Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Historias Apostólicas. Santiago el de Alfeo
Pseudo Abdías VI,1-6
En el umbral del capítulo VI de las Historias Apostólicas del Pseudo Abdías, cuenta el autor detalles de la relación familiar de Santiago el de Alfeo. Según el Pseudo Abdías, Simón el Cananeo, Judas Tadeo y Santiago, llamado el hermano del Señor, eran hermanos carnales, oriundos de Caná de Galilea. Se ha pensado también que los tres podrían ser hijos de José, el esposo de la Virgen María, habidos de un matrimonio anterior. Pero sus padres según el Pseudo Abdías eran Alfeo y María, la hija de Cleofás.
Santiago era hijo de la misma madre, pero de distinto padre, a saber, del justo José, el esposo de la virgen María, madre de Dios. Era, pues, hermano del Señor según la carne. Su padre estaba desposado con María la que, según los textos, dio a luz virginalmente al Salvador, Por esta vinculación familiar, estos tres hermanos fueron muy queridos de Cristo que los llamó a la dignidad del apostolado.
Santiago, el más joven de estos tres, era querido especialmente por Cristo. Por su parte Santiago sentía tal afecto por el Maestro, que cuando éste fue crucificado, no quería probar alimento hasta que resucitara. Esta es la razón por la que el Jesús resucitado se apareció a María Magdalena, a Pedro y a Santiago. Cuenta el apócrifo que para que no tuviera que soportar un ayuno tan prolongado, Jesús preparó un panal de miel, al que invitó especialmente a Santiago para que comiera (c.1,4). Luego, después de la ascensión de Jesús al cielo, permaneció en Jerusalén predicando la palabra de Dios junto con Pedro y con Juan.
No habían pasado aún catorce años después de la pasión del Señor, cuando llegaron a Jerusalén Pablo, Bernabé y Tito con la intención expresa de visitar a Santiago, Pedro y Juan. Es la visita de la que habla Pablo en su carta a los gálatas (Gál 2,9), en la que se refiere a esos tres apóstoles como las “columnas” de la comunidad cristiana, y los nombra con el mismo orden que el apócrifo. En Jerusalén se reunieron los doce apóstoles por la fiesta de Pascua praesidente Iacobo (“bajo la presidencia de Santiago”).
Por aquellos días convocó Caifás a los apóstoles para que explicaran en qué razones se basaban para enseñar que Jesús era “el Dios eterno y el Mesías” (c. 2,2). Llegado el día señalado, los apóstoles comenzaron a adoctrinar a los sacerdotes sobre Cristo como único Dios. Defendieron ante los saduceos la resurrección de los muertos, discutida por esta facción hebrea. Frente a los samaritanos justificaron la consagración de Jerusalén como centro neurálgico de la presencia mesiánica del Cristo.
Se explayaron explicando a los fariseos la llegada con Jesús del reino de los cielos. En general, intentaban enseñar al pueblo todo que Jesús era el esperado Mesías eterno (c. 2,3). Señalaban como condicionantes para conseguir la salvación el bautismo para la remisión de los pecados y la participación en la eucaristía.
(Santiago, el Justo, obra del Greco)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Historias Apostólicas. Santiago el de Alfeo
Pseudo Abdías VI,1-6
En el umbral del capítulo VI de las Historias Apostólicas del Pseudo Abdías, cuenta el autor detalles de la relación familiar de Santiago el de Alfeo. Según el Pseudo Abdías, Simón el Cananeo, Judas Tadeo y Santiago, llamado el hermano del Señor, eran hermanos carnales, oriundos de Caná de Galilea. Se ha pensado también que los tres podrían ser hijos de José, el esposo de la Virgen María, habidos de un matrimonio anterior. Pero sus padres según el Pseudo Abdías eran Alfeo y María, la hija de Cleofás.
Santiago era hijo de la misma madre, pero de distinto padre, a saber, del justo José, el esposo de la virgen María, madre de Dios. Era, pues, hermano del Señor según la carne. Su padre estaba desposado con María la que, según los textos, dio a luz virginalmente al Salvador, Por esta vinculación familiar, estos tres hermanos fueron muy queridos de Cristo que los llamó a la dignidad del apostolado.
Santiago, el más joven de estos tres, era querido especialmente por Cristo. Por su parte Santiago sentía tal afecto por el Maestro, que cuando éste fue crucificado, no quería probar alimento hasta que resucitara. Esta es la razón por la que el Jesús resucitado se apareció a María Magdalena, a Pedro y a Santiago. Cuenta el apócrifo que para que no tuviera que soportar un ayuno tan prolongado, Jesús preparó un panal de miel, al que invitó especialmente a Santiago para que comiera (c.1,4). Luego, después de la ascensión de Jesús al cielo, permaneció en Jerusalén predicando la palabra de Dios junto con Pedro y con Juan.
No habían pasado aún catorce años después de la pasión del Señor, cuando llegaron a Jerusalén Pablo, Bernabé y Tito con la intención expresa de visitar a Santiago, Pedro y Juan. Es la visita de la que habla Pablo en su carta a los gálatas (Gál 2,9), en la que se refiere a esos tres apóstoles como las “columnas” de la comunidad cristiana, y los nombra con el mismo orden que el apócrifo. En Jerusalén se reunieron los doce apóstoles por la fiesta de Pascua praesidente Iacobo (“bajo la presidencia de Santiago”).
Por aquellos días convocó Caifás a los apóstoles para que explicaran en qué razones se basaban para enseñar que Jesús era “el Dios eterno y el Mesías” (c. 2,2). Llegado el día señalado, los apóstoles comenzaron a adoctrinar a los sacerdotes sobre Cristo como único Dios. Defendieron ante los saduceos la resurrección de los muertos, discutida por esta facción hebrea. Frente a los samaritanos justificaron la consagración de Jerusalén como centro neurálgico de la presencia mesiánica del Cristo.
Se explayaron explicando a los fariseos la llegada con Jesús del reino de los cielos. En general, intentaban enseñar al pueblo todo que Jesús era el esperado Mesías eterno (c. 2,3). Señalaban como condicionantes para conseguir la salvación el bautismo para la remisión de los pecados y la participación en la eucaristía.
(Santiago, el Justo, obra del Greco)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro