Hoy escribe Fernando Bermejo
Recientemente, un amable lector preguntaba si yo había cambiado de opinión porque “en las páginas 132 y 133 de su artículo en JSNT acerca de si Jesús fue crucificado solo, parece dar credibilidad a la escena de las negaciones de Pedro en casa de Caifás”.
Ante todo tengo que decir, de manera genérica, que en ocasiones yo sí he cambiado de opinión. Los cambios de opinión fundados me parecen algo bastante sano, pues rectificar es de sabios. Sin embargo, en aquello a lo que –creo– se refiere el lector me parece no haber cambiado.
Lo cierto es que –como me ocurre a menudo– yo no tengo la menor idea acerca de si la escena de las negaciones de Pedro en casa de Caifás es histórica o no. Pero entonces, ¿por qué hablo de esto en mi artículo de JSNT?
La cuestión que abordo en esa sección a la que el lector se refiere es el extendido presupuesto según el cual Jesús fue el único miembro de su grupo en ser crucificado, y ello porque las autoridades no habrían estado interesadas en arrestar a los discípulos. Mi argumento es que, a pesar de que lo ocurrido ha sido convenientemente editado por la tradición y/o los evangelistas, sí hay algunos rastros de que las autoridades estuvieron interesadas en ocuparse no solo de Jesús.
El primer indicio es un pasaje del Cuarto Evangelio (Jn 18, 19), según el cual el sumo sacerdote pregunta a Jesús “acerca de sus discípulos y de su doctrina”. Esta mención traiciona un claro interés por las figuras de los seguidores de Jesús que no casa bien con la imagen extendida según la cual el único foco de interés de esas autoridades fue Jesús.
Un segundo indicio es que, según los evangelios, en el momento del arresto los discípulos huyeron. Independientemente de ante quiénes huyeron, lo que esto evidencia es que temían algo. Y teniendo en cuenta que, según todas las apariencias, estos señores armados con espadas no eran hermanitas de la caridad y no eran tampoco precisamente prorromanos, lo que parece es que lo que temían era algún castigo ejemplar –algo como la crucifixión de su maestro, sin ir más lejos.
Un tercer indicio –que en mi artículo consta solo como una nota- es la noticia de Mc 14, 51ss –muy oscura, como casi todo lo que los evangelios tienen que decir sobre los últimos días de Jesús– relativa a un joven seguidor de Jesús al que se detiene (por cierto, esta noticia contradice lo que el evangelista afirma en 14, 50, relativa a una huida universal); el verbo empleado es el mismo que el utilizado pocos versículos antes para describir el arresto de Jesús.
En el último lugar de mi argumentación en esta sección menciono en las pp. 132-133 el episodio de la negación de Pedro. Allí escribo:
Irrespective of whether this episode has a historical basis, it reveals a powerful motive for avoiding recognition as one of Jesus’ disciples. The simplest explanation of both the flight and the denial is that the disciples feared sharing the same fate as their master (Independientemente de si este episodio tiene una base histórica (o no), revela un poderoso motivo para evitar declararse discípulo de Jesús. La explicación más simple, tanto de la huida como de la negación, es que los discípulos temieron compartir el mismo destino que su maestro)
Esto muestra con claridad que yo no presupongo que el episodio es histórico –una vez más, no creo que nadie esté en condiciones de decantarse, con argumentos convincentes, por una de las alternativas–. Todo lo que digo es que, piénsese lo que se quiera de su historicidad, lo que el relato transmite es la aprensión de un discípulo a confesar su pertenencia al grupo de Jesús, y por tanto su miedo. Y esto resulta significativo, precisamente porque, una vez más, contradice la idea extendida según la cual las autoridades estaban interesadas únicamente en quitar de en medio a Jesús.
Lo anterior es solo uno de los argumentos que respaldan la idea de que, a diferencia de lo que casi todo el mundo –y desde luego la práctica totalidad de la exégesis confesional– afirma, lo que con mucho resulta históricamente más plausible es que los crucificados del Gólgota estaban ideológica y/u operativamente estrechamente relacionados entre sí, siendo probablemente los co-crucificados seguidores de Jesús.
Ahora bien, si lo que el amigo lector pretende es que la historicidad (repito: dudosa) del episodio que tiene lugar en el patio de la casa del sumo sacerdote mostraría la fiabilidad de los relatos evangélicos en relación a la iniciativa de las autoridades de Jerusalén en el arresto de Jesús –y que por tanto yo me contradigo al poner en cuestión la fiabilidad de las noticias sobre esa iniciativa–, tengo que decir que tampoco esto puede concederse. ¿Por qué? No solo porque tal historicidad no es demostrable, sino también porque, como ya argumentó el insigne exegeta protestante francés Maurice Goguel hace más de un siglo, en su artículo de 1910 “Juifs et romains dans l’histoire de la passion”, publicado en la Revue de l’histoire des religions, es perfectamente posible imaginar una participación judía en la historia de Jesús que se haya limitado –por ejemplo– pura y simplemente a una mera consulta preventiva por parte de Pilato a las autoridades con el objeto de asegurarse que en su iniciativa contra el grupo de Jesús no contaría con oposición, y que luego la noticia sobre la falta de oposición de las autoridades a esta acción haya sido magnificada y tergiversada en la tradición hasta convertirse en la historia que todos conocemos.
Volviendo al principio de este texto, quien esté interesado en una exposición sistemática y al menos parcialmente novedosa de los argumentos a favor de la hipótesis de la implicación de Jesús y su grupo en ideología y/o actividad antirromana, puede leer ahora mi artículo “Jesus and the Anti-Roman Resistance. A Reassessment of the Arguments”, Journal for the Study of the Historical Jesus 12 (2014), pp. 1-105, publicado ya hace algunas semanas. Por razones de copyright de la editorial no me es posible colgar, como era mi deseo, este largo trabajo en mi página de academia.edu, pero puede obtenerse en la página web de Brill:
http://booksandjournals.brillonline.com/content/journals/17455197/12/1-2
Feliz solsticio de invierno, feliz Navidad, feliz Año Nuevo.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Recientemente, un amable lector preguntaba si yo había cambiado de opinión porque “en las páginas 132 y 133 de su artículo en JSNT acerca de si Jesús fue crucificado solo, parece dar credibilidad a la escena de las negaciones de Pedro en casa de Caifás”.
Ante todo tengo que decir, de manera genérica, que en ocasiones yo sí he cambiado de opinión. Los cambios de opinión fundados me parecen algo bastante sano, pues rectificar es de sabios. Sin embargo, en aquello a lo que –creo– se refiere el lector me parece no haber cambiado.
Lo cierto es que –como me ocurre a menudo– yo no tengo la menor idea acerca de si la escena de las negaciones de Pedro en casa de Caifás es histórica o no. Pero entonces, ¿por qué hablo de esto en mi artículo de JSNT?
La cuestión que abordo en esa sección a la que el lector se refiere es el extendido presupuesto según el cual Jesús fue el único miembro de su grupo en ser crucificado, y ello porque las autoridades no habrían estado interesadas en arrestar a los discípulos. Mi argumento es que, a pesar de que lo ocurrido ha sido convenientemente editado por la tradición y/o los evangelistas, sí hay algunos rastros de que las autoridades estuvieron interesadas en ocuparse no solo de Jesús.
El primer indicio es un pasaje del Cuarto Evangelio (Jn 18, 19), según el cual el sumo sacerdote pregunta a Jesús “acerca de sus discípulos y de su doctrina”. Esta mención traiciona un claro interés por las figuras de los seguidores de Jesús que no casa bien con la imagen extendida según la cual el único foco de interés de esas autoridades fue Jesús.
Un segundo indicio es que, según los evangelios, en el momento del arresto los discípulos huyeron. Independientemente de ante quiénes huyeron, lo que esto evidencia es que temían algo. Y teniendo en cuenta que, según todas las apariencias, estos señores armados con espadas no eran hermanitas de la caridad y no eran tampoco precisamente prorromanos, lo que parece es que lo que temían era algún castigo ejemplar –algo como la crucifixión de su maestro, sin ir más lejos.
Un tercer indicio –que en mi artículo consta solo como una nota- es la noticia de Mc 14, 51ss –muy oscura, como casi todo lo que los evangelios tienen que decir sobre los últimos días de Jesús– relativa a un joven seguidor de Jesús al que se detiene (por cierto, esta noticia contradice lo que el evangelista afirma en 14, 50, relativa a una huida universal); el verbo empleado es el mismo que el utilizado pocos versículos antes para describir el arresto de Jesús.
En el último lugar de mi argumentación en esta sección menciono en las pp. 132-133 el episodio de la negación de Pedro. Allí escribo:
Irrespective of whether this episode has a historical basis, it reveals a powerful motive for avoiding recognition as one of Jesus’ disciples. The simplest explanation of both the flight and the denial is that the disciples feared sharing the same fate as their master (Independientemente de si este episodio tiene una base histórica (o no), revela un poderoso motivo para evitar declararse discípulo de Jesús. La explicación más simple, tanto de la huida como de la negación, es que los discípulos temieron compartir el mismo destino que su maestro)
Esto muestra con claridad que yo no presupongo que el episodio es histórico –una vez más, no creo que nadie esté en condiciones de decantarse, con argumentos convincentes, por una de las alternativas–. Todo lo que digo es que, piénsese lo que se quiera de su historicidad, lo que el relato transmite es la aprensión de un discípulo a confesar su pertenencia al grupo de Jesús, y por tanto su miedo. Y esto resulta significativo, precisamente porque, una vez más, contradice la idea extendida según la cual las autoridades estaban interesadas únicamente en quitar de en medio a Jesús.
Lo anterior es solo uno de los argumentos que respaldan la idea de que, a diferencia de lo que casi todo el mundo –y desde luego la práctica totalidad de la exégesis confesional– afirma, lo que con mucho resulta históricamente más plausible es que los crucificados del Gólgota estaban ideológica y/u operativamente estrechamente relacionados entre sí, siendo probablemente los co-crucificados seguidores de Jesús.
Ahora bien, si lo que el amigo lector pretende es que la historicidad (repito: dudosa) del episodio que tiene lugar en el patio de la casa del sumo sacerdote mostraría la fiabilidad de los relatos evangélicos en relación a la iniciativa de las autoridades de Jerusalén en el arresto de Jesús –y que por tanto yo me contradigo al poner en cuestión la fiabilidad de las noticias sobre esa iniciativa–, tengo que decir que tampoco esto puede concederse. ¿Por qué? No solo porque tal historicidad no es demostrable, sino también porque, como ya argumentó el insigne exegeta protestante francés Maurice Goguel hace más de un siglo, en su artículo de 1910 “Juifs et romains dans l’histoire de la passion”, publicado en la Revue de l’histoire des religions, es perfectamente posible imaginar una participación judía en la historia de Jesús que se haya limitado –por ejemplo– pura y simplemente a una mera consulta preventiva por parte de Pilato a las autoridades con el objeto de asegurarse que en su iniciativa contra el grupo de Jesús no contaría con oposición, y que luego la noticia sobre la falta de oposición de las autoridades a esta acción haya sido magnificada y tergiversada en la tradición hasta convertirse en la historia que todos conocemos.
Volviendo al principio de este texto, quien esté interesado en una exposición sistemática y al menos parcialmente novedosa de los argumentos a favor de la hipótesis de la implicación de Jesús y su grupo en ideología y/o actividad antirromana, puede leer ahora mi artículo “Jesus and the Anti-Roman Resistance. A Reassessment of the Arguments”, Journal for the Study of the Historical Jesus 12 (2014), pp. 1-105, publicado ya hace algunas semanas. Por razones de copyright de la editorial no me es posible colgar, como era mi deseo, este largo trabajo en mi página de academia.edu, pero puede obtenerse en la página web de Brill:
http://booksandjournals.brillonline.com/content/journals/17455197/12/1-2
Feliz solsticio de invierno, feliz Navidad, feliz Año Nuevo.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo