Algunas características de esos sistemas sociales, complejos y adaptativos, que son las aulas
En ese estudiarnos, hemos ido encontrando algunas regularidades en nuestras formas de orientar el trabajo en las aulas, entrevemos lo que nos queda, pero ello no impide que hayamos detectado ya, algunas características que les vamos a presentar de forma sintética:
1.- Unas aulas orientadas a la comprensión del mundo, del otro y de uno mismo.
Fomentamos y a veces debemos recuperar el espíritu indagador que los niños poseen como una actitud esencial de nuestra especie. Esa actitud que nos permite situarnos en el mundo encontrando explicaciones a objetos y fenómenos. Una actitud que nos capacita para la toma de decisiones.
Comprender el mundo pide que cada cual se descentralice. Comprender un objeto o un fenómeno es interaccionar con ellos. En el interaccionar sales de ti, y cuando vuelves, de alguna manera has modificado algo en ti mismo.
Cuando intentamos comprender algo, constantemente usamos lo que otros comprenden. Nos referimos a lo que uno escribió, a lo que otro dibujó, a lo que el de más allá dijo. Tomamos decisiones respecto de esas referencias, decidimos si las valoramos o las desechamos, si las retocamos y las incorporamos, si concuerdan con nuestra visión o nos introduce algún matiz … Esas referencias son tanto internas al aula como de su exterior. Comprender, aunque es una comunicación de cada persona consigo misma, es un proceso social que genera una cosmovisión dinámica, puesto que las percepciones y las explicaciones varían.
Por ello consideramos que comprender significa comunicarse consigo mismo usando como referencia la interpretación del otro, sus ideas, sus formas de hacer, su intenciones... Comprender requiere intentar comprender al otro.
Significa también compromiso, ya que cuando no te sientes vinculado con otros en algún objetivo, ese objetivo deja de ser significativo para ti, con lo que los niveles de descentralización y por ende de reconocimiento del otro y de comprensión bajan en picado.
Es por ello que organizamos nuestras aulas como espacios públicos donde se pueda hablar y actuar. Donde de forma holística se pueda especular, negociar significados, establecer colectivamente planes de acción… teniendo en cuenta la asimetría existente entre los maestros y los alumnos.
2.- Un hablar y actuar polifónicos.
La belleza de una orquesta polifónica consiste en la coordinación mutua que se establece entre cada uno de los instrumentos o voces. Cierto que hay un director de coro o de orquesta, pero no es menos cierto que el director que facilita esa coordinación poco podría hacer sin esa sutil e imperceptible coordinación entre cada uno de los miembros.
En nuestras aulas potenciamos esa coordinación que tiene la forma de un sistema adaptativo entre las voces y sus ecos porque es fuente de conocimiento y de humanidad.
Imagínense lo que supone un grupo de personas conviviendo para comprender cosas. Y que en ese comprender el proceso de formación de sus explicaciones es un proceso social porque está constituido por un sistema de voces y de ecos entre su manera de orientarse y las de otros compañeros de la clase. Pero no solamente eso, sino que en su vida cotidiana están acostumbrados a que puedan venir otros alumnos de otras clases, ya sea para hacerles preguntas sobre algo que estos estudiaron, ya sea para darles explicaciones sobre algo que tienen entre manos. Pero es que las puertas de la clase y los sentidos de las personas también están abiertos a las explicaciones que otro maestro pueda traer, a algún padre que se la ha llamado porque se sabe que puede aportar alguna cosa, o a los expertos sobre el tema que estamos tratando, o a la cultura en general, en forma de libros, videos, periódicos, mapas, lupas, y demás objetos, artefactos e instrumentos.
No se trata de un sistema polifónico formado tan solo por nociones distintas, si no por diferentes intereses, orientaciones básicas, formas de emocionarse y de hacer, lenguajes, intenciones… por distintas cronologías y experiencias… Y procuramos que todas formen un sistema emergente porque lideramos la existencia de interacciones simbólicas entre estas voces y sus ecos. Interacciones simbólicas que sean formadoras de la voz personal de cada uno y de la voz colectiva del aula.
La sociología de este entramado y la amplitud de su dimensión polifónica nos parecen dos características importantes para que el proceso de formación de sociedades y de personas sea emancipador.
Como la gusta decir a un entrañable amigo, las aulas se vuelven esferas sonoras repletas de ecos tanto internos como exteriores que nos orientan en nuestro conocer.
La función social de la escuela es que nuestras niñas y nuestros niños aprendan. Aprender es un montón de actos emotivamente intelectuales o intelectualmente emotivos, como se prefiera. El acto de comprender es en si una emoción porque sin ella difícilmente se comprende, eso si se automatiza. Y como antes hemos explicado es también un acto social, público y personal mediado por artefactos culturales.
Consideramos que en las aulas se produce conocimiento, fruto de una fusión entre una determinada manera de entender la función transmisora del legado cultural de la humanidad y de unos procesos de cocreación de significados que se producen en las aulas.
Por ello fomentamos procesos de indagación influenciados tanto por lo que son nuestros alumnos como por las maneras de hacer de las distintas epistemologías.
4.- La emergencia de procesos de indagación
Los procesos de indagación de nuestras aulas también tienen una forma emergentes; creemos que esta emergencia se da porque existe un proceso de formación en la manera como se vinculan las preguntas, las experiencias que se viven buscando explicaciones, y la naturaleza temática de estas mismas explicaciones.
Consideramos que en las aulas se produce conocimiento, fruto de una fusión entre una determinada manera de entender la función transmisora del legado cultural de la humanidad y de unos procesos de cocreación de significados que se producen en las aulas.
Por ello fomentamos procesos de indagación influenciados tanto por lo que son nuestros alumnos como por las maneras de hacer de las distintas epistemologías.
4.- La emergencia de procesos de indagación
Los procesos de indagación de nuestras aulas también tienen una forma emergentes; creemos que esta emergencia se da porque existe un proceso de formación en la manera como se vinculan las preguntas, las experiencias que se viven buscando explicaciones, y la naturaleza temática de estas mismas explicaciones.
5.- La dimensión pública del aula
Los procesos personales de comprensión, repletos de esfuerzos por establecer relaciones y comunicación no solo están vinculados con los procesos personales de comprensión de otras personas si no que también están vinculados con los procesos públicos propios de la expresión de la actividad colectiva. La comprensión de cada alumno es, en nuestra opinión, un hecho social en un doble sentido: porque usa como referente la comprensión de otras personas y porque también usa como referente la comprensión de la actividad colectiva que está orientada a comprender el mundo y a comunicarse.
Este hecho incluye entre nuestras preocupaciones de maestros la gestión de los espacios simbólicos y físicos (en cuanto “expresantes”) públicos de las aulas y la gestión también de la interpretación que cada alumno hace de ellos
Nos hemos dado cuenta que esos significados colectivos constituyen una memoria colectiva que hace la función de marco social en el que se sitúan las continuas novedades que representan la sucesión de situaciones y de interacciones que son propias de los procesos didácticos.
También hemos observado como en las aulas se relacionan los procesos de formación de los significados colectivos, con los de formación de los significados personales.
Todavía hemos visto otra relación entre lo público y lo privado que tendría que ver con la creación de usos y costumbres que tienen valor casi jurídico. Por ejemplo, al tener objetivos y reglas de interacción compartidas, los gestos individuales de desarrollar una idea están vinculados al propósito colectivo de hacerla pública. Porque es la manera cómo, a través del contraste, el matiz, la flexibilidad, se negocian significados colectivos en nuestras aulas.
Una característica de la gestión que hace el maestro de la interacción entre lo público y lo privado es la documentación cronológica y lógica de las experiencias vividas en el aula en sus paredes y espacios como expresión de una memoria colectiva.
Cuando las personas indagan para comprender alguna cosa, y lo hacen de forma comunitaria, compartiendo objetivos, expectativas… suele ocurrir que el vínculo entre lo personal y lo público se amplia vinculándose también a la especie y al universo de los que formamos parte.
Los procesos personales de comprensión, repletos de esfuerzos por establecer relaciones y comunicación no solo están vinculados con los procesos personales de comprensión de otras personas si no que también están vinculados con los procesos públicos propios de la expresión de la actividad colectiva. La comprensión de cada alumno es, en nuestra opinión, un hecho social en un doble sentido: porque usa como referente la comprensión de otras personas y porque también usa como referente la comprensión de la actividad colectiva que está orientada a comprender el mundo y a comunicarse.
Este hecho incluye entre nuestras preocupaciones de maestros la gestión de los espacios simbólicos y físicos (en cuanto “expresantes”) públicos de las aulas y la gestión también de la interpretación que cada alumno hace de ellos
Nos hemos dado cuenta que esos significados colectivos constituyen una memoria colectiva que hace la función de marco social en el que se sitúan las continuas novedades que representan la sucesión de situaciones y de interacciones que son propias de los procesos didácticos.
También hemos observado como en las aulas se relacionan los procesos de formación de los significados colectivos, con los de formación de los significados personales.
Todavía hemos visto otra relación entre lo público y lo privado que tendría que ver con la creación de usos y costumbres que tienen valor casi jurídico. Por ejemplo, al tener objetivos y reglas de interacción compartidas, los gestos individuales de desarrollar una idea están vinculados al propósito colectivo de hacerla pública. Porque es la manera cómo, a través del contraste, el matiz, la flexibilidad, se negocian significados colectivos en nuestras aulas.
Una característica de la gestión que hace el maestro de la interacción entre lo público y lo privado es la documentación cronológica y lógica de las experiencias vividas en el aula en sus paredes y espacios como expresión de una memoria colectiva.
Cuando las personas indagan para comprender alguna cosa, y lo hacen de forma comunitaria, compartiendo objetivos, expectativas… suele ocurrir que el vínculo entre lo personal y lo público se amplia vinculándose también a la especie y al universo de los que formamos parte.
El mundo de la vida del aula, cuando se busca otro paradigma.
Para acabar, he querido poner este cuadro de Monet. Quisiera hacerles pensar en su belleza –aunque podría pasar que a alguien no le conmueva-. Para mí, lo que realza la belleza del cuadro es su diversidad, que comienza por el estilo puntillista del pintor, continua con las diferentes tonalidades y por destacar la cantidad de especies vegetales representadas, aunque el título sea sólo de una. En el cuadro también hay un puente y agua. Puente como signo de comunicación y agua como imagen de vida. Pues esa imagen podría resumir nuestras aulas, y el mundo de la vida que se genera en ellas cuando las concebimos como espacios de comunicación sin discriminaciones y orientadas a la comprensión del mundo y de las demás.
A modo de ilustración, sirva el comentario de una alumna de una clase de tercero de primaria cuando le pregunte por como le había ido el curso:
“Me siento muy satisfecha porque no sabia que sabia tantas cosas”, Aina de 9 años.
Escuchando estas cosas uno piensa en la comunicación y en su capacidad de formar personas y comunidades y lo hace pensando en los procesos autopoiéticos que nos describió el profesor Maturana y advierte el valor mediador de los artefactos culturales en la autogeneración de los grupos donde se implementan este tipo de prácticas docentes.
David Vilalta Murillo
Instituto de Ciencias de la Educación de la UAB
La Cultura Matemática de las Personas
Para acabar, he querido poner este cuadro de Monet. Quisiera hacerles pensar en su belleza –aunque podría pasar que a alguien no le conmueva-. Para mí, lo que realza la belleza del cuadro es su diversidad, que comienza por el estilo puntillista del pintor, continua con las diferentes tonalidades y por destacar la cantidad de especies vegetales representadas, aunque el título sea sólo de una. En el cuadro también hay un puente y agua. Puente como signo de comunicación y agua como imagen de vida. Pues esa imagen podría resumir nuestras aulas, y el mundo de la vida que se genera en ellas cuando las concebimos como espacios de comunicación sin discriminaciones y orientadas a la comprensión del mundo y de las demás.
A modo de ilustración, sirva el comentario de una alumna de una clase de tercero de primaria cuando le pregunte por como le había ido el curso:
“Me siento muy satisfecha porque no sabia que sabia tantas cosas”, Aina de 9 años.
Escuchando estas cosas uno piensa en la comunicación y en su capacidad de formar personas y comunidades y lo hace pensando en los procesos autopoiéticos que nos describió el profesor Maturana y advierte el valor mediador de los artefactos culturales en la autogeneración de los grupos donde se implementan este tipo de prácticas docentes.
David Vilalta Murillo
Instituto de Ciencias de la Educación de la UAB
La Cultura Matemática de las Personas