Notas

Vida del Apóstol Tadeo según sus Hechos Apócrifos

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 16 de Julio 2012 a las 01:15

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

El Apóstol Tadeo en sus Hechos Apócrifos

Identidad del protagonista según la tradición

Los Hechos Apócrifos del santo Apóstol Tadeo, de escasa trascendencia por su contenido y de reducido tamaño, ofrecen aspectos de especial interés dentro de la literatura del género. El protagonista Tadeo es una figura rodeada de enigmas, provocados por las mismas fuentes documentales que transmiten las tradiciones sobre su personalidad y los perfiles de su ministerio. Ante todo, el principal problema hace referencia a su identidad personal. Según los dos códices que contienen su texto, se trata de los Hechos del santo Apóstol Tadeo.

Pero el manuscrito de París (P) lo considera como “uno de los doce”, mientras que para el de Viena (V) es “uno de los setenta”. Ambos textos, sin embargo, le atribuyen la denominación sistemática de “apóstol”. En este aspecto, el códice V coincide con los datos que Eusebio de Cesarea ofrece sobre Tadeo. Pertenecía, dice el gran historiador, al grupo de los “setenta discípulos de Cristo” a diferencia de Tomás que formaba parte de los Doce (Cf. Eusebio de Cesarea, H. E. I 13, 4. 11). Pero luego se refiere a él aplicándole el calificativo de “apóstol”.

Las listas de los apóstoles expuestas en los textos canónicos no resuelven el problema. Es también posible que se haya producido la confusión de dos personajes distintos. Esta eventual confusión tiene su punto de partida en las dobles tradiciones sobre el lugar de su nacimiento y el de su muerte. Sabemos de un Tadeo muerto y sepultado en Edesa, que podía ser distinto del Tadeo, uno de los doce, que “se durmió” en Beirut el día 20 de agosto. Del mismo modo, existen dos tradiciones sobre el lugar de su origen: Cesarea de Filipo en Palestina y la ciudad de Edesa. Puede verse la referencia en R. A. Lipsius, Acta Apostolorum Apocrypha, 1972, I, CIX). Los cuatro pasajes bíblicos del elenco de los Doce se refieren obviamente a los mismos individuos en unas listas cerradas, sobre todo, numéricamente. El texto del Apócrifo da por supuesto que el Tadeo de los Hechos Apócrifos es el que aparece en las listas de los apóstoles según los evangelios de Mateo y Marcos (c. 1,2).

Mt 10,3 y Mc 3,18 mencionan a Tadeo en sus listas. Lc 6, 16 omite a Tadeo, pero en su lugar menciona a Judas de Santiago. Lo mismo sucede en la relación de los Hechos canónicos (Hch 1,13), en la que este Judas ocupa el último lugar al haber desaparecido el traidor. Es un caso similar al de Tomás, cuyo nombre era Judas, pero que luego pasó a la tradición con el apodo identificativo de Tomás o Mellizo.

Al ser Judas un nombre demasiado usado, se hacía preciso el uso de otra denominación para aclarar la identificación concreta del personaje en cuestión. Judas podía ser el nombre, mientras que Tadeo haría las funciones de apodo o sobrenombre, que Lucas suple con la mención del padre. Se ignora el significado real del nombre de Tadeo, aunque algunos lo relacionan con un término arameo que significaría "Robusto". Pero la conclusión lógica es que detrás de estos nombres se oculta el mismo personaje, opinión mantenida ya por Orígenes y Tertuliano (Orígenes, De principiis, 3, 21; Tertuliano, De cultu feminarum, 1, 3.). Problema distinto es la eventual distinción de dos personajes, uno de los doce y otro de los setenta, con el mismo nombre, que luego fueron interpretados como uno solo.

El texto mismo del apócrifo testifica que Tadeo tenía otro nombre. En el inicio de la obra leemos: “Lebbeo, llamado también Tadeo”. Así lo confirman las variantes de Mt 10,3 y Mc 3,18 del códice Bezae (D) y en otros numerosos manuscritos: “Lebbeo, con el sobrenombre de Tadeo”. Lebbeo ha sido interpretado como “hombre sensible”, lo que estaría concorde con el carácter del autor de la epístola canónica de Judas, atribuida a este apóstol. El apócrifo cuenta cómo Lebbeo se hizo bautizar y tomó el nombre de Tadeo (c. 1,1).

A la mesa de la Última Cena estaba sentado otro Judas distinto del Iscariote, que intervino interrumpiendo el discurso de Jesús: “Le dice Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha pasado para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?»” (Jn 14,22). Aunque la pregunta quedó sin respuesta, hemos de agradecer al evangelista Juan que haya conservado las únicas palabras de Judas Tadeo recogidas en los evangelios. Sus silencios quedarán, por supuesto, resueltos en el texto de sus Hechos Apócrifos. Unos silencios traducidos en hechos y gestos muy apreciados por la tradición cristiana.

(Cuadro de san Judas Tadeo)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro

Lunes, 16 de Julio 2012
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