Ficha Técnica
Título: Biografía del silencio. Breve ensayo sobre meditación
Autor: Pablo d’Ors
Edita: Siruela, Madrid, 2016, 21ª edición
Colección: Biblioteca de Ensayo (Serie Menor)
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 112
ISBN: 978-84-9841-838-5
Precio: 11,95 euros
Nos encontramos ante un libro pequeño, pero un gran libro. Un texto que no es nuevo, puesto que lleva ya veintiuna ediciones con más de cien mil ejemplares vendidos. Y porque su autor, Pablo d’Ors, llena las salas en las que habla del silencio y de la meditación, con personas que añoran su interioridad inmersas como están en un mundo que tiene horror al silencio.
También nos hallamos ante una obra de difícil clasificación. No se trata de un sistema de autoayuda, tampoco de un manual sistematizado para aprender a meditar, ni de un tratado filosófico lleno de conceptos abstractos. La cuestión es que participa de todos ellos y de algunos más. Por lo que comentarlo con detalles se presenta como una tarea cuasi imposible.
Lo que sí es acertado es su título, ya que se trata de la biografía de alguien que nos invita a seguir su senda, si nos place y consideramos adecuada, en su relación con la meditación, que, en la obra, es prácticamente un sinónimo del silencio. Silencio exterior y silencio interior también.
Meditar
La primera aproximación al libro se nos aparece como una encrucijada de caminos de los que desconocemos por qué derroteros nos llevará. Porque la primera dificultad es saber qué entendemos por meditación. En efecto: basta con echar un vistazo al panorama meditativo para que nos surjan muy diversos tipos: la budista o completa de la mente, la zazen, la trascendental, la vipassana o penetrante, la kabbalah, la mantra, la sufí, la dzoghen, la dinámica de Osho o kundalini, la metta bhavana, o la que puede acompañar al yoga en sus variantes, sin olvidar otras como la que proponía Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales.
Pablo d’Ors no se refiere a ninguna de ellas en concreto. Por el contrario, nos narra cómo, de manera autodidacta, comenzó a meditar y, a raíz de algunas citas de su texto, nos expresa su inclinación por la meditación budista zen; nos cuenta sus experiencias, sus dificultades y cómo vive en la actualidad su meditación, su “sentada”, como él la llama, un camino espiritual que ha sido configurado por él y que intenta explicar en su obra. Para concluir en que, para meditar, no hay que detenerse en tanta teoría, sino, por el contrario, dedicarse a practicarla.
Es cierto que nos da una serie de consejos para llevar a cabo una buena meditación: tiempo diario que hay que dedicarle, la preparación del escenario donde llevarla a cabo, la postura corporal que es conveniente adoptar. Y nos advierte de las dificultades que encontraremos, para que no nos lleven a abandonar la meditación sino a insistir en ella: las molestias físicas de la postura adoptada, los embates del pensamiento que tienden a distraernos, lo que Santa Teresa llamaba “la loca de la casa”, el peligro de la rutina, etc.
Así, por ejemplo, nos dice: “En la meditación silenciosa y en quietud no hay adornos ni florituras: basta una habitación que no esté demasiado caldeada ni demasiado fría; basta un banquito o un cojín para sentarse y una esterilla; acaso incienso muy suave, o incluso un pequeño altar con una vela encendida … Todo está al servicio del recogimiento, todo invita a la interiorización”. Y evita instrumentos válidos en otros tipos de meditación, como recurrir a la imaginación, tal y como ocurre en la meditación ignaciana, o a la música.
Y, a la hora de emprender la lectura de este valioso libro, hemos de pensar que, si bien sus pequeños capítulos mantienen una ilación expositiva, sin embargo, permite por lo general que se puedan leer separadamente, constituyendo cada uno de ellos un mensaje sobre el que reflexionar.
Ejemplos útiles
Espigamos del texto algunas definiciones de meditar. Nos dice d’Ors: “Solo hay que pararse, callar, escuchar y mirar; aunque pararse, callar, escuchar y mirar -y eso es meditar- se nos haga hoy tan difícil y hayamos tenido que inventar un método para algo tan elemental”. O, en otro capítulo: “La meditación es una iniciación a la vida adulta: un despertar a lo que somos”. “Meditar es, fundamentalmente, sentarse en silencio, y sentarse en silencio es, fundamentalmente, observar los movimientos de la propia mente”. “La práctica de la meditación a la que me estoy refiriendo puede seguramente resumirse en saber estar aquí y ahora. No otro lugar, no otro tiempo”.
Detengámonos ahora en algunos de los resultados de la meditación. Hablándonos del silencio, nos dice d’Ors que no tiene nada de particular, sino que es el marco o el contexto que posibilita todo lo demás. ¿Y qué es todo lo demás? Nada, nada en absoluto, simplemente la vida misma que discurre; aunque puntualiza que, lo mismo que dice nada, puede decir todo. Por supuesto, no se detiene en el concepto filosófico de la nada, que afirma que la nada no existe. Se refiere, más bien, a un vaciamiento interior; nos explica: “fue un gran logro comprender, y empezar a vivir, que yo podía estar sin pensar, sin proyectar, sin imaginar, estar sin aprovechar, sin rendir: un estar en el mundo, un con-fundirme con él, un ser del mundo y el mundo mismo sin las cartesianas divisiones o distinciones”. Y, más adelante: “Gracias a la meditación he ido descubriendo que no hay yo y mundo, sino que mundo y yo son una misma y única cosa. La consecuencia natural de semejante hallazgo […] es la compasión hacia todo ser viviente”, una convicción que aleja cualquier suspicacia de egoísmo por parte de quien medita, por tener la apariencia de querer separarse de los demás para dedicarse a uno mismo. De hecho, aunque de manera tangencial, propone como buena opción el procurar meditar junto a otras personas.
A lo largo de su relato, el autor nos apunta orientaciones sobre aspectos concretos que surgen o pueden surgir en quien medita. Por ejemplo, es habitual que seamos nostálgicos de la felicidad pasada; sin embargo, d’Ors lo considera un intento absurdo, pues es imposible rastrearla; para él, la felicidad es percepción del momento, y si nos limitamos a ese percibir llegaríamos, por fin, a lo que somos, una meta perseguida en el meditar. Gracias a la meditación, se aprende a no querer ir a ningún lugar distinto del que se está: se quiere estar en el que está, pero plenamente.
Otro ejemplo: cómo actuar ante el dolor. Son estas sus palabras: “conectar con el propio dolor y con el dolor del mundo es la única forma, demostrable, para derrocar al principal de los ídolos, que no es otro que el bienestar. Para lograr tal conexión con el dolor es preciso hacer exactamente lo contrario a lo que nos han enseñado: no correr, sino parar; no esforzarse, sino abandonarse; no proponerse metas, sino simplemente estar ahí”. Sí, estar ahí con esa realidad, ya que los ideales, como el sueño de una vida sin dolor, son perniciosos, mientras que la realidad, sea la que sea, es liberadora.
Asunción de las propias responsabilidades es otro producto de la meditación. Llega el momento de no culpar a nada, a las circunstancias, ni a nadie de lo que nos acontece. Se logra evitar eso a lo que tan acostumbrados estamos, buscando responsables, cuando la dirección de la flecha indicadora, como si imantada estuviera, apunta hacia nosotros mismos.
Si alguna cita podría resumir el contenido de este bello libro, sería la del propio autor: “El camino de la meditación es por ello el del desapego, el de la ruptura de los esquemas mentales o prejuicios: es un irse desnudando hasta que se termina por comprobar que se está mucho mejor desnudo”. Es ahí donde nos encontramos a nosotros mismos, donde nos hacemos conscientes de la vida que pasa y nos limitamos a percibirla, sentirla y gozarla, libres de toda traba. Porque, según el autor, “la vida es un viaje espléndido, y para vivirla solo hay una cosa que debe evitarse: el miedo”.
Se podría seguir aportando aspectos concretos que d’Ors aborda en el libro. Pero eso sería casi reproducirlo por completo, pues no son extensas sus reflexiones, aunque sí profundas. Sirvan como invitación a sumergirnos en su lectura los ejemplos expuestos.
Concluyendo
Este es un libro para ser leído con detenimiento. Pero, sobre todo, para ser releído, para ser gustado y paladeado. A muchos de sus lectores les ha llevado a sumarse a los Amigos del Desierto, grupo creado por d’Ors y que cuenta con sedes en algunas ciudades españolas; un grupo que es más una congregación de solitarios que una comunidad. Pero que, a no dudar, servirá a cuantos sienten una inquietud interior que les lleva a desear algo más que ver pasar la vida como un simple observador, sin vivirla con plenitud. El autor nos invita a ese adentrarnos en nuestro interior, a vaciarnos para, desde la desnudez absoluta, encontrarnos y llenarnos de la plenitud de saber que soy yo.
D’Ors no propone un listado de capítulos, pero sí, al final de la obra incluye una guía que nos oriente en la lectura de la obra y que figura con los siguientes títulos:
Guía para la Biografía del silencio
1. Espíritu de principiante
2. Revolver el lodo
3. Las olas de las distracciones
4. Resistencias y perseverancia
5. Demasiadas búsquedas
6. El arte de la espera
7. El asombro de estar presente
8. La felicidad es percepción
9. Todo cambia
10. Yo soy el universo
11. Rutina y creatividad
12. La conciencia es la unidad consigo mismo
13. Matar los sueños
14. Me gusta o no me gusta
15. Calidad de las sentadas
16. Vislumbres de lo Real
17. Postraciones rituales y existenciales
18. Pensar menos
19. La sonrisa del maestro interioridad
20. La propia porción de dolor
21. El iceberg es solo agua
22. La puerta sin puerta
23. Falsos problemas
24. Oportunidades del destino
25. El silencio en quietud
26. El poder del ahora
27. Enamorados del drama
28. Observar la mente es el camino
29. Responsables de nuestro estar bien o mal
30. El escenario vacío
31. La única gran pregunta
32. Un largo proceso de decepción
33. Muerte de las ideas
34. Una llamada misteriosa
35. Ratas de biblioteca
36. Congregación de solitarios
37. El maestro de meditación
38. La mirada lateral
39. Frutos de la meditación
40. El pequeño yo
41. Preferencia por el no-hacer
42. Todo depende de nosotros
43. El dilema de la vida
44. Nacer dos veces
45. La vía purgativa
46. El país de la conciencia
47. El testigo del testigo
48. Ética de la atención del cuidado
49. La motivación inicial y las posteriores
Título: Biografía del silencio. Breve ensayo sobre meditación
Autor: Pablo d’Ors
Edita: Siruela, Madrid, 2016, 21ª edición
Colección: Biblioteca de Ensayo (Serie Menor)
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 112
ISBN: 978-84-9841-838-5
Precio: 11,95 euros
Nos encontramos ante un libro pequeño, pero un gran libro. Un texto que no es nuevo, puesto que lleva ya veintiuna ediciones con más de cien mil ejemplares vendidos. Y porque su autor, Pablo d’Ors, llena las salas en las que habla del silencio y de la meditación, con personas que añoran su interioridad inmersas como están en un mundo que tiene horror al silencio.
También nos hallamos ante una obra de difícil clasificación. No se trata de un sistema de autoayuda, tampoco de un manual sistematizado para aprender a meditar, ni de un tratado filosófico lleno de conceptos abstractos. La cuestión es que participa de todos ellos y de algunos más. Por lo que comentarlo con detalles se presenta como una tarea cuasi imposible.
Lo que sí es acertado es su título, ya que se trata de la biografía de alguien que nos invita a seguir su senda, si nos place y consideramos adecuada, en su relación con la meditación, que, en la obra, es prácticamente un sinónimo del silencio. Silencio exterior y silencio interior también.
Meditar
La primera aproximación al libro se nos aparece como una encrucijada de caminos de los que desconocemos por qué derroteros nos llevará. Porque la primera dificultad es saber qué entendemos por meditación. En efecto: basta con echar un vistazo al panorama meditativo para que nos surjan muy diversos tipos: la budista o completa de la mente, la zazen, la trascendental, la vipassana o penetrante, la kabbalah, la mantra, la sufí, la dzoghen, la dinámica de Osho o kundalini, la metta bhavana, o la que puede acompañar al yoga en sus variantes, sin olvidar otras como la que proponía Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales.
Pablo d’Ors no se refiere a ninguna de ellas en concreto. Por el contrario, nos narra cómo, de manera autodidacta, comenzó a meditar y, a raíz de algunas citas de su texto, nos expresa su inclinación por la meditación budista zen; nos cuenta sus experiencias, sus dificultades y cómo vive en la actualidad su meditación, su “sentada”, como él la llama, un camino espiritual que ha sido configurado por él y que intenta explicar en su obra. Para concluir en que, para meditar, no hay que detenerse en tanta teoría, sino, por el contrario, dedicarse a practicarla.
Es cierto que nos da una serie de consejos para llevar a cabo una buena meditación: tiempo diario que hay que dedicarle, la preparación del escenario donde llevarla a cabo, la postura corporal que es conveniente adoptar. Y nos advierte de las dificultades que encontraremos, para que no nos lleven a abandonar la meditación sino a insistir en ella: las molestias físicas de la postura adoptada, los embates del pensamiento que tienden a distraernos, lo que Santa Teresa llamaba “la loca de la casa”, el peligro de la rutina, etc.
Así, por ejemplo, nos dice: “En la meditación silenciosa y en quietud no hay adornos ni florituras: basta una habitación que no esté demasiado caldeada ni demasiado fría; basta un banquito o un cojín para sentarse y una esterilla; acaso incienso muy suave, o incluso un pequeño altar con una vela encendida … Todo está al servicio del recogimiento, todo invita a la interiorización”. Y evita instrumentos válidos en otros tipos de meditación, como recurrir a la imaginación, tal y como ocurre en la meditación ignaciana, o a la música.
Y, a la hora de emprender la lectura de este valioso libro, hemos de pensar que, si bien sus pequeños capítulos mantienen una ilación expositiva, sin embargo, permite por lo general que se puedan leer separadamente, constituyendo cada uno de ellos un mensaje sobre el que reflexionar.
Ejemplos útiles
Espigamos del texto algunas definiciones de meditar. Nos dice d’Ors: “Solo hay que pararse, callar, escuchar y mirar; aunque pararse, callar, escuchar y mirar -y eso es meditar- se nos haga hoy tan difícil y hayamos tenido que inventar un método para algo tan elemental”. O, en otro capítulo: “La meditación es una iniciación a la vida adulta: un despertar a lo que somos”. “Meditar es, fundamentalmente, sentarse en silencio, y sentarse en silencio es, fundamentalmente, observar los movimientos de la propia mente”. “La práctica de la meditación a la que me estoy refiriendo puede seguramente resumirse en saber estar aquí y ahora. No otro lugar, no otro tiempo”.
Detengámonos ahora en algunos de los resultados de la meditación. Hablándonos del silencio, nos dice d’Ors que no tiene nada de particular, sino que es el marco o el contexto que posibilita todo lo demás. ¿Y qué es todo lo demás? Nada, nada en absoluto, simplemente la vida misma que discurre; aunque puntualiza que, lo mismo que dice nada, puede decir todo. Por supuesto, no se detiene en el concepto filosófico de la nada, que afirma que la nada no existe. Se refiere, más bien, a un vaciamiento interior; nos explica: “fue un gran logro comprender, y empezar a vivir, que yo podía estar sin pensar, sin proyectar, sin imaginar, estar sin aprovechar, sin rendir: un estar en el mundo, un con-fundirme con él, un ser del mundo y el mundo mismo sin las cartesianas divisiones o distinciones”. Y, más adelante: “Gracias a la meditación he ido descubriendo que no hay yo y mundo, sino que mundo y yo son una misma y única cosa. La consecuencia natural de semejante hallazgo […] es la compasión hacia todo ser viviente”, una convicción que aleja cualquier suspicacia de egoísmo por parte de quien medita, por tener la apariencia de querer separarse de los demás para dedicarse a uno mismo. De hecho, aunque de manera tangencial, propone como buena opción el procurar meditar junto a otras personas.
A lo largo de su relato, el autor nos apunta orientaciones sobre aspectos concretos que surgen o pueden surgir en quien medita. Por ejemplo, es habitual que seamos nostálgicos de la felicidad pasada; sin embargo, d’Ors lo considera un intento absurdo, pues es imposible rastrearla; para él, la felicidad es percepción del momento, y si nos limitamos a ese percibir llegaríamos, por fin, a lo que somos, una meta perseguida en el meditar. Gracias a la meditación, se aprende a no querer ir a ningún lugar distinto del que se está: se quiere estar en el que está, pero plenamente.
Otro ejemplo: cómo actuar ante el dolor. Son estas sus palabras: “conectar con el propio dolor y con el dolor del mundo es la única forma, demostrable, para derrocar al principal de los ídolos, que no es otro que el bienestar. Para lograr tal conexión con el dolor es preciso hacer exactamente lo contrario a lo que nos han enseñado: no correr, sino parar; no esforzarse, sino abandonarse; no proponerse metas, sino simplemente estar ahí”. Sí, estar ahí con esa realidad, ya que los ideales, como el sueño de una vida sin dolor, son perniciosos, mientras que la realidad, sea la que sea, es liberadora.
Asunción de las propias responsabilidades es otro producto de la meditación. Llega el momento de no culpar a nada, a las circunstancias, ni a nadie de lo que nos acontece. Se logra evitar eso a lo que tan acostumbrados estamos, buscando responsables, cuando la dirección de la flecha indicadora, como si imantada estuviera, apunta hacia nosotros mismos.
Si alguna cita podría resumir el contenido de este bello libro, sería la del propio autor: “El camino de la meditación es por ello el del desapego, el de la ruptura de los esquemas mentales o prejuicios: es un irse desnudando hasta que se termina por comprobar que se está mucho mejor desnudo”. Es ahí donde nos encontramos a nosotros mismos, donde nos hacemos conscientes de la vida que pasa y nos limitamos a percibirla, sentirla y gozarla, libres de toda traba. Porque, según el autor, “la vida es un viaje espléndido, y para vivirla solo hay una cosa que debe evitarse: el miedo”.
Se podría seguir aportando aspectos concretos que d’Ors aborda en el libro. Pero eso sería casi reproducirlo por completo, pues no son extensas sus reflexiones, aunque sí profundas. Sirvan como invitación a sumergirnos en su lectura los ejemplos expuestos.
Concluyendo
Este es un libro para ser leído con detenimiento. Pero, sobre todo, para ser releído, para ser gustado y paladeado. A muchos de sus lectores les ha llevado a sumarse a los Amigos del Desierto, grupo creado por d’Ors y que cuenta con sedes en algunas ciudades españolas; un grupo que es más una congregación de solitarios que una comunidad. Pero que, a no dudar, servirá a cuantos sienten una inquietud interior que les lleva a desear algo más que ver pasar la vida como un simple observador, sin vivirla con plenitud. El autor nos invita a ese adentrarnos en nuestro interior, a vaciarnos para, desde la desnudez absoluta, encontrarnos y llenarnos de la plenitud de saber que soy yo.
D’Ors no propone un listado de capítulos, pero sí, al final de la obra incluye una guía que nos oriente en la lectura de la obra y que figura con los siguientes títulos:
Guía para la Biografía del silencio
1. Espíritu de principiante
2. Revolver el lodo
3. Las olas de las distracciones
4. Resistencias y perseverancia
5. Demasiadas búsquedas
6. El arte de la espera
7. El asombro de estar presente
8. La felicidad es percepción
9. Todo cambia
10. Yo soy el universo
11. Rutina y creatividad
12. La conciencia es la unidad consigo mismo
13. Matar los sueños
14. Me gusta o no me gusta
15. Calidad de las sentadas
16. Vislumbres de lo Real
17. Postraciones rituales y existenciales
18. Pensar menos
19. La sonrisa del maestro interioridad
20. La propia porción de dolor
21. El iceberg es solo agua
22. La puerta sin puerta
23. Falsos problemas
24. Oportunidades del destino
25. El silencio en quietud
26. El poder del ahora
27. Enamorados del drama
28. Observar la mente es el camino
29. Responsables de nuestro estar bien o mal
30. El escenario vacío
31. La única gran pregunta
32. Un largo proceso de decepción
33. Muerte de las ideas
34. Una llamada misteriosa
35. Ratas de biblioteca
36. Congregación de solitarios
37. El maestro de meditación
38. La mirada lateral
39. Frutos de la meditación
40. El pequeño yo
41. Preferencia por el no-hacer
42. Todo depende de nosotros
43. El dilema de la vida
44. Nacer dos veces
45. La vía purgativa
46. El país de la conciencia
47. El testigo del testigo
48. Ética de la atención del cuidado
49. La motivación inicial y las posteriores
Notas sobre el autor
Pablo d'Ors (Madrid, 1963) es sacerdote católico, escritor y, por expresa designación del Papa Francisco, consejero cultural del Vaticano. Tras conocer a Franz Jalics, funda en 2014 la asociación Amigos del Desierto, cuyo propósito es profundizar y promover la práctica de la meditación. Ha publicado, entre otros libros, la llamadaTrilog ía del silencio, conformada por El amigo del desierto (2009), El olvido de sí (2013) y Biografía del silencio (2012), que comentamos y que ha constituido un auténtico fenómeno editorial.
Pablo d'Ors (Madrid, 1963) es sacerdote católico, escritor y, por expresa designación del Papa Francisco, consejero cultural del Vaticano. Tras conocer a Franz Jalics, funda en 2014 la asociación Amigos del Desierto, cuyo propósito es profundizar y promover la práctica de la meditación. Ha publicado, entre otros libros, la llamadaTrilog ía del silencio, conformada por El amigo del desierto (2009), El olvido de sí (2013) y Biografía del silencio (2012), que comentamos y que ha constituido un auténtico fenómeno editorial.