Escribe Antonio Piñero
El autor de la pregunta expande su cuestión del modo siguiente:
He leído y le he escuchado en alguna entrevista una de ellas con Iker Jiménez que cuando un tema solo figura en solo un evangelio, tiene menos credibilidad que cuando sale en varios. La pregunta es clara. En los casos en los que hay historias, que salen en todos los evangelios por esa misma lógica debe estar muy cerca de la verdad. Hay 3 aspectos que coinciden todos evangelistas: Multiplicación de panes y peces; Resurrección; Aparición a los apóstoles.
Coincidiendo los cuatro Evangelios en estos 3 puntos, ¿tienen una autenticidad casi total si aplicamos ese criterio? o entonces ¿se cambia de criterio para no tener que darle mayor credibilidad?
RESPUESTA:
En el fondo de esta pregunta late un mal entendido (probablemente no me he explicado con total claridad). El malentendido radica en confundir “evangelio” con “fuente independiente”. Una “fuente”, en el caso de los Evangelios, es la constancia de una tradición escrita en la que se recoge y se1transmite alguna frase de Jesús, o un hecho de este. Un Evangelio está compuesto, por su parte de múltiples tradiciones. Y otra cosa, pues, es el conjunto de tres o cuatro Evangelios.
Sí hay algún caso en el que “fuente única” y un único evangelio coinciden. Quizás el ejemplo más llamativo sea la parábola del “Hijo pródigo”, el cual tras dilapidar su herencia retorna a la casa de su padre y este lo acoge de nuevo a pesar de las protestas del hermano mayor que ha permanecido fiel en la casa paterna. Hay mucha gente que opina que es la parábola más bella y emocionante de los Evangelios, pero desgraciadamente solo aparece en el Evangelio de Lucas 15,11-32.
Entre los especialistas en el Jesús histórico y desde hace mucho tiempo (no puedo decir con exactitud quién y cuándo alguien lo puso por escrito. Es claro sin embargo, que la norma está delineada muy estrictamente en el libro de Rudolf Bultmann, “Historia de la Tradición Sinóptica”, de 1921) de la que hay versión española en la Edit. “Sígueme” de Salamanca), donde se establece la norma de que –teniendo en cuenta lo variable y transformable que es el tradición oral– no se puede afirmar con absoluta certeza que algún dicho o hecho de Jesús (o de cualquier otro personaje de la historia del que solo hay fuentes escritas, no arqueológicas o numismáticas) es cierto históricamente si solo una fuente independiente confirma que fue Jesús el protagonista de tal o cual acción o el autor de tal o cual dicho.
En el libro de John Dominique Crossan, sobre el “Jesús de la historia. La vida de un campesino judío”, al final hay un elenco detallado (según los criterios del autor que concede gran relevancia a los Evangelios apócrifos como fuente histórica, sobre todo al Evangelio de Pedro y al de Tomás gnóstico) de las fuentes sobre Jesús divididas por testimonios, de una, dos, tres o más atestiguaciones.
Y aquí está la clave: lo importante son las fuentes y que estas sean independientes entre sí. No importaría, por tanto, mucho en cuestiones de credibilidad histórica, si un hecho o dicho de Jesús está o no está en un solo evangelio, en varios, o en los cuatro. Lo importante es si las fuentes son distintas. Por eso, creo que yo jamás he dicho he dicho que una frase o un hecho de Jesús sea histórico si aparece en los cuatro Evangelios. Solo he afirmado que tiene más posibilidades de ser histórico si tal hecho o dicho está atestiguado en fuentes distintas.
Es más, precisando más la cuestión, he afirmado que, en ocasiones, un dicho / hecho de Jesús que aparece en un solo evangelio, pero repetido en diversos géneros literarios (por ejemplo, diálogos polémicos con los fariseos; diálogos meramente didácticos; parábolas; apotegmas (un relato de un hecho que acaba con una frase que en seguida se hace célebre); dichos proféticos y apocalípticos; dichos de seguimiento…; Véase p. 185 de mi obra “Aproximación al Jesús histórico”, Trotta, Madrid 4ª edic. de 2019) y dado que los diversos géneros pudieron transmitirse por cauces distintos es posible que puedan considerarse fuentes distintas. Así el caso de que el núcleo de la predicación de Jesús fue la inminente venida del reino de Dios parece en muchas formas literarias distintas, aparte de que pueda estar más o menos presente en cada uno de los Cuatro evangelios canónicos.
Por tanto, si se demuestra que un dicho o hecho de Jesús (por ejemplo, la multiplicación de los panes) está presente, de algún modo, en los Cuatro evangelios (Mc 6,32-44; Mt 14,13-21; Lc 9,10-17; Jn 6,1-15), pero se supone que Mateo y Lucas copian de Marcos y que Juan conoce sin duda la tradición sinóptica, en especial el Evangelio de Lucas, resulta que la tal multiplicación depende de una fuente única ¡y no de cuatro!
Así que, en síntesis: el que algo aparezca en tres o cuatro evangelios canónicos no es por sí mismo una prueba de historicidad. Hay que utilizar otros criterios. Y voy a los ejemplos:
1. La multiplicación de los panes es rechazada unánimemente por toda la investigación seria, incluida la confesional, porque pertenece al género fantástico de milagros contra la naturaleza. Cómo se explique su aparición en los Evangelios es tema totalmente distinto y merece consideración aparte.
2. Resurrección y apariciones: la crítica (incluida la confesional) apunta la variedad, contradicciones e imposibilidades de los relatos de la resurrección y de las apariciones; y para la crítica no confesional la imposibilidad de considerar materia histórica lo que pertenece o sobrenatural y al ámbito de la fe) conduce a la investigación a formular la idea de que:
A) El cristianismo primitivo creyó a pies juntillas en la resurrección de Jesús;
B) Que sin esa creencia no se explica la aparición del seguimiento de Jesús tras su muerte y finamente el cristianismo; que hay que explicar por qué en el siglo I esa creencia podría surgir espontáneamente en ciertas circunstancias (aclaración de las condiciones de posibilidad). Pero nada más.
Y nada más. La historia no se pronuncia –no debe hacerlo–, sobre la historicidad del hecho de la resurrección ni debe dudar del hecho de que el cristianismo primitivo creyó a pies juntillas que Jesús se había aparecido. Insisto: y nada más.
Y por último: la suposición, muchísimas veces repetida, y altamente ofensiva, de que la crítica independiente cambia de criterio para no dar verosimilitud histórica a un hecho porque no le interesa… etc… lo considero –como he indicado– un agravio innecesario y muy molesto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
El autor de la pregunta expande su cuestión del modo siguiente:
He leído y le he escuchado en alguna entrevista una de ellas con Iker Jiménez que cuando un tema solo figura en solo un evangelio, tiene menos credibilidad que cuando sale en varios. La pregunta es clara. En los casos en los que hay historias, que salen en todos los evangelios por esa misma lógica debe estar muy cerca de la verdad. Hay 3 aspectos que coinciden todos evangelistas: Multiplicación de panes y peces; Resurrección; Aparición a los apóstoles.
Coincidiendo los cuatro Evangelios en estos 3 puntos, ¿tienen una autenticidad casi total si aplicamos ese criterio? o entonces ¿se cambia de criterio para no tener que darle mayor credibilidad?
RESPUESTA:
En el fondo de esta pregunta late un mal entendido (probablemente no me he explicado con total claridad). El malentendido radica en confundir “evangelio” con “fuente independiente”. Una “fuente”, en el caso de los Evangelios, es la constancia de una tradición escrita en la que se recoge y se1transmite alguna frase de Jesús, o un hecho de este. Un Evangelio está compuesto, por su parte de múltiples tradiciones. Y otra cosa, pues, es el conjunto de tres o cuatro Evangelios.
Sí hay algún caso en el que “fuente única” y un único evangelio coinciden. Quizás el ejemplo más llamativo sea la parábola del “Hijo pródigo”, el cual tras dilapidar su herencia retorna a la casa de su padre y este lo acoge de nuevo a pesar de las protestas del hermano mayor que ha permanecido fiel en la casa paterna. Hay mucha gente que opina que es la parábola más bella y emocionante de los Evangelios, pero desgraciadamente solo aparece en el Evangelio de Lucas 15,11-32.
Entre los especialistas en el Jesús histórico y desde hace mucho tiempo (no puedo decir con exactitud quién y cuándo alguien lo puso por escrito. Es claro sin embargo, que la norma está delineada muy estrictamente en el libro de Rudolf Bultmann, “Historia de la Tradición Sinóptica”, de 1921) de la que hay versión española en la Edit. “Sígueme” de Salamanca), donde se establece la norma de que –teniendo en cuenta lo variable y transformable que es el tradición oral– no se puede afirmar con absoluta certeza que algún dicho o hecho de Jesús (o de cualquier otro personaje de la historia del que solo hay fuentes escritas, no arqueológicas o numismáticas) es cierto históricamente si solo una fuente independiente confirma que fue Jesús el protagonista de tal o cual acción o el autor de tal o cual dicho.
En el libro de John Dominique Crossan, sobre el “Jesús de la historia. La vida de un campesino judío”, al final hay un elenco detallado (según los criterios del autor que concede gran relevancia a los Evangelios apócrifos como fuente histórica, sobre todo al Evangelio de Pedro y al de Tomás gnóstico) de las fuentes sobre Jesús divididas por testimonios, de una, dos, tres o más atestiguaciones.
Y aquí está la clave: lo importante son las fuentes y que estas sean independientes entre sí. No importaría, por tanto, mucho en cuestiones de credibilidad histórica, si un hecho o dicho de Jesús está o no está en un solo evangelio, en varios, o en los cuatro. Lo importante es si las fuentes son distintas. Por eso, creo que yo jamás he dicho he dicho que una frase o un hecho de Jesús sea histórico si aparece en los cuatro Evangelios. Solo he afirmado que tiene más posibilidades de ser histórico si tal hecho o dicho está atestiguado en fuentes distintas.
Es más, precisando más la cuestión, he afirmado que, en ocasiones, un dicho / hecho de Jesús que aparece en un solo evangelio, pero repetido en diversos géneros literarios (por ejemplo, diálogos polémicos con los fariseos; diálogos meramente didácticos; parábolas; apotegmas (un relato de un hecho que acaba con una frase que en seguida se hace célebre); dichos proféticos y apocalípticos; dichos de seguimiento…; Véase p. 185 de mi obra “Aproximación al Jesús histórico”, Trotta, Madrid 4ª edic. de 2019) y dado que los diversos géneros pudieron transmitirse por cauces distintos es posible que puedan considerarse fuentes distintas. Así el caso de que el núcleo de la predicación de Jesús fue la inminente venida del reino de Dios parece en muchas formas literarias distintas, aparte de que pueda estar más o menos presente en cada uno de los Cuatro evangelios canónicos.
Por tanto, si se demuestra que un dicho o hecho de Jesús (por ejemplo, la multiplicación de los panes) está presente, de algún modo, en los Cuatro evangelios (Mc 6,32-44; Mt 14,13-21; Lc 9,10-17; Jn 6,1-15), pero se supone que Mateo y Lucas copian de Marcos y que Juan conoce sin duda la tradición sinóptica, en especial el Evangelio de Lucas, resulta que la tal multiplicación depende de una fuente única ¡y no de cuatro!
Así que, en síntesis: el que algo aparezca en tres o cuatro evangelios canónicos no es por sí mismo una prueba de historicidad. Hay que utilizar otros criterios. Y voy a los ejemplos:
1. La multiplicación de los panes es rechazada unánimemente por toda la investigación seria, incluida la confesional, porque pertenece al género fantástico de milagros contra la naturaleza. Cómo se explique su aparición en los Evangelios es tema totalmente distinto y merece consideración aparte.
2. Resurrección y apariciones: la crítica (incluida la confesional) apunta la variedad, contradicciones e imposibilidades de los relatos de la resurrección y de las apariciones; y para la crítica no confesional la imposibilidad de considerar materia histórica lo que pertenece o sobrenatural y al ámbito de la fe) conduce a la investigación a formular la idea de que:
A) El cristianismo primitivo creyó a pies juntillas en la resurrección de Jesús;
B) Que sin esa creencia no se explica la aparición del seguimiento de Jesús tras su muerte y finamente el cristianismo; que hay que explicar por qué en el siglo I esa creencia podría surgir espontáneamente en ciertas circunstancias (aclaración de las condiciones de posibilidad). Pero nada más.
Y nada más. La historia no se pronuncia –no debe hacerlo–, sobre la historicidad del hecho de la resurrección ni debe dudar del hecho de que el cristianismo primitivo creyó a pies juntillas que Jesús se había aparecido. Insisto: y nada más.
Y por último: la suposición, muchísimas veces repetida, y altamente ofensiva, de que la crítica independiente cambia de criterio para no dar verosimilitud histórica a un hecho porque no le interesa… etc… lo considero –como he indicado– un agravio innecesario y muy molesto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero