de la religión
Procedencia de los textos
Notas sobre el autor
Pere Lluís Font (Pujalt, Lérida, 1934) se licenció en filosofía en la Université de Toulouse. Ha sido profesor de historia de la filosofía moderna y de filosofía de la religión en la Universitat Autònoma de Barcelona y ha codirigido la colección «Textos filosòfics» de Edicions 62. Ha sido vicepresidente de la Fundació Joan Maragall. Es miembro emérito de la Secció de Filosofia i Ciències Socials del Institut d'Estudis Catalans y miembro numerario de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Ha editado en catalán obras de Montaigne, de Descartes, de Pascal, de Spinoza y de Kant. En 2003 recibió la Creu de Sant Jordi y en 2005 fue nombrado doctor honoris causa por la Universitat de Lleida. Entre sus últimas publicaciones destaca Immanuel Kant. Seis ensayos y un diálogo de ultratumba.
Pere Lluís Font (Pujalt, Lérida, 1934) se licenció en filosofía en la Université de Toulouse. Ha sido profesor de historia de la filosofía moderna y de filosofía de la religión en la Universitat Autònoma de Barcelona y ha codirigido la colección «Textos filosòfics» de Edicions 62. Ha sido vicepresidente de la Fundació Joan Maragall. Es miembro emérito de la Secció de Filosofia i Ciències Socials del Institut d'Estudis Catalans y miembro numerario de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona. Ha editado en catalán obras de Montaigne, de Descartes, de Pascal, de Spinoza y de Kant. En 2003 recibió la Creu de Sant Jordi y en 2005 fue nombrado doctor honoris causa por la Universitat de Lleida. Entre sus últimas publicaciones destaca Immanuel Kant. Seis ensayos y un diálogo de ultratumba.