Hoy escribe Antonio Piñero
Tenemos que profundizar un tanto en la imagen de Pablo compuesta por el autor de los Hechos de los apóstoles para luego interpretarla a la luz de lo que dice Pablo de sí mismo
Nos valemos de la imagen lucana de Pablo en los Hechos tal como la presenta el investigador Martin Hengel en su obra Der vorchristliche Paulus (“El Pablo precristiano”, que hemos citado al completo en nuestra nota numerada como 3-01)y que en su debido momento debemos someter a la crítica
La tesis central de esta obra es la siguiente: En lo que respecta al lugar de nacimiento, niñez, ámbito de educación primaria y superior, afiliación al partido fariseo y motivos de la persecución anticristiana de Pablo el texto de Lucas en los Hechos de los Apóstoles es sustancialmente digno de crédito.
La aparente contradicción entre la segunda parte de la segunda obra lucana y los datos proporcionados por las cartas auténticas, en especial Gál 1,13ss, se resuelve positivamente en un cuadro creíble por medio de una buena exégesis y la apelación a datos históricos proporcionados por el contexto. La fundamental veracidad histórica de Lucas -tan impugnada por la crítica liberal protestante y los adeptos de Escuela de la Historia de las Religiones queda así vindicada. Con ello, también, se aclaran los puntos obscuros de los primeros años de la vida y obra del fundador de la teología cristiana, Pablo de Tarso.
La imagen del Apóstol según Lucas/Hechos
Pablo nace en Tarso, hijo de una familia judía muy ortodoxa, grecoparlante, que mantiene fuertes lazos con la metrópoli, Jerusalén. El conjunto familiar ha adquirido la ciudadanía romana probable¬mente como resultado de un proceso de esclavitud, deportación a Asia Menor y posterior manumisión del cabeza de familia desde épocas de la intervención de Pompeyo el Grande en Judea/Palestina (63 a.C.).
La educación de Pablo en Tarso de Cilicia, su ciudad natal, es sólo la propia de la escuela primaria greco-judía. Pasada la pubertad, es enviado por su familia a Jerusalén (allí habita una tía suya, Hechos, 23,16) se afilia al partido fariseo y se forma en el estudio de la Ley a los pies de Gamaliel.
Esta instrucción en la ley mosaica, aunque ortodoxamente judía y farisea, tuvo lugar tanto en griego como en hebreo-arameo, ya que Jerusalén era una ciudad prácticamente bilingüe. Estos estudios hicieron de Pablo, entre los 25 y 30 años, un joven "sabio y docto en la Ley", capaz de ejercer su enseñanza entre los judíos de la diáspora, grecoparlantes, que se han asentado en Jerusalén y que mantienen en la ciudad santa sus propias sinagogas.
Esta trayectoria vital proporcionó al futuro apóstol una formación técnica "rabínica" (el término es cronológicamente inapropiado, puesto que no hay "rabinos" propiamente hasta después del año 90, pero indica con precisión que se trata de una educación y de un tenor de vida cuyo centro es la Torá, o “Ley de Moisés”), y lo hizo un fanático "celador de la Ley". Cuando surgieron ciertos problemas teológicos en el seno de esas sinagogas helenísticas, provocados por los adeptos judíos helenistas de Jesús, un pretendiente mesiánico reciente¬mente crucificado, Pablo intervino en las disputas contra ellos, aunque de modo secundario.
Poco tiempo después, tiene lugar el primer pogrom contra esos judeocristianos y es lapidado su jefe, Esteban. Pablo está de acuerdo con el hecho. Se produce una rápida dispersión de estos "judíos helenistas nazarenos" hacia Samaría y Damasco donde continúan su actividad proselitista. Esto irrita a Pablo, y su celo por la Ley le convierte más directamente en perseguidor violento de las comunidades "nazarenas" (cristianas) de Jerusalén. No contento con ello, pide y obtiene del Sumo Sacerdote permiso para trasladarse a las sinagogas de Damasco y continuar allí con su represión violenta contra ese grupo de disidentes teológicos que proclamaban como mesías a un crucificado.
Las razones de su actividad como perseguidor eran su rechazo a las nuevas orientaciones teológicas de esos "nazarenos" que implicaban una crítica a la función salvífica de la Ley de Moisés, al papel del Templo como lugar preeminente de la presencia divina y una concepción diversa de la misión del profeta-mesías Jesús en un nuevo esquema de salvación.
En el camino de Damasco tiene lugar la famosa visión del Resucitado y la conversión de Pablo. Toda su formación farisea anterior sufre un profundo cambio de valores, pero ella sigue siendo la sustancia de su pensamiento. Ella le vale como transfondo absoluto y único para interpretar y predicar desde ese momento en adelante su manera de entender el "evangelio", la teología de la cruz, la justificación del impío por la fe y la nueva función de la ley mosaica en la historia de la salvación.
Seguiremos el próximo día con otros argumentos con los que refuerza M. Hengel su apoyo a la versión de Lucas/Hechos sobre la figura del Pablo precristiano.
Por mi parte, en notas sucesivas, y para responder a la cuestión ¿Cómo era realmente Pablo de Tarso antes de hacerse cristiano?, quiero exponer mi respuesta por medio de la crítica del único libro que conozco que trata con solvencia este tema, que es el de Martin Hengel.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Tenemos que profundizar un tanto en la imagen de Pablo compuesta por el autor de los Hechos de los apóstoles para luego interpretarla a la luz de lo que dice Pablo de sí mismo
Nos valemos de la imagen lucana de Pablo en los Hechos tal como la presenta el investigador Martin Hengel en su obra Der vorchristliche Paulus (“El Pablo precristiano”, que hemos citado al completo en nuestra nota numerada como 3-01)y que en su debido momento debemos someter a la crítica
La tesis central de esta obra es la siguiente: En lo que respecta al lugar de nacimiento, niñez, ámbito de educación primaria y superior, afiliación al partido fariseo y motivos de la persecución anticristiana de Pablo el texto de Lucas en los Hechos de los Apóstoles es sustancialmente digno de crédito.
La aparente contradicción entre la segunda parte de la segunda obra lucana y los datos proporcionados por las cartas auténticas, en especial Gál 1,13ss, se resuelve positivamente en un cuadro creíble por medio de una buena exégesis y la apelación a datos históricos proporcionados por el contexto. La fundamental veracidad histórica de Lucas -tan impugnada por la crítica liberal protestante y los adeptos de Escuela de la Historia de las Religiones queda así vindicada. Con ello, también, se aclaran los puntos obscuros de los primeros años de la vida y obra del fundador de la teología cristiana, Pablo de Tarso.
La imagen del Apóstol según Lucas/Hechos
Pablo nace en Tarso, hijo de una familia judía muy ortodoxa, grecoparlante, que mantiene fuertes lazos con la metrópoli, Jerusalén. El conjunto familiar ha adquirido la ciudadanía romana probable¬mente como resultado de un proceso de esclavitud, deportación a Asia Menor y posterior manumisión del cabeza de familia desde épocas de la intervención de Pompeyo el Grande en Judea/Palestina (63 a.C.).
La educación de Pablo en Tarso de Cilicia, su ciudad natal, es sólo la propia de la escuela primaria greco-judía. Pasada la pubertad, es enviado por su familia a Jerusalén (allí habita una tía suya, Hechos, 23,16) se afilia al partido fariseo y se forma en el estudio de la Ley a los pies de Gamaliel.
Esta instrucción en la ley mosaica, aunque ortodoxamente judía y farisea, tuvo lugar tanto en griego como en hebreo-arameo, ya que Jerusalén era una ciudad prácticamente bilingüe. Estos estudios hicieron de Pablo, entre los 25 y 30 años, un joven "sabio y docto en la Ley", capaz de ejercer su enseñanza entre los judíos de la diáspora, grecoparlantes, que se han asentado en Jerusalén y que mantienen en la ciudad santa sus propias sinagogas.
Esta trayectoria vital proporcionó al futuro apóstol una formación técnica "rabínica" (el término es cronológicamente inapropiado, puesto que no hay "rabinos" propiamente hasta después del año 90, pero indica con precisión que se trata de una educación y de un tenor de vida cuyo centro es la Torá, o “Ley de Moisés”), y lo hizo un fanático "celador de la Ley". Cuando surgieron ciertos problemas teológicos en el seno de esas sinagogas helenísticas, provocados por los adeptos judíos helenistas de Jesús, un pretendiente mesiánico reciente¬mente crucificado, Pablo intervino en las disputas contra ellos, aunque de modo secundario.
Poco tiempo después, tiene lugar el primer pogrom contra esos judeocristianos y es lapidado su jefe, Esteban. Pablo está de acuerdo con el hecho. Se produce una rápida dispersión de estos "judíos helenistas nazarenos" hacia Samaría y Damasco donde continúan su actividad proselitista. Esto irrita a Pablo, y su celo por la Ley le convierte más directamente en perseguidor violento de las comunidades "nazarenas" (cristianas) de Jerusalén. No contento con ello, pide y obtiene del Sumo Sacerdote permiso para trasladarse a las sinagogas de Damasco y continuar allí con su represión violenta contra ese grupo de disidentes teológicos que proclamaban como mesías a un crucificado.
Las razones de su actividad como perseguidor eran su rechazo a las nuevas orientaciones teológicas de esos "nazarenos" que implicaban una crítica a la función salvífica de la Ley de Moisés, al papel del Templo como lugar preeminente de la presencia divina y una concepción diversa de la misión del profeta-mesías Jesús en un nuevo esquema de salvación.
En el camino de Damasco tiene lugar la famosa visión del Resucitado y la conversión de Pablo. Toda su formación farisea anterior sufre un profundo cambio de valores, pero ella sigue siendo la sustancia de su pensamiento. Ella le vale como transfondo absoluto y único para interpretar y predicar desde ese momento en adelante su manera de entender el "evangelio", la teología de la cruz, la justificación del impío por la fe y la nueva función de la ley mosaica en la historia de la salvación.
Seguiremos el próximo día con otros argumentos con los que refuerza M. Hengel su apoyo a la versión de Lucas/Hechos sobre la figura del Pablo precristiano.
Por mi parte, en notas sucesivas, y para responder a la cuestión ¿Cómo era realmente Pablo de Tarso antes de hacerse cristiano?, quiero exponer mi respuesta por medio de la crítica del único libro que conozco que trata con solvencia este tema, que es el de Martin Hengel.
Saludos cordiales de Antonio Piñero