Hoy escribe Antonio Piñero
Las discusiones entre los rabinos de la época acerca del perdón a los enemigos y la venganza son proverbiales para la época de Jesús. Lo que se discutía al respecto era el texto de Éxodo 21,23-25: “Pero si resultare daño, darás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal”, también denominada “ley del talión” .
A ello se refiere Jesús cuando dice:
« Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial (Mt 5,43-48). »
Hacía tiempo que en la práctica de la religión judía la venganza de sangre se había cambiado por una compensación monetaria por los daños, al igual que hoy. De ello da testimonio expreso el historiador Flavio Josefo en su obra Antigüedades de los judíos IV 280, cuando sostenía que los judíos de su época no se atenían ya a esa norma bárbara. Es decir, por vía de la interpretación, pasada luego a la práctica, los rabinos habían eliminado de hehco una ley bíblica como era la del talión. Y no eran criticados por ello, ni se les consideraba investidos de poder divino especial por el hehco de haber modificado la legislación de Moisés.
Sobre el juramento, las antítesis del Sermón de la Montaña se expresan así:
« Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno (Mt 5,33-37). »
El estudioso judío G. Vermes aporta tres preciosas citas de Filón de Alejandría y de Flavio Josefo que demuestran que, de nuevo, la doctrina de Jesús se parece a la de los esenios, quienes también buscaban cumplir de la mejor manera la Ley incluso con la apariencia de modificarla. Reproduzco los textos:
« Los esenios muestran su amor a Dios… absteniéndose de juramentos, por veracidad (Filón, Que todo hombre probo…, 84) »
« Todo lo que dicen (los esenios) es más seguro que un juramento. En realidad rechazan jurar por considerarlo peor que el perjurio. Pues aquel que no merece que le crean sin invocar a Dios está ya condenado (F. Josefo, Guerra de los judíos, II 135). »
« La palabra del hombre bueno… debería ser (como) un voto, firme, invariable, totalmente libre de falsedad, firmemente asentada en la verdad… (Filón, Sobre las leyes especiales, II 2) »
¿Quién podría inferir serenamente de esta doctrina expresada en la antítesis sobe el juramento y el amor a los enemigos que Jesús no afirmaba la validez de la Ley, o que se consideraba superior a ella? ¡Justamente todo lo contrario!
Si la doctrina de Jesús supusiera una oposición a la ley mosaica con la intención de abrogarla, entonces todas las discusiones de fariseos y esenios de la época, también. Pero esta conclusión es a todas luces absurda. Sin embargo, ¡se sigue manteniendo continuamente que Jesús superó la legislación del judaísmo! Pero una vez más, me parece quedar claro que la religión de Jesús, profundamente judía, era en verdad devota de la Ley, la cual debía observarse en su esencia y profundidad.
No se encuentra otra explicación a esta postura intelectual q defiende a un Jesús debelador de la ley mosaica que el a priori de pensar que Jesús fundó el cristianismo, para lo cual se piensa implicita y explícitamente que él hubo de combatir y superar su propia religión. Pero como se deduce por los argumentos expuestos a partir de la lectura serena de los Evangelios mismos, tal conclusión no parece posible. Jesús no se muestra en el Sermón de la Montaña como el fundador de una religión nueva, sino como el sustentador de la antigua religión judaía. Por ello es más ajustado a la verdad histórica afirmar que Jesús fue el fundamento o base sobre la cual se fundó el cristianismo por otras personas que no eran él mismo, sino sus seguidores que reinterpretaron su figura, misión y doctrina.
Jesús, por tanto, se muestra en estos pasajes como un ser humano, instruido en la Ley que siguiendo las pautas de los fariseos se esfuerza por captar para sí y transmitir a los demás el espíritu profundo de la Ley para cumplirla. Es la máxima expresión de obediencia de la criatura respecto al Creador.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Las discusiones entre los rabinos de la época acerca del perdón a los enemigos y la venganza son proverbiales para la época de Jesús. Lo que se discutía al respecto era el texto de Éxodo 21,23-25: “Pero si resultare daño, darás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal”, también denominada “ley del talión” .
A ello se refiere Jesús cuando dice:
« Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial (Mt 5,43-48). »
Hacía tiempo que en la práctica de la religión judía la venganza de sangre se había cambiado por una compensación monetaria por los daños, al igual que hoy. De ello da testimonio expreso el historiador Flavio Josefo en su obra Antigüedades de los judíos IV 280, cuando sostenía que los judíos de su época no se atenían ya a esa norma bárbara. Es decir, por vía de la interpretación, pasada luego a la práctica, los rabinos habían eliminado de hehco una ley bíblica como era la del talión. Y no eran criticados por ello, ni se les consideraba investidos de poder divino especial por el hehco de haber modificado la legislación de Moisés.
Sobre el juramento, las antítesis del Sermón de la Montaña se expresan así:
« Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno (Mt 5,33-37). »
El estudioso judío G. Vermes aporta tres preciosas citas de Filón de Alejandría y de Flavio Josefo que demuestran que, de nuevo, la doctrina de Jesús se parece a la de los esenios, quienes también buscaban cumplir de la mejor manera la Ley incluso con la apariencia de modificarla. Reproduzco los textos:
« Los esenios muestran su amor a Dios… absteniéndose de juramentos, por veracidad (Filón, Que todo hombre probo…, 84) »
« Todo lo que dicen (los esenios) es más seguro que un juramento. En realidad rechazan jurar por considerarlo peor que el perjurio. Pues aquel que no merece que le crean sin invocar a Dios está ya condenado (F. Josefo, Guerra de los judíos, II 135). »
« La palabra del hombre bueno… debería ser (como) un voto, firme, invariable, totalmente libre de falsedad, firmemente asentada en la verdad… (Filón, Sobre las leyes especiales, II 2) »
¿Quién podría inferir serenamente de esta doctrina expresada en la antítesis sobe el juramento y el amor a los enemigos que Jesús no afirmaba la validez de la Ley, o que se consideraba superior a ella? ¡Justamente todo lo contrario!
Si la doctrina de Jesús supusiera una oposición a la ley mosaica con la intención de abrogarla, entonces todas las discusiones de fariseos y esenios de la época, también. Pero esta conclusión es a todas luces absurda. Sin embargo, ¡se sigue manteniendo continuamente que Jesús superó la legislación del judaísmo! Pero una vez más, me parece quedar claro que la religión de Jesús, profundamente judía, era en verdad devota de la Ley, la cual debía observarse en su esencia y profundidad.
No se encuentra otra explicación a esta postura intelectual q defiende a un Jesús debelador de la ley mosaica que el a priori de pensar que Jesús fundó el cristianismo, para lo cual se piensa implicita y explícitamente que él hubo de combatir y superar su propia religión. Pero como se deduce por los argumentos expuestos a partir de la lectura serena de los Evangelios mismos, tal conclusión no parece posible. Jesús no se muestra en el Sermón de la Montaña como el fundador de una religión nueva, sino como el sustentador de la antigua religión judaía. Por ello es más ajustado a la verdad histórica afirmar que Jesús fue el fundamento o base sobre la cual se fundó el cristianismo por otras personas que no eran él mismo, sino sus seguidores que reinterpretaron su figura, misión y doctrina.
Jesús, por tanto, se muestra en estos pasajes como un ser humano, instruido en la Ley que siguiendo las pautas de los fariseos se esfuerza por captar para sí y transmitir a los demás el espíritu profundo de la Ley para cumplirla. Es la máxima expresión de obediencia de la criatura respecto al Creador.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.