Este es un libro acerca de una de las formas más terribles de la belleza. Federico Mayor Zaragoza escribe en este poemario acerca del instante en que el hombre decide asumir las violentas consecuencias de ser un animal político: las guerras, las anónimas proezas de los inmigrantes, la pobreza, la justicia…
En su compromiso, el autor ha recorrido muchas ciudades, muchos escenarios de lo terrible de la barbarie, de lo hermoso de la supervivencia, y estos poemas en ocasiones son una bitácora del recorrido interior que supone asomarse a tales abismos; pero sus líneas también son el cuaderno de bocetos en el que se perfilan las herramientas de voluntad y emoción para los puentes y los caminos del futuro.
José Saramago, en el prólogo de esta obra, nos dice que Federico Mayor Zaragoza transforma en poemas los dolores y las angustias que trae en su conciencia, para apelar a la conciencia del mundo desde un conocimiento de la humanidad y del mundo que posee, este autor ,como pocos: “no es un voluble turista de las ideas, de esos que dedican lo mejor de su atención a saber de qué lado sopla el viento y, luego, ajustar los rumbos siempre que lo consideren conveniente”.
Poemas entresacados de esta obra
No podemos guardar silencio
No podemos cerrar los ojos
No podemos ni un día más
dejar de decir
alto y fuerte
lo que sentimos y pensamos.
Alto y fuerte
para que llegue
a todas partes.
Y será la brisa permanente
la que prevalezca
sobre el viento huracanado.
No podemos guardar silencio
ni cerrar los ojos,
porque todos tenemos
un futuro común.
Uno solo.
Rabat, 16 de febrero de 1998
Pondremos flores
en el ánima
de los fusiles.
Y ramos
en los cañones.
(Los niños verán
los cohetes y las bombas
en los museos…).
Y el resto
lo fundiremos
para hacer vigas
para que todos
tengamos techo…
Pondremos flores
en los fusiles
y caricias
en vez de armas
en las manos
de nuestros hijos
A Mario Soares
Madrid, 30 de octubre de 2004
Y otra vez
fingí no ver
lo que veía.
En el centro urbano,
en el suburbio,
en la calzada
y en el lodo…
Fingí que no sentía
y hoy sé
que cada uno es todo
o todos somos nada.
Fingí que no sabía.
Y ahora queda
mi conciencia
insomne
noche y día
La gente mísera en la calle de Bombay; de Nueva York; Madrid
Marzo, 1999
En su compromiso, el autor ha recorrido muchas ciudades, muchos escenarios de lo terrible de la barbarie, de lo hermoso de la supervivencia, y estos poemas en ocasiones son una bitácora del recorrido interior que supone asomarse a tales abismos; pero sus líneas también son el cuaderno de bocetos en el que se perfilan las herramientas de voluntad y emoción para los puentes y los caminos del futuro.
José Saramago, en el prólogo de esta obra, nos dice que Federico Mayor Zaragoza transforma en poemas los dolores y las angustias que trae en su conciencia, para apelar a la conciencia del mundo desde un conocimiento de la humanidad y del mundo que posee, este autor ,como pocos: “no es un voluble turista de las ideas, de esos que dedican lo mejor de su atención a saber de qué lado sopla el viento y, luego, ajustar los rumbos siempre que lo consideren conveniente”.
Poemas entresacados de esta obra
No podemos guardar silencio
No podemos cerrar los ojos
No podemos ni un día más
dejar de decir
alto y fuerte
lo que sentimos y pensamos.
Alto y fuerte
para que llegue
a todas partes.
Y será la brisa permanente
la que prevalezca
sobre el viento huracanado.
No podemos guardar silencio
ni cerrar los ojos,
porque todos tenemos
un futuro común.
Uno solo.
Rabat, 16 de febrero de 1998
Pondremos flores
en el ánima
de los fusiles.
Y ramos
en los cañones.
(Los niños verán
los cohetes y las bombas
en los museos…).
Y el resto
lo fundiremos
para hacer vigas
para que todos
tengamos techo…
Pondremos flores
en los fusiles
y caricias
en vez de armas
en las manos
de nuestros hijos
A Mario Soares
Madrid, 30 de octubre de 2004
Y otra vez
fingí no ver
lo que veía.
En el centro urbano,
en el suburbio,
en la calzada
y en el lodo…
Fingí que no sentía
y hoy sé
que cada uno es todo
o todos somos nada.
Fingí que no sabía.
Y ahora queda
mi conciencia
insomne
noche y día
La gente mísera en la calle de Bombay; de Nueva York; Madrid
Marzo, 1999