Notas

Vida del apóstol Felipe según los Apócrifos. Fin

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 9 de Abril 2012 a las 00:30

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Felipe en el libro gnóstico Pistis Sofía (PSofía)

El libro PSofía es uno de los más importantes e influyentes de la literatura gnóstica. Es una traducción al copto de un original griego, compuesto entre los años 250 y 300 de nuestra era, aunque basado en tradiciones más antiguas. La obra completa es un diálogo entre Jesús Resucitado y varios de sus discípulos, incluida María Magdalena. Uno de los apóstoles destacados a lo largo del texto es Felipe. El título viene a identificar en cierto modo la fe con la sabiduría a la manera del dicho de los ascetas cuando afirmaban que “aquel que se salva sabe, y el que no, no sabe nada”.

Cuenta primero de la Sabiduría caída y su arrepentimiento según la doctrina del gnóstico Valentín. Luego, describe la liberación de la Sabiduría como augurio de la liberación de los espíritus. Dada la extensión de la obra, envío a los interesados en el tema a la versión y al estudio de F. García Bazán, La gnosis eterna. Antología de textos gnósticos griegos, latinos y coptos II, Pistis Sofía/Fe Sabiduría, Trotta, Madrid, 2007. Puede verse una selección del texto, traducida por García Bazán, en la citada obra de A. Piñero, Todos los evangelios, pp. 575-594.

Supone el autor que Jesús pasó once años después de la resurrección enseñando a sus discípulos. Estaba Jesús en el monte de los Olivos con sus discípulos, cuando descendió sobre él la potencia luminosa y lo rodeó completamente. Subió a los cielos despidiendo una luz desbordante. Pero a la hora novena del día siguiente se produjo un terremoto, se abrieron los cielos y vieron que Jesús descendía rodeado de luz.

Cuando Jesús acababa de hablar respondiendo a una intervención de María Magdalena, el apóstol Felipe tomó la palabra para interpelar a Jesús. Se encontraba Felipe sentado y escribía todas las palabras que hablaba el Maestro. De pronto se levantó, se postró a los pies de Jesús y lo adoró diciendo: “Señor mío, Salvador, dame facultad para que hable en tu presencia y para que te interrogue sobre este discurso antes de que nos hables de los lugares a los que irás a causa de tu servicio”. El Salvador le autorizó para hablar.

Ésta fue la pregunta que le planteó: “Señor mío, ¿a causa de qué misterio has dado la vuelta a la prisión de los arcontes, sus eones, su destino, su esfera y todos sus lugares y los has hecho confundirse en sus caminos y desviarse de su carrera?” El Señor le respondió que lo había hecho por la salvación del mundo. Lo que pretendía era salvar el número de las almas perfectas de la potencia y la corrupción de la materia del mundo, para que, una vez purificadas, ascendieran a su herencia en la altura, donde está el tesoro de la luz.

En otra ocasión, estaba Jesús resucitado con sus discípulos, cuando levantó la voz para orar al Padre de todas las paternidades con palabras misteriosas. Tomás, Andrés, Santiago y Simón el Cananeo estaban con los rostros vueltos hacia el oriente. En cambio, Felipe y Bartolomé estaban vueltos hacia el norte. El cielo, el mundo y el mar habían huido hacia occidente. Jesús y sus discípulos permanecían suspendidos en el aire en el camino del medio. Pero debemos recordar que, según el criterio de Pistis Sofía, María Magdalena y Juan el Virgen eran los más importantes de todos los discípulos del Salvador.

(El apóstol Felipe , iluminador)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 9 de Abril 2012
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