Escribe Antonio Piñero
Pregunta:
Profesor, según Pablo en su epístola a los Filipenses (2,5-8) Jesús era Dios encarnado. Es posible que esa carta haya sido adulterada como se hizo con el Testimonio de Josefo?
Respuesta:
Su afirmación respecto a la comprensión del pensamiento de Pablo en esos versículos es demasiado tajante. No podemos afirmar que Pablo dijera eso porque no entendemos con seguridad qué es lo que quiso decir. Así que tampoco podemos afirmar que Filipenses esté adulterada. Y tampoco sabemos si Pablo tomó un himno cristiano previo y lo remodeló según su pensamiento o lo compuso él. Demasiadas preguntas sin respuestas seguras por parte de la interpretación a lo largo de los siglos. Y esto pasa muchas veces con las caras paulinas.
El pensamiento del himno parece corresponder al siguiente esquema: un ser superior, el Mesías, padece una notable humillación, sufre la muerte, pero luego –precisamente por esa humillación-- recibe su recompensa: es exaltado notablemente por la divinidad suprema (“conceder un nombre” significa otorgar a alguien un estado especial). Pablo sostiene que al igual que hizo con el Mesías, Dios hará con los elegidos. La renuncia a pretendidos o fundados derechos, la fraternidad a un mismo nivel de los que son o se creen superiores gracias a la imitación de Jesús, ha de formar uno de los rasgos sociales prioritarios que conforman la identidad de los seguidores del Mesías hasta que él venga, quienes han de poseer unos sentimientos como él.
Es discutidísimo entre los estudiosos cuál es la naturaleza del personaje que se humilla, y de ello depende si Pablo pensaba que el Mesías era una entidad divina preexistente –lo que más tarde quedaría formulado en el Prólogo del evangelio de Juan y alcanzaría su plenitud de definición en el Concilio de Calcedonia del 451--, o bien si, para el Apóstol, el Mesías era humano-divino ciertamente, pero no preexistente.
La primera interpretación, tradicional, argumenta que el Mesías, según el himno, es preexistente. Al existir desde siempre como Dios, tiene que descender del cielo. Se encarna entonces en un ser humano, es decir, adopta la forma de un esclavo y sufre obedientemente hasta la muerte en cruz. Por ello Dios lo exalta de nuevo hasta la plenitud de la divinidad, de modo que recibe la adoración del universo entero. Si el que se autohumilla es preexistente, el Apóstol presentaría a sus lectores un caso formidable y ejemplar de autohumillación.
En la segunda se acepta igualmente la intención didáctica de Pablo, pero se opina que para el ejemplo de autohumillación el Apóstol piensa en un mesías humano, no preexistente. Al ser el mesías, podría haber tenido en esta tierra una vida digna de un rey o de un héroe con mucho poder, pero se abajó a ser un hombre como los demás, o peor: fue como un esclavo y acabó en la cruz como tal.
El transfondo, de modo obscuro y casi implícito, al tratarse de una composición semipoética, de esta comparación sería doble. Por un lado, el relato de la creación según el Génesis en la que se dice que el hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios es semejante a éste (Gn 1,27: tendría la forma de Dios). El Mesías sería el paradigma del ser humano perfecto, y podría haber vivido una vida excelente. Por otro, la concepción de un mesías humano se apoyaría en el paradigma de la contraposición entre el primer Adán y Jesús como segundo Adán, que en principio son ambos humanos. Tal esquema se halla en textos como Rom 5,14-15, Pero reinó la muerte desde Adán… Pues si por el delito de uno (solo) murieron todos ¡cuánto más la gracia de Dios y el don (otorgado) por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos!, o 1 Cor 15,20.45: 20 Como, pues, en Adán mueren todos, así también en Cristo serán vivificados… 45 Y así está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. El himno sería una reflexión sobre la vida de Jesús, que no fue la existencia gloriosa, como mesías que era, de los señores, o héroes con grandes poderes, que eran aclamados como tales en los reinos de la época, sino que se abajó a una vida y muerte de esclavo. Pablo –sostienen algunos estudiosos-- estaría quizás contraponiendo las actitudes y la actuación política y humana de un gobernante malvado, Nerón en esa época, a la del Mesías que obró radicalmente al revés.
Esta segunda exégesis hace hincapié en la dificultad enorme de aceptar la preexistencia de un ser a quien Dios luego resucita (la exaltación a los cielos es también una forma antigua del judeocristianismo para expresar la resurrección) y sitúa en una posición privilegiada. Y es claro que en la segunda parte del himno se habla de una divinidad suprema y de una entidad inferior que es exaltada posteriormente al rango divino; de ningún modo se expresa la igualdad, por así decirlo, de sustancia divina propia de dos seres.
De cualquier modo, en las dos interpretaciones, el premio a la humillación es deslumbrante: o bien se recobra externamente el estatus divino que nunca se perdió, o bien la divinidad exalta al Mesías humano hasta un rango divino tras su resurrección: hay, pues, una apoteosis. Esta segunda interpretación es minoritaria y menos conocida, pero va ganando terreno.
Personalmente me inclino --tras muchas dudas y tras haber defendido desde hace tiempo la primera opción-- por esta segunda posibilidad, que veo en conjunto más congruente con el pensamiento global de un Pablo judío y practicante, aunque debe confesarse que el v. 6 es difícil. No es lo mismo en griego ser in eikôn, una “imagen” de Dios, que “existir en forma de” (griego en morphéi theoû hypárchein) de Dios, que apunta hacia la unidad de forma y sustancia. Estaríamos en uno de los casos difíciles de imprecisión retórica en los que Pablo, que está pensando siempre en el Cristo celestial, retroproyecta poéticamente al Jesús humano cualidades divinas, como en 1 Cor 10,4 y 15,45-49.
Sea cual fuere la interpretación que se adopte, la lección moral del himno es clara: los que viven en Cristo no deben aferrarse a su situación de privilegiados (por su llamada y su fe), sino ser humildes entre sí como esclavos de Dios, obedientes a Él hasta la muerte si es preciso, como Cristo. Recibirán luego una espléndida recompensa. La identidad cristiana hasta la parusía se forma por medio de la imitación de Mesías.
Pregunta:
.
Mi pregunta es concerniente a los calvinistas. Ellos dicen que en Efesios 1 y Romanos 8 la palabra que se utiliza para "predestinacion" es "proorizo" . Y aunque estoy de acuerdo con eso tengo mis dudas sobre si en realidad "proorizo" significa "predestinacion". ¿Cuál es en realidad el significado de la palabra en griego "proorizo". Estaré agradecido por su ayuda.
Respuesta:
Voy a dejar de lado Efesios 1,5.11, que es de un discípulo de Pablo, y que en general comenta y precisa Colosenses, y me concentraré en Romanos 8,29.30, que es genuinamente paulina. Mi traducción es. “Y a los que predestinó (griego proórisen) a ésos también los llamó; y a los que llamó los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó”. Hóros en griego significa “límite”, “término” (de ahí viene el vocablo “horizonte”= el límite o término de nuestra vista, que parece como una raya detrás de la cual no vemos más); y el preverbio pro- significa como el castellano pre- : lo anterior lo previo. Por tanto, “Dios puso límites previos a algo, en esta caso a una llamada, destinada a la justificación (= declaración de un hombre antes pecador como justo delante del triobunad divino), y los glorificó (= pasada la existencia terrena, vivirán una vida de gloria, participando de la gloria divina, en el paraíso).
Personalmente creo que Pablo defendía la predestinación divina. Pero a la vez (contradictoriamente desde nuestro punto de vista) defendía la libertad humana de rechazar la llamada = Flp 3,12-14, Pablo sostiene que la llamada de Dios incita a vivir y comportarse de tal modo (según la ley del Mesías) que se consuma la elección/llamada: “No que lo haya ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que sigo persiguiéndolo por si consigo alcanzarlo, en cuanto que yo mismo he sido alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa: olvidándome de lo que dejé atrás, me estiro y me lanzo hacia el objetivo, 14 y corro hacia el galardón de la llamada de Dios, desde lo alto en Cristo Jesús”.
Espero que dentro de poco, a lo largo del ms de mayo 2015, vea la luz mi “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, Edit. Trotta, Madrid, donde en una “Aclaración” trato el problema de la “llamada, elección y predestinación”.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Pregunta:
Profesor, según Pablo en su epístola a los Filipenses (2,5-8) Jesús era Dios encarnado. Es posible que esa carta haya sido adulterada como se hizo con el Testimonio de Josefo?
Respuesta:
Su afirmación respecto a la comprensión del pensamiento de Pablo en esos versículos es demasiado tajante. No podemos afirmar que Pablo dijera eso porque no entendemos con seguridad qué es lo que quiso decir. Así que tampoco podemos afirmar que Filipenses esté adulterada. Y tampoco sabemos si Pablo tomó un himno cristiano previo y lo remodeló según su pensamiento o lo compuso él. Demasiadas preguntas sin respuestas seguras por parte de la interpretación a lo largo de los siglos. Y esto pasa muchas veces con las caras paulinas.
El pensamiento del himno parece corresponder al siguiente esquema: un ser superior, el Mesías, padece una notable humillación, sufre la muerte, pero luego –precisamente por esa humillación-- recibe su recompensa: es exaltado notablemente por la divinidad suprema (“conceder un nombre” significa otorgar a alguien un estado especial). Pablo sostiene que al igual que hizo con el Mesías, Dios hará con los elegidos. La renuncia a pretendidos o fundados derechos, la fraternidad a un mismo nivel de los que son o se creen superiores gracias a la imitación de Jesús, ha de formar uno de los rasgos sociales prioritarios que conforman la identidad de los seguidores del Mesías hasta que él venga, quienes han de poseer unos sentimientos como él.
Es discutidísimo entre los estudiosos cuál es la naturaleza del personaje que se humilla, y de ello depende si Pablo pensaba que el Mesías era una entidad divina preexistente –lo que más tarde quedaría formulado en el Prólogo del evangelio de Juan y alcanzaría su plenitud de definición en el Concilio de Calcedonia del 451--, o bien si, para el Apóstol, el Mesías era humano-divino ciertamente, pero no preexistente.
La primera interpretación, tradicional, argumenta que el Mesías, según el himno, es preexistente. Al existir desde siempre como Dios, tiene que descender del cielo. Se encarna entonces en un ser humano, es decir, adopta la forma de un esclavo y sufre obedientemente hasta la muerte en cruz. Por ello Dios lo exalta de nuevo hasta la plenitud de la divinidad, de modo que recibe la adoración del universo entero. Si el que se autohumilla es preexistente, el Apóstol presentaría a sus lectores un caso formidable y ejemplar de autohumillación.
En la segunda se acepta igualmente la intención didáctica de Pablo, pero se opina que para el ejemplo de autohumillación el Apóstol piensa en un mesías humano, no preexistente. Al ser el mesías, podría haber tenido en esta tierra una vida digna de un rey o de un héroe con mucho poder, pero se abajó a ser un hombre como los demás, o peor: fue como un esclavo y acabó en la cruz como tal.
El transfondo, de modo obscuro y casi implícito, al tratarse de una composición semipoética, de esta comparación sería doble. Por un lado, el relato de la creación según el Génesis en la que se dice que el hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios es semejante a éste (Gn 1,27: tendría la forma de Dios). El Mesías sería el paradigma del ser humano perfecto, y podría haber vivido una vida excelente. Por otro, la concepción de un mesías humano se apoyaría en el paradigma de la contraposición entre el primer Adán y Jesús como segundo Adán, que en principio son ambos humanos. Tal esquema se halla en textos como Rom 5,14-15, Pero reinó la muerte desde Adán… Pues si por el delito de uno (solo) murieron todos ¡cuánto más la gracia de Dios y el don (otorgado) por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos!, o 1 Cor 15,20.45: 20 Como, pues, en Adán mueren todos, así también en Cristo serán vivificados… 45 Y así está escrito: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. El himno sería una reflexión sobre la vida de Jesús, que no fue la existencia gloriosa, como mesías que era, de los señores, o héroes con grandes poderes, que eran aclamados como tales en los reinos de la época, sino que se abajó a una vida y muerte de esclavo. Pablo –sostienen algunos estudiosos-- estaría quizás contraponiendo las actitudes y la actuación política y humana de un gobernante malvado, Nerón en esa época, a la del Mesías que obró radicalmente al revés.
Esta segunda exégesis hace hincapié en la dificultad enorme de aceptar la preexistencia de un ser a quien Dios luego resucita (la exaltación a los cielos es también una forma antigua del judeocristianismo para expresar la resurrección) y sitúa en una posición privilegiada. Y es claro que en la segunda parte del himno se habla de una divinidad suprema y de una entidad inferior que es exaltada posteriormente al rango divino; de ningún modo se expresa la igualdad, por así decirlo, de sustancia divina propia de dos seres.
De cualquier modo, en las dos interpretaciones, el premio a la humillación es deslumbrante: o bien se recobra externamente el estatus divino que nunca se perdió, o bien la divinidad exalta al Mesías humano hasta un rango divino tras su resurrección: hay, pues, una apoteosis. Esta segunda interpretación es minoritaria y menos conocida, pero va ganando terreno.
Personalmente me inclino --tras muchas dudas y tras haber defendido desde hace tiempo la primera opción-- por esta segunda posibilidad, que veo en conjunto más congruente con el pensamiento global de un Pablo judío y practicante, aunque debe confesarse que el v. 6 es difícil. No es lo mismo en griego ser in eikôn, una “imagen” de Dios, que “existir en forma de” (griego en morphéi theoû hypárchein) de Dios, que apunta hacia la unidad de forma y sustancia. Estaríamos en uno de los casos difíciles de imprecisión retórica en los que Pablo, que está pensando siempre en el Cristo celestial, retroproyecta poéticamente al Jesús humano cualidades divinas, como en 1 Cor 10,4 y 15,45-49.
Sea cual fuere la interpretación que se adopte, la lección moral del himno es clara: los que viven en Cristo no deben aferrarse a su situación de privilegiados (por su llamada y su fe), sino ser humildes entre sí como esclavos de Dios, obedientes a Él hasta la muerte si es preciso, como Cristo. Recibirán luego una espléndida recompensa. La identidad cristiana hasta la parusía se forma por medio de la imitación de Mesías.
Pregunta:
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Mi pregunta es concerniente a los calvinistas. Ellos dicen que en Efesios 1 y Romanos 8 la palabra que se utiliza para "predestinacion" es "proorizo" . Y aunque estoy de acuerdo con eso tengo mis dudas sobre si en realidad "proorizo" significa "predestinacion". ¿Cuál es en realidad el significado de la palabra en griego "proorizo". Estaré agradecido por su ayuda.
Respuesta:
Voy a dejar de lado Efesios 1,5.11, que es de un discípulo de Pablo, y que en general comenta y precisa Colosenses, y me concentraré en Romanos 8,29.30, que es genuinamente paulina. Mi traducción es. “Y a los que predestinó (griego proórisen) a ésos también los llamó; y a los que llamó los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó”. Hóros en griego significa “límite”, “término” (de ahí viene el vocablo “horizonte”= el límite o término de nuestra vista, que parece como una raya detrás de la cual no vemos más); y el preverbio pro- significa como el castellano pre- : lo anterior lo previo. Por tanto, “Dios puso límites previos a algo, en esta caso a una llamada, destinada a la justificación (= declaración de un hombre antes pecador como justo delante del triobunad divino), y los glorificó (= pasada la existencia terrena, vivirán una vida de gloria, participando de la gloria divina, en el paraíso).
Personalmente creo que Pablo defendía la predestinación divina. Pero a la vez (contradictoriamente desde nuestro punto de vista) defendía la libertad humana de rechazar la llamada = Flp 3,12-14, Pablo sostiene que la llamada de Dios incita a vivir y comportarse de tal modo (según la ley del Mesías) que se consuma la elección/llamada: “No que lo haya ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que sigo persiguiéndolo por si consigo alcanzarlo, en cuanto que yo mismo he sido alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa: olvidándome de lo que dejé atrás, me estiro y me lanzo hacia el objetivo, 14 y corro hacia el galardón de la llamada de Dios, desde lo alto en Cristo Jesús”.
Espero que dentro de poco, a lo largo del ms de mayo 2015, vea la luz mi “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, Edit. Trotta, Madrid, donde en una “Aclaración” trato el problema de la “llamada, elección y predestinación”.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com