Hace falta renovar esfuerzos para que el triángulo del conocimiento formado por Investigación, Educación e Innovación no se transforme en el triángulo de las Bermudas (conocido también como El limbo de los perdidos). A juzgar por los últimos movimientos parece que la clave para salir del atolladero está en vigorizar una vez más las sinergias entre innovación tecnológica y social.
Hoy consecuentemente se propuso que el año 2009 sea el "Año Europeo de la Creatividad y la Innovación", con el fin de estimular estas capacidades en los países de la Unión Europea. Se plantea como una iniciativa transversal que refuerce las interacciones existentes entre la cultura, la educación y otros sectores de actividad, como el de la empresa, los medios de comunicación, la investigación, y las escurridizas políticas sociales y regionales.
El primero de los años europeos fue en 1983 y dedicado a las Pequeñas y Medianas Empresas y la Artesanía. En el 2001 se lanzó el Año Europeo de las Lenguas para sensibilizar a los estados miembros sobre la importancia del aprendizaje de las competencias lingüísticas e interculturales para la movilidad.
Con toda esta batería, a la que se suman en 2005 el Año de la Ciudadanía a través de la Educación, el 2006 dedicado a la Movilidad de los Trabajadores, el 2007 de la Igualdad de Oportunidades y el 2008 del Diálogo Intercultural ... digamos que hay que investigar con mayor detenimiento cómo la cultura y la industria estimulan la creatividad, la innovación y el crecimiento del empleo y viceversa.
Y, de paso, encontrar la poción mágica que ayude a alcanzar las anheladas tasas de crecimiento económico, el supuesto desarrollo sostenible y la panacea del Espacio Europeo de la Felicidad.
Con toda esta batería, a la que se suman en 2005 el Año de la Ciudadanía a través de la Educación, el 2006 dedicado a la Movilidad de los Trabajadores, el 2007 de la Igualdad de Oportunidades y el 2008 del Diálogo Intercultural ... digamos que hay que investigar con mayor detenimiento cómo la cultura y la industria estimulan la creatividad, la innovación y el crecimiento del empleo y viceversa.
Y, de paso, encontrar la poción mágica que ayude a alcanzar las anheladas tasas de crecimiento económico, el supuesto desarrollo sostenible y la panacea del Espacio Europeo de la Felicidad.