Directora de Desarrollo profesional en Gobierno del Estado de Oaxaca. Ha sido docente de diferentes Universidades
La NTE propone incorporar la complejidad organizacional al centrar la mirada en las interconexiones que unen a los miembros de la organización y a la organización misma desde un enfoque sistémico.
En tanto las propuestas del pensamiento estratégico avanzan generando nuevos paradigmas organizacionales; alrededor del mundo se siguen adoptando esquemas obsoletos en cuanto al diseño organizacional; México no es la excepción.
Uno de los principales puntos de mejora organizacional en los gobiernos estatales y federales mexicanos, es el diseño, re-diseño, construcción y operación de sus estructuras.
Por factores culturales – organizacionales de antaño, el diseño de las estructuras gubernamentales mexicanas tiende a conservar formas burocráticas, que actúan con apego a nomenclaturas rígidas, figuras mecánicas y cargos que responden a reglamentos de operación, manuales de organización, etc. Sumado a ello, las estructuras se diseñan, rediseñan o someten a cambios con la llegada de cada administración (Presidente o gobernador, alcalde, etc.), cuya temporalidad tiene más que ver con los factores contextuales y políticos que con los organizacionales, y que suelen construirse pensando en las necesidades de operación que tendrá el equipo en turno, y no así en los avances y el aprendizaje organizacional.
Casi en la totalidad de los gobiernos mexicanos, estos diseños estructurales que cada cierta cantidad de años (trienios, sexenios) se renuevan, responden a las características profesionales y al número de personas que lleguen a conformar el nuevo equipo 1 , sin observar a veces, las relaciones entre el tamaño de la organización, sus necesidades funcionales y sus capacidades operativas, lejos de involucrarse en temas como la comprensión de su complejidad y la creación de redes. Así, las vemos representadas gráficamente en organigramas verticales descendentes, altos y marcadamente jerárquicos, con una gran cantidad de cargos en los niveles medios y superiores, sin una relación directa entre la cantidad de puestos de mando y la cantidad de colaboradores a su cargo. Es común encontrarse con estructuras que tienen tres, cuatro y hasta cinco niveles jerárquicos dependientes de una sola persona responsable de la toma de decisiones; valga hacer mención, de los costos de nómina que implica para la organización una diseño estructural repleto de cargos jerárquicos.
Si bien la estructura no es sino una representación del diseño de la organización, es un componente disasociable de ella y por tanto, su construcción y operación serán determinantes para su buen funcionamiento. Y dado que la construcción y diseño de estructuras organizacionales es una realidad en los gobiernos mexicanos (Hay áreas que se dedican solo a ello) Preguntémonos (y preguntémosles):
¿Qué tan efectivos son estos diseños en la operación? ¿Favorecen u obstaculizan los procesos relacionales? ¿Qué tan fácil o difícil se hace la toma de decisiones a partir de ellos? ¿Favorecen estos diseños la comunicación organizacional? A más de cien años de distancia de las primeras teorías organizacionales que nos sugerían incidir en el orden, el control, la supervisión, la racionalidad del trabajo, la funcionalidad y la eficiencia 2 y cuyas valiosas herencias teóricas, infortunadamente se siguen utilizando a veces a modo de receta; las propuestas de la NTE, parten del hecho de que en todos los casos, las organizaciones deben de avanzar hacia la búsqueda de mejoras en los patrones de conectividad, interrelación y articulación, siendo esta su principal tarea.
Las organizaciones, dice Rafael Alberto (2012), están cambiando sus modelos directivos y dejando a un lado las jerarquías piramidales, acortando las distancias entre sus miembros y procurando la conectividad. Es decir que la tendencia en el diseño de estructuras organizacionales, no debe de tener como fin último el control, si no la relación entre sus miembros, las áreas y departamentos que lo conforman, la interacción y vínculo con otras áreas, hasta que el todo organizacional quede articulado a manera de red relacional (interna) que posibilita la conectividad (al exterior) y asumido como un sistema abierto.
Para lograrlo, sería necesario en un primer momento, realizar un diagnóstico crítico de las estructuras organizacionales actuales para este sector, su efectividad operacional y relacional, y en un segundo momento –abandonar los dogmas- en cuanto a la racionalidad del trabajo, la centralización del poder y del pragmatismo funcionalista 3 , que son los que usualmente permean a las organizaciones gubernamentales mexicanas.
En la práctica, se trataría de superar los diseños estructurales -verticales descendentes- y pasar a los -horizontales – conectivos- en red; que desde su construcción estarían sugiriendo la interrelación y la comunicación, favoreciendo y aligerando la toma de decisiones y visualizando claramente los vínculos organizacionales – gubernamentales al interior y al exterior. Por supuesto que los costos disminuirían al reducir los niveles jerárquicos y aumentaría la efectividad organizacional al procurar estrategias de comunicación adecuadas.
Mirando desde la NTE, habría que lograr que los gobiernos mexicanos se asuman como organizaciones complejas, dinámicas, relacionales. Que favorezcan la producción de significación, antes que la de servicios o bienes y que avancen poco a poco hacia las inteligencias conectivas. Un futuro posible que hay que perseguir.
1 En el mejor de los casos, algunos gobiernos contarán con servicios civiles de carrera, que actuarán como una suerte de blindaje (no siempre) de las estructuras y los cargos, pero que no garantizan la efectividad de las estructuras, sino que procuran los ascensos de los colaboradores con base en el mérito a través de ejercicios profesionalizantes.
La NTE propone incorporar la complejidad organizacional al centrar la mirada en las interconexiones que unen a los miembros de la organización y a la organización misma desde un enfoque sistémico.
En tanto las propuestas del pensamiento estratégico avanzan generando nuevos paradigmas organizacionales; alrededor del mundo se siguen adoptando esquemas obsoletos en cuanto al diseño organizacional; México no es la excepción.
Uno de los principales puntos de mejora organizacional en los gobiernos estatales y federales mexicanos, es el diseño, re-diseño, construcción y operación de sus estructuras.
Por factores culturales – organizacionales de antaño, el diseño de las estructuras gubernamentales mexicanas tiende a conservar formas burocráticas, que actúan con apego a nomenclaturas rígidas, figuras mecánicas y cargos que responden a reglamentos de operación, manuales de organización, etc. Sumado a ello, las estructuras se diseñan, rediseñan o someten a cambios con la llegada de cada administración (Presidente o gobernador, alcalde, etc.), cuya temporalidad tiene más que ver con los factores contextuales y políticos que con los organizacionales, y que suelen construirse pensando en las necesidades de operación que tendrá el equipo en turno, y no así en los avances y el aprendizaje organizacional.
Casi en la totalidad de los gobiernos mexicanos, estos diseños estructurales que cada cierta cantidad de años (trienios, sexenios) se renuevan, responden a las características profesionales y al número de personas que lleguen a conformar el nuevo equipo 1 , sin observar a veces, las relaciones entre el tamaño de la organización, sus necesidades funcionales y sus capacidades operativas, lejos de involucrarse en temas como la comprensión de su complejidad y la creación de redes. Así, las vemos representadas gráficamente en organigramas verticales descendentes, altos y marcadamente jerárquicos, con una gran cantidad de cargos en los niveles medios y superiores, sin una relación directa entre la cantidad de puestos de mando y la cantidad de colaboradores a su cargo. Es común encontrarse con estructuras que tienen tres, cuatro y hasta cinco niveles jerárquicos dependientes de una sola persona responsable de la toma de decisiones; valga hacer mención, de los costos de nómina que implica para la organización una diseño estructural repleto de cargos jerárquicos.
Si bien la estructura no es sino una representación del diseño de la organización, es un componente disasociable de ella y por tanto, su construcción y operación serán determinantes para su buen funcionamiento. Y dado que la construcción y diseño de estructuras organizacionales es una realidad en los gobiernos mexicanos (Hay áreas que se dedican solo a ello) Preguntémonos (y preguntémosles):
¿Qué tan efectivos son estos diseños en la operación? ¿Favorecen u obstaculizan los procesos relacionales? ¿Qué tan fácil o difícil se hace la toma de decisiones a partir de ellos? ¿Favorecen estos diseños la comunicación organizacional?
Las organizaciones, dice Rafael Alberto (2012), están cambiando sus modelos directivos y dejando a un lado las jerarquías piramidales, acortando las distancias entre sus miembros y procurando la conectividad. Es decir que la tendencia en el diseño de estructuras organizacionales, no debe de tener como fin último el control, si no la relación entre sus miembros, las áreas y departamentos que lo conforman, la interacción y vínculo con otras áreas, hasta que el todo organizacional quede articulado a manera de red relacional (interna) que posibilita la conectividad (al exterior) y asumido como un sistema abierto.
Para lograrlo, sería necesario en un primer momento, realizar un diagnóstico crítico de las estructuras organizacionales actuales para este sector, su efectividad operacional y relacional, y en un segundo momento –abandonar los dogmas- en cuanto a la racionalidad del trabajo, la centralización del poder y del pragmatismo funcionalista 3 , que son los que usualmente permean a las organizaciones gubernamentales mexicanas.
En la práctica, se trataría de superar los diseños estructurales -verticales descendentes- y pasar a los -horizontales – conectivos- en red; que desde su construcción estarían sugiriendo la interrelación y la comunicación, favoreciendo y aligerando la toma de decisiones y visualizando claramente los vínculos organizacionales – gubernamentales al interior y al exterior. Por supuesto que los costos disminuirían al reducir los niveles jerárquicos y aumentaría la efectividad organizacional al procurar estrategias de comunicación adecuadas.
Mirando desde la NTE, habría que lograr que los gobiernos mexicanos se asuman como organizaciones complejas, dinámicas, relacionales. Que favorezcan la producción de significación, antes que la de servicios o bienes y que avancen poco a poco hacia las inteligencias conectivas. Un futuro posible que hay que perseguir.
1 En el mejor de los casos, algunos gobiernos contarán con servicios civiles de carrera, que actuarán como una suerte de blindaje (no siempre) de las estructuras y los cargos, pero que no garantizan la efectividad de las estructuras, sino que procuran los ascensos de los colaboradores con base en el mérito a través de ejercicios profesionalizantes.
2 Recordemos a los padres de la administración científica: Max Weber y la teoría de la burocracia, Fayol, que centraba su interés en las normas y los procesos administrativos y Taylor cuyo objetivo era lograr la productividad a través de la racionalidad del trabajo.
3 Léase: Pérez, R. A. (2012). Pensar la estrategia: Otra perspectiva. Buenos Aires, Argentina: La Crujía./ Capítulo 11: El cambio en las organizaciones.