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Lo latino y los latinos...¿Y si rompemos los viejos clichés?

Redactado por Rafael Alberto Pérez el Lunes, 9 de Abril 2012 a las 13:21

(reflexiones previas a un viaje a Colombia)


Siempre que comento que estoy preparando un viaje para impartir seminarios en Latinoamérica, hay alguien que me pregunta ¿Rafael te compensa viajar allí? ¿Qué ganas con estos viajes? ¿Pagan mucho tus conferencias? ¿No te da miedo? Le respondo que pagan poco (desde luego menos que en España y además en dólares, no en euros), que No tengo miedo y que SI me compensa y me re-compensa. En estas líneas quisiera compartir con el lector mis razones. Creo que al hacerlo explicaré también el por qué de mi pasión por Latinoamérica.

Un cruce de miradas: Fue en Latinoamérica donde me advirtieron: España vive por encima de su posibilidades, y más dura será la caída. Como tantas veces no les escuchamos. En realidad la cosa es peor, los españoles tienen (no puedo, ni quiero decir tenemos) una muy mala imagen de los latinos y tienden a mirarlos por encima del hombro (ahí está toda una serie de expresiones menospreciativas como sudaca, machupichu, etc.). Creo que ese menosprecio es una barrera relacional mucho mayor que las barbaridades que pudieran haberles hecho nuestros conquistadores que, a fin de cuentas, fueron cosas de otras épocas y como tales hay que juzgarlas. Por eso pienso que ya va siendo hora de desmontar algunos falsoa clichés. En concreto me gustaría desmontar tres de ellos:

1º Cliché: Incultos: Todos los países que exportan mano de obra tienen mala imagen, y es lógico, emigran los más necesitados, lo que suele coincidir con los menos formados. Y sin embargo hemos olvidado que fuimos    ( y tal vez volvemos a ser) un país de emigrantes. Yo trabajé en Bruselas en 1968 como ejecutivo en Unilever, un opuesto cualificado, pero mi pecado era ser español, un pueblo (para los belgas) de mineros del carbón, camareros de sucias tascas y chachas domésticas. Pero una cosa son los emigrantes y otra el resto de la población. Lo cierto es que mis amigos latinos me superan con creces en cultura y conocimientos. Y desde luego superan a esos que los menosprecian. Se podría objetar con razón que yo me muevo en ambientes cultos, y que eso es la excepción, y sin duda tendrían razón, pero hay que añadir que si bajamos a estamentos más pobres y humildes, la gente que encontremos será todavía más educada y también más cariñosa con el de fuera, si cabe. Así que puestos a trabajar con clichés, les propongo uno distinto: ENTRAÑABLES.

2º Cliché: peligrosos. La existencia de bandas armadas con claro desprecio de la vida ajena- que a veces operan en España- no ayuda a la imagen de Latinoamérica. Pero no visitar sus países por miedo a un secuestro o así, es como no venir a España por culpa de ETA. Ni todos los españoles somos etarras, ni todos los latinos peligrosos delincuentes. Muy al contrario, pocas veces he encontrado en mi vida gente tan buena y cordial. Lo cierto es que todos los países tenemos un porcentaje de mala gente. Porcentaje que no suele variar mucho. Lo que varía es la permisividad del sistema. En España tenemos la suerte y el mérito de una justicia lenta aunque bastante certera y una policía honesta y eficiente a la que habría que hacer un monumento. Algo que tal vez falle en Latinoamérica. Pero no deberíamos dejar que unos pocos nos hagan olvidar la cordialidad cálida y espontánea que irradia el resto y como allí se conservan valores que en España ya hemos perdido: familia, amistad, educación, etc. Le sugiero al lector que vaya a esa maravillosa ciudad que es Medellín para ver como unas políticas sociales y policiales acertadas han relegado la delincuencia a segundo plano y la han convertido en una de las ciudades más atractivas de Sudamérica. Dicho esto es evidente que el cliché que les propongo es: TREMENDAMENTE CORDIALES

3º Cliché: informales. Es un calificativo que tiene muchos flecos: informales en los tiempos, en las responsabilidades, en los modos, etc. Hoy los españoles queremos ser sajones, y sacrificamos nuestra espontaneidad por fríos y formales protocolos sociales. El resultado es que ya ni le pedimos la sal al vecino y, algo peor, ya ni nos tocamos. Pues bien, desde aquí reivindico la informalidad latina, ese un mundo táctil , donde la amistad es todavía posible y, nadie se avergüenza hipócritamente de una buen juerga entre amigos. Mi propuesta es clara: RECUPERAR LA INFORMALIDAD CALIDA Y TÁCTIL DE LO LATINO QUE LOS ESPAÑLOES LLEVAMOS DENTRO AUNQUE LO HAYAMOS OLVIDADO

No sé si con estas líneas habré convencido a alguien, pero tampoco era mi objetivo, no se trata de persuadir sino de compartir. Y lo que he tratado de compartir con Vds. es que me compensa ir a ese un mundo entrañable, cordial y táctil que es Latinoamérica, porque allí, precisamente allí, me encuentro con una parte pedida de mi humanidad.
Rafael Alberto Pérez

| Lunes, 9 de Abril 2012

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