Notas

Reencarnación y cristianismo primitivo. Textos gnósticos de Nag-Hammadi (V). (674)

Redactado por Antonio Piñero el Viernes, 16 de Septiembre 2016 a las 08:23



Hoy escriben Mercedes López Salvá y Miguel Herrero

Los textos de Nag-Hammadi se hallaron en 1945 en una jarra sellada a once kilómetros de la ciudad de Luxor. La jarra contenía 13 cuadernos, escritos en copto con 46 tratados de diferente índole, realizados por autores que discrepaban en ciertos puntos con la doctrina eclesiástica que se estaba fraguando y que compartían ciertos rasgos comunes, como el deseo del conocimiento de Dios y de identificarse con él. Algunos de estos escritos coinciden con los que la ortodoxia había condenado como heréticos por participar de lo que llamamos “pensamiento gnóstico” .

Los documentos de Nag-Hammadi fueron traducidos por primera vez a una lengua moderna en 1977 . En español contamos con una traducción completa realizada por Piñero, Montserrat y García Bazán . Los gnósticos cristianos, que tuvieron probablemente su apogeo en el siglo II, no se doblegaron a la ortodoxia de la Iglesia emergente, sino que defendían el conocimiento del hombre interior para llegar al conocimiento del Ser divino. No eran, en consecuencia, partidarios de una autoridad eclesiástica que determinara cuáles debían ser las creencias de los cristianos.

Algunos escritos gnósticos apuntan a la creencia en la preexistencia y reencarnación del alma . Así, por ejemplo, en el Tratado de la Resurrección, también conocido como Carta a Regino, parece admitirse la preexistencia cuando dice:

No dudes, por tanto, en lo que atañe a la resurrección, Regino, hijo mío, pues si tú no existías en la carne, recibiste carne al entrar en este mundo .

El tratado titulado Exposición sobre el alma comienza así:

Los antiguos sabios dieron al alma nombre de mujer y es realmente una mujer por su naturaleza. El alma tiene su propia matriz: mientras estaba sola con el Padre era virgen y tenía figura andrógina, pero cuando se precipitó en un cuerpo y accedió a esta vida mundana, cayó en poder de muchos bandidos violentos, que se la fueron pasando del uno al otro (…) pero en cuanto se apartaba de aquellos adúlteros, corría de nuevo hacia otros (…). Finalmente, sin embargo, la abandonaban y se iban. Entonces ella pasaba a ser una viuda pobre y sola sin ayuda alguna .

Un poco más adelante dice en torno al alma y la resurrección:

Conviene, pues, que el alma se genere por sí misma y regrese a su forma anterior. Entonces el alma se vuelve a sí misma. Y recibe del Padre el don divino del rejuvenecimiento a fin de regresar al lugar donde se hallaba al principio. Ésta es la resurrección entre los muertos (…). Al rejuvenecerse ascenderá loando al Padre y al hermano por el que fue rescatada. Así el alma será rescatada por medio de la regeneración .

Para el autor de este texto el alma preexiste y su unión al cuerpo humano se ve como una prostitución, pero finalmente por un acto de voluntad el alma regresa al lugar de donde procedía regenerada y rejuvenecida. Termina el tratado con una cita de la Odisea alusiva al deseo de Ulises de retornar a su ciudad. Esta idea del continuo retorno de alguna manera se encuentra en la doctrina de la transmigración.

Del mismo tenor es el tratado Enseñanza autorizada o Discurso soberano , en el que también se encuentra la creencia en la preexistencia del alma, pues se dice que cuando es arrojada a algún cuerpo, el alma espiritual se convierte en alma material, esto es, se mezcla con las pasiones, los placeres, la concupiscencia, la envidia y los odios, hasta que “se percata de lo que de profundo hay en ella y se afana en acceder a la cámara nupcial, en cuya puerta aguarda, erguido, su pastor”. Según este Discurso, son unos seres intermedios los que se ocupan de confeccionar un cuerpo para el alma con el propósito de destruir el alma invisible. No hay en este relato transmigración propiamente dicha, pero si la transmigración tiene como objeto la purificación, ese objetivo se cumple también en la doctrina que exponen esos relatos. Pues en ellos el alma racional se esfuerza hasta llegar al conocimiento de lo inaccesible, lo que le abre el camino a una vida bienaventurada.

En el Apocalipsis de Pablo , cuyo original griego podría situarse en la segunda mitad del siglo II, el alma, cuando está siendo castigada en el umbral del cuarto cielo por haber transgredido la ley, protesta y dice: “Aporta testigos y que muestren en qué cuerpo cometí transgresión” . Después de haber oído a los testigos, el alma “bajó los ojos con tristeza, luego miró hacia arriba y se precipitó hacia abajo. El alma, precipitada hacia abajo, [accedió] a un cuerpo que había sido preparado [para ella]” . Todo apunta a que el autor de este Apocalipsis creía que las almas manchadas por el pecado, caían de nuevo en otro cuerpo y así sucesivamente hasta purificarse y poder ascender a través de los cielos.

Resumiendo, en algunos de los tratados de Nag-Hammadi se acepta la preexistencia del alma, como, por ejemplo, en la Carta a Regino, en la Exposición sobre el alma o en el Discurso soberano; en otros como en el Apocalipsis de Pablo se hace referencia al ingreso del alma en otro cuerpo para su purificación. En todos ellos hay rasgos que se compadecen con la concepción pitagórica de la transmigración.

Saludos cordiales de Mercedes López Salvá y Miguel Herrero
Y subsidiariamente de Antonio Piñero
Viernes, 16 de Septiembre 2016
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