Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Hecho XII: El leopardo y el cabrito piden la eucaristía
El ms. A, único testigo documental del Hecho XII, reanuda la narración sobre el leopardo y el cabrito, concretamente, con el episodio en el que ambos piden el don de la eucaristía. Habían visto con envidia cómo Bartolomé y Mariamne la recibían y se sentían llenos de gozo. Lloraban, por lo tanto, porque no eran juzgados dignos de la santa eucaristía. Felipe les preguntó la causa de su llanto.
El leopardo, convertido en un Demóstenes ocasional, expuso un largo razonamiento para demostrar cómo tanto él como el cabrito merecían participar de la eucaristía, ya que habían recibido el don de la palabra, visto la hermosura del rostro del Unigénito y oído su voz. Habían experimentado una profunda transformación. Despertaban del estado salvaje acercándose poco a poco a una conducta de mansedumbre y al estado de hombres perfectos. Por eso solicitaban la culminación de su proceso, que se cumpliría en cuanto recibieran el pan eucarístico, del que habían oído el misterio glorioso. Mientras esto pedía el leopardo, lloraban ambos animales.
Felipe oró pidiendo a Dios que transformara la forma del leopardo y el cabrito en la de hombres para gloria y honor de su nombre. Esparció luego agua sobre ellos, con lo que la forma del rostro y el cuerpo de ambos animales se transformó hasta adquirir la semejanza de hombres. Se irguieron los dos sobre sus pies mientras sus extremidades delanteras tomaban la forma de manos. El relato termina con una acción de gracias que pronunciaron el cabrito y el leopardo despojados ya de la forma animal y revestidos de la mansedumbre de los santos.
Hecho XIII: Llegada de Felipe a Hierápolis
El título del Hecho XIII afirma que el apóstol Felipe y sus acompañantes llegaron a Hierápolis, en el centro de la península deAnatolia, donde la tradición señala el lugar de la muerte y la sepultura del apóstol. Iban caminando los apóstoles en compañía de los dos animales que parecían hombres. Cuando se acercaron a la ciudad, quisieron saber cuál era su nombre. Vieron que cada uno de los habitantes de la ciudad portaba una serpiente, que les servía de oráculo. Pero aquellos hombres de Hierápolis se equivocaron al interpretar el gesto de las serpientes, humilladas ante Felipe, como signo de comunión con sus creencias, siendo así que se trataba de una actitud de temor y reverencia. Los dos grandes dragones, situados a los dos lados de la puerta, perecieron al ver el rayo de luz que brillaba en la mirada de Felipe.
Junto a la entrada de la ciudad encontraron un dispensario vacío que interpretaron como detalle providencial y que utilizaron como centro donde realizar sus curaciones. Felipe exhortó a los suyos a practicar la medicina haciendo uso del cofre que Jesús les entregó cuando aún estaban en Galilea. El episodio recuerda el pasaje de los Hechos de Pedro y los XII Apóstoles (9,20ss), en el que Jesús/Litargoel entregaba a los Apóstoles una caja con medicinas y ungüentos para que curasen las enfermedades . (Cf. Hechos de Pedro y los XII Apóstoles, 9,20ss; 10,30s en A. Piñero & G. del Cerro, Hechos Apócrifos de los Apóstoles, vol. I pp. 673-682.
En su exhortación enumeraba Felipe las curaciones mencionadas en los evangelios y en numerosos pasajes de los apócrifos. Terminaba con una doxología a la que respondieron con el “amén” sus compañeros y los dos animales humanizados.
(Comentario franciscano a Is 11,6)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Hecho XII: El leopardo y el cabrito piden la eucaristía
El ms. A, único testigo documental del Hecho XII, reanuda la narración sobre el leopardo y el cabrito, concretamente, con el episodio en el que ambos piden el don de la eucaristía. Habían visto con envidia cómo Bartolomé y Mariamne la recibían y se sentían llenos de gozo. Lloraban, por lo tanto, porque no eran juzgados dignos de la santa eucaristía. Felipe les preguntó la causa de su llanto.
El leopardo, convertido en un Demóstenes ocasional, expuso un largo razonamiento para demostrar cómo tanto él como el cabrito merecían participar de la eucaristía, ya que habían recibido el don de la palabra, visto la hermosura del rostro del Unigénito y oído su voz. Habían experimentado una profunda transformación. Despertaban del estado salvaje acercándose poco a poco a una conducta de mansedumbre y al estado de hombres perfectos. Por eso solicitaban la culminación de su proceso, que se cumpliría en cuanto recibieran el pan eucarístico, del que habían oído el misterio glorioso. Mientras esto pedía el leopardo, lloraban ambos animales.
Felipe oró pidiendo a Dios que transformara la forma del leopardo y el cabrito en la de hombres para gloria y honor de su nombre. Esparció luego agua sobre ellos, con lo que la forma del rostro y el cuerpo de ambos animales se transformó hasta adquirir la semejanza de hombres. Se irguieron los dos sobre sus pies mientras sus extremidades delanteras tomaban la forma de manos. El relato termina con una acción de gracias que pronunciaron el cabrito y el leopardo despojados ya de la forma animal y revestidos de la mansedumbre de los santos.
Hecho XIII: Llegada de Felipe a Hierápolis
El título del Hecho XIII afirma que el apóstol Felipe y sus acompañantes llegaron a Hierápolis, en el centro de la península deAnatolia, donde la tradición señala el lugar de la muerte y la sepultura del apóstol. Iban caminando los apóstoles en compañía de los dos animales que parecían hombres. Cuando se acercaron a la ciudad, quisieron saber cuál era su nombre. Vieron que cada uno de los habitantes de la ciudad portaba una serpiente, que les servía de oráculo. Pero aquellos hombres de Hierápolis se equivocaron al interpretar el gesto de las serpientes, humilladas ante Felipe, como signo de comunión con sus creencias, siendo así que se trataba de una actitud de temor y reverencia. Los dos grandes dragones, situados a los dos lados de la puerta, perecieron al ver el rayo de luz que brillaba en la mirada de Felipe.
Junto a la entrada de la ciudad encontraron un dispensario vacío que interpretaron como detalle providencial y que utilizaron como centro donde realizar sus curaciones. Felipe exhortó a los suyos a practicar la medicina haciendo uso del cofre que Jesús les entregó cuando aún estaban en Galilea. El episodio recuerda el pasaje de los Hechos de Pedro y los XII Apóstoles (9,20ss), en el que Jesús/Litargoel entregaba a los Apóstoles una caja con medicinas y ungüentos para que curasen las enfermedades . (Cf. Hechos de Pedro y los XII Apóstoles, 9,20ss; 10,30s en A. Piñero & G. del Cerro, Hechos Apócrifos de los Apóstoles, vol. I pp. 673-682.
En su exhortación enumeraba Felipe las curaciones mencionadas en los evangelios y en numerosos pasajes de los apócrifos. Terminaba con una doxología a la que respondieron con el “amén” sus compañeros y los dos animales humanizados.
(Comentario franciscano a Is 11,6)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro