El placer de hacer un hueco al futuro


Domingo, 7 de Julio 2013, 13:24 | Leído 385 veces | 1 comentario(s)


Mi privilegiado periodo prevacacional tiene dos caras. Por un lado es cuando más trabajo. Pero, si hago hueco para pensar en el inminente tiempo libre que voy a compartir con los míos, parece que las vacaciones empiezan antes. Porque la ilusión de escribir el cuaderno de mis vacaciones desde el principio me genera muchas más endorfinas que si me limito a leer el libro de lo que han escrito otros por mí. Mientras viva, la vida es más un cuaderno que escribir que un libro que leer, valga la expresión.


 Ayer me volví a encontrar con la idea acompañando a mi hija mayor al punto de partida de un viaje con amigos. “Estoy feliz. Haber hecho el plan ya ha sido una gozada. ¡Imagínate cómo lo vamos a pasar!”. Su tono vital coincidía con los que llevaban unos días organizando actividades y contrastaba con el de los que iban a mesa puesta.
 
Ocurre en muchas otras facetas de la vida. También en la profesional, gracias a Dios, porque es a lo que me dedico. Es gratificante compartir inquietudes y debate con empresas y organizaciones sociales sobre el cambio demográfico, el envejecimiento, la gestión de la edad o la intergeneracionalidad, que viene a ser lo mismo con distintos collares. O sobre la nueva ciudadanía que cobra fuerza frente a los históricos primer, segundo y tercer sector gracias a que las personas tomamos la iniciativa, por fin, frente a las instituciones que no funcionan. Apoyándonos en redes sociales de proximidad y electrónicas, al menos hasta que la mano que mece la cuna nos lo permita. O sobre la nueva pobreza, que nos devuelve silenciosamente al mundo previo a la burbuja de los últimos años, ya que cada vez seremos más pensionistas para una tarta de pensiones que sólo crecerá si cambiamos el sistema. O sobre la economía colaborativa, interrelacionada con todo lo anterior, en la que prevalecen tanto la producción como el consumo en equipo frente al individualista y la lógica del uso frente a algunos sinsentidos de la propiedad.
 
Ideas que tenemos más claras en lo personal, porque las vivimos, que en lo profesional, porque el día a día es tan denso que apenas nos permite levantar la cabeza para darle perspectiva a lo inmediato. Pero en algún momento lo haremos. Porque la gestión de la edad en la empresa, desde el desarrollo de negocio a los nuevos productos o la diversidad intergeneracional en las plantillas, la nueva pobreza, la ciudadanía participativa o la economía colaborativa, son retos que están tan a la vuelta de la esquina como las vacaciones de verano para los que tenemos la suerte de tenerlas. Y es mejor pensar en cómo vamos a tomar la iniciativa frente a las indudables grandes tendencias sociales que reaccionar tarde. No sólo técnica ni estratégicamente, sino porque diseñar el futuro dispara unos resortes personales que nos sitúan en otra dimensión. Pura sabiduría vital.
 
Un resorte puede ser recordar cuánto hemos cambiado en apenas un lustro, visualizar el próximo y ser conscientes de que buena parte de cómo nos afecte el cambio depende de cada uno. Y no digamos si el horizonte del ejercicio es a diez o quince años, cuando ninguno de los protagonistas de la sociedad actual ocupen las primeras páginas.



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