Gestionar sin dinero


Domingo, 9 de Junio 2013, 19:48 | Leído 481 veces | 1 comentario(s)


Una de mis actividades favoritas este año es animar a debatir sobre la idea de gestionar sin dinero en distintos foros, sobre todo empresariales


De la incredulidad a la curiosidad
En los primeros momentos de cualquier presentación se suelen producir dos tipos de reacciones: Incredulidad en un primer momento y curiosidad después. A nivel particular, coincidimos en que las tres cosas más importantes de nuestra vida ni se compran ni se venden. También lo hacemos en que la mayor parte de nuestro trabajo es informal, no remunerado, producido y consumido en los hogares, las familias y las comunidades y no recogido por ninguno de los indicadores macroeconómicos a pesar de ser clave para digerir las importantes transferencias realizadas por el sistema público de bienestar. A nivel empresarial, también estamos de acuerdo en que los inicios de toda iniciativa emprendedora no están marcados por la sobreabundancia.

Por eso proponemos hacer el ejercicio de incorporar puntos de vista diferentes a los habituales en el pequeño ecosistema de cada uno. A nivel personal y familiar ya vivimos de forma distinta a como lo hacíamos en 2009. A nivel empresarial e institucional el cambio apenas ha empezado. Con el máximo respeto y apoyo a quienes peor lo están pasando, la propuesta es cambiar de las luces de niebla o de posición a las largas e intentar que no nos sorprendan ciertas tendencias cuando hoy ya podemos empezar a jugar con la ciencia ficción y tomar la iniciativa.

Ser protagonista
Una de las bases es asumir que lo que no hagamos ahora cada uno quedará sin hacer. Es pasar del qué puede hacer la sociedad por mi al qué estoy haciendo yo por la sociedad. Cambiando nuestro mundo cambiará el mundo. Individualmente y en equipo, porque las neuronas son más eficaces si están interconectadas.

Pensar de otra manera
Pensar en clave de futuro no sólo no cuesta dinero sino que dispara resortes internos que se multiplican cuando se comparten. La creatividad crece exponencialmente cuando el presupuesto pierde un cero. Y la satisfacción, que incluso es mayor la víspera que la fecha de cualquier evento. Se puede decir que no se trata de hacer más con menos, sino de hacer cosas diferentes de manera distinta para alcanzar otros objetivos.

Anticiparse al futuro
Siempre hace falta un cierto nivel de liquidez para financiar el proceso transformador en cualquier empresa, pero no todo lo económico está basado en el dinero. Hoy emergen versiones renovadas del trueque, fórmulas de economía colaborativa o compromisos ciudadanos para asumir responsabilidades y tareas comunitarias que marcarán tendencia. Como seguro que ocurrirá también con el interés de todos por el envejecimiento, la economía de la base de la pirámide o la evolución de las formas de trabajar.

Asumir el cambio demográfico
El gran sector empresarial apenas le presta atención todavía al envejecimiento. Quizá porque tampoco lo hacemos los ciudadanos, para los que es una especie de verdad incómoda cuya planificación postergamos sistemáticamente.

A nivel global todos sabemos que la pirámide de edad tradicional ya tiene forma de rombo y la tendrá de seta debido al babyboom que se produjo entre 1957 y 1977. Ello plantea dos tipos de retos empresariales. En primer lugar, más productos y servicios para los mayores, incluyendo los de previsión y la planificación. Como se producirá un empobrecimiento global de los mayores, será necesario abaratar productos y servicios básicos (residencias, ropa, calzado, alimentación, ocio o comunicación) porque las pensiones decrecerán. Además, una gestión laboral que incorporará la perspectiva de edad, que conducirá a identificar, entre otros, un concepto más rico de diversidad o los necesarios cambios de funciones, tareas y dedicación a lo largo de la vida laboral. A nivel global, recordemos que en España hemos pasado de recibir pensión durante 6 años a hacerlo durante 29, mientras que el periodo de actividad se ha reducido de 48 a 28 años en apenas 30 años.

Pasar de “lo público” a “lo común”
Estamos asistiendo a una serie acelerada de cambios relevantes en las formas de vida y relación entre la persona y la sociedad, donde lo público pasa de no ser de nadie a ser de todos. La política está perdiendo capacidad para gestionar una sociedad en cambio acelerado y con otras dinámicas, en las que la ciudadanía quiere participar directamente en los temas que le afectan.

Quizá por eso se empiezan a desarrollar formas diferentes de gestionar lo común a través de una participación ciudadana directa que asume nuevos retos apoyándose en muchos casos en Internet. Todavía queda mucho por experimentar, pero da la sensación de que Internet y las redes sociales pueden modificar la actual estructura de poder, hoy concentrada en una élite política y empresarial que no asume fácilmente los movimientos que están apareciendo al margen de sus estructuras soberanas.

Una dinámica que también afectará al mundo empresarial, por lo que es buen momento para apostar por otra forma de empresa que aspire a la llamada “economía del bien común”, una especie de versión evolucionada de la obsoleta responsabilidad social de las empresas.

Provocar un efecto viral
Por último, como la mejor manera de adaptarse al cambio es empezar a provocarlo, la conclusión suele ser sobre las bondades de ir generando un efecto viral para construir otro concepto de bienestar, basado en el “bienser” y enfocado al “bienhacer”. Que nos afectará a todos durante mucho tiempo si consideramos que la esperanza de vida se aproxima a los cien años. Un debate abierto.
s, porque parece que será una de las características de la sociedad del futuro.



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