Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Documentos apócrifos sobre el apóstol Pablo
Los Hechos Apócrifos de Pablo (HchPl) tienen una particularidad que no tienen los demás. Tratan de un personaje y de unos acontecimientos que tienen su desarrollo narrativo en los libros canónicos. Los Hechos de los Apóstoles de Lucas no responden a su título con el contenido. Como ya hemos dicho en otros contextos, el libro canónico de los Hechos, continuación del tercero de los evangelios canónicos tiene dos partes perfectamente diferenciadas. La primera, que va desde el capítulo primero al duodécimo, trata en principio de los Hechos de los Apóstoles, pero en realidad el foco de su interés es casi en exclusiva el apóstol Simón Pedro. La segunda parte (cc. 13-28) está dedicada a la persona y al ministerio de Pablo y sus viajes apostólicos.
El contenido de los HchPl coincide en cierto modo con la segunda parte de los Hechos canónicos. La forma literaria es similar a la de Lucas, predicación del mensaje cristiano en un ministerio itinerante. Damasco, Jerusalén, Antioquía, Iconio, Mira, Tiro, Sidón, Éfeso, Filipos, Corinto son otros tantos lugares visitados y evangelizados por Pablo, que por diversos avatares acabó dando en Roma el supremo testimonio de su martirio. Es lógico esperar que exista cierto paralelismo entre los Hechos canónicos y los HchPl. Sin embargo, ni el planteamiento ni el trato del protagonista y su ministerio guardan excesivas semejanzas, si no es en las líneas generales que hemos mencionado. Un dato importante que distingue a ambos Hechos es el martirio del protagonista, ausente en los Hechos canónicos y esencial en muchos de los Apócrifos.
El ambiente reflejado en los HchPl es muy distinto de los intereses que movían a Lucas. Ya ha desaparecido el debate del cristianismo naciente sobre los judaizantes. Se perciben, en cambio, ecos de mentalidades muy extendidas en su época, como era la del gnosticismo. El dato de que Tertuliano se refiera desde África a los HchPl en su obra De baptismo, compuesta hacia el año 200, hace pensar en un origen muy antiguo de estos Hechos. Siendo así que los HchPl fueron escritos por un presbítero de Asia Menor, se supone que debió de pasar un plazo de tiempo necesario para que la obra censurada por Tertuliano fuera conocida suficientemente en África.
Dada la trascendencia del apóstol de los gentiles, no es extraño que su persona y su misión fueran objeto de una atención especial. Sin embargo, como ha sucedido en el caso de otros Hechos Apócrifos, los de Pablo se han conservado en diversos documentos paleográficos, en los que no siempre es fácil distinguir los elementos añadidos de la obra original.
Hasta finales del siglo XIX se conservaban tres grandes bloques, considerados como partes de los originales Hechos apócrifos de Pablo: los Hechos de Pablo y Tecla, la correspondencia entre Pablo y los corintios y el Martirio. Necesidades litúrgicas o intereses especiales de iglesias locales eran razones suficientes para la conservación de fragmentos de las tradiciones apostólicas. Por esa razón, se han conservado los martirios de manera más fiel y habitual.
1. El primero de los grandes fragmentos conservados de los HchPl son los Hechos de Pablo y Tecla. Como es fácil deducir de su título, los protagonistas son Pablo y Tecla. En algunos aspectos, el protagonismo de Tecla está por encima del de Pablo. Pero la verdad es que la figura de Pablo está siempre en el foco del interés del autor de los Hechos. Tecla sufre dos condenas, una provocada por no querer contraer matrimonio con su prometido Támiris, hombre importante de la ciudad de Iconio. Tecla acabó condenada a la hoguera, de la que se salvó milagrosamente. Una nueva condena de Tecla, ahora a luchar con las fieras, tuvo lugar en Antioquía y fue causada por su rechazo a otro pretendiente. La santa murió en Seleucia después de realizar muchos milagros y dar testimonio de su invencible castidad.
2. El segundo fragmento está formado por la Correspondencia entre Pablo y los corintios, etiquetada por los especialistas como la epístola tercera de Pablo a los corintios (3 Cor). El fragmento tuvo una existencia independiente, como demuestran los distintos testigos de su transmisión. Era ya conocida en oriente porque estaba incluida en el canon de la Biblia armenia. En su contexto fue conocido y apreciado el comentario de San Efrén, que la trataba como perteneciente a la Sagrada Escritura al mismo nivel que el Corpus Paulino canónico. Es muy probable que existiera ya antes de la composición de los HchPl, a los que se incorporó en el lugar que ahora ocupa. Existen cinco manuscritos latinos de la 3 Cor, que van del siglo X al XIII. Desde hace pocos años, disponemos del texto griego del fragmento tras la publicación del Papiro Bodmer X, del siglo III, que seguimos en nuestra edición de los HchAp publicados por la BAC. Puede verse concretamente nuestra edición de A. Piñero y G. del Cerro, vol. II pp. 804-814.
3. El Martirio de Pablo se ha conservado en su original texto griego en dos manuscritos, que están en la base del texto de Lipsius. Son los manuscritos P (Patmos 48, del siglo IX) y en A (Vatopedi, Atos, 79, del siglo X/XI). Los textos de ambos manuscritos pueden completarse con los textos de los papiros de Hamburgo (PH) y de Heidelberg (PHeid). El detalle suele aducirse como argumento que garantiza la pertenencia del fragmento a los HchPl. El texto del martirio de Pablo refiere numerosos detalles de un supuesto encuentro de Pablo con Nerón. Éste habría sido el emperador que ordenó en definitiva decapitar al apóstol.
Pero los hallazgos de dos papiros famosos han dejado fuera de toda duda la pertenencia de estos tres grandes fragmentos a los primitivos y originales Hechos apócrifos de Pablo. Puede verse la Introducción del volumen II de nuestra edición de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, pp. 688s.
Uno de esos papiros es el denominado Papiro de Heidelberg (PHeid), en copto, descubierto por C. Schmidt y publicado en 1904 (Acta Pauli aus der Heidelberger koptischen Papyrushandschrift Nr. 1, Leipzig 1904, reimpr. Hildescheim 1963). A pesar del estado fragmentario del papiro, pueden descubrirse en él pasajes de todo el apócrifo, como los relacionados con la estancia de Pablo en Damasco, Jerusalén, Antioquía, Mira, Tiro y Sidón. El itinerario de Pablo según el relato de los Hechos de Pablo y Tecla (HchPlTe) termina con la estancia del apóstol en Mira, donde se inicia su actividad según el PHeid. Este papiro ayuda igualmente a situar el contexto de la correspondencia entre Pablo y los corintios.
El segundo de los papiros aludidos es el Papiro de Hamburgo (PH), griego de los alrededores del año 300, abarca una gran parte de la estancia de Pablo en Éfeso (PH 1-5) con la fábula del león bautizado (C. Schmidt & Schubart, Práxeis Paúlou, Acta Pauli nach dem Papyrus der Hamburger Staats- und Universitäts-Bibliotek, Glückstadt-Hamburgo, 1936). La p. 6 del papiro empieza con la llegada de Pablo a Corinto. La p. 7, muy mutilada, puede ser completada con el PHeid 52. En cuanto al viaje del apóstol desde Corinto a Italia, está narrado con minuciosos detalles en PH 7-8. Las páginas 9-11 del papiro coinciden ya con el texto del Martirio. No cabe, por lo tanto, la menor duda de que tanto estos papiros como los tres grandes fragmentos conservados como independientes son partes integrantes de los originales HchPl.
Otro papiro copto, de menores dimensiones, publicado y traducido por R. Kasser ofrece el principio de la estancia de Pablo en Éfeso con el relato del bautismo del león en boca del mismo apóstol (“Acta Pauli 1959”, RHPhR 40, 1960, 45-57.) Las últimas palabras del fragmento coinciden literalmente con las primeras del PH: “Procónsul, haz lo que quieras”.
(Foto de la vía Egnatia en el ágora de Filipos)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Documentos apócrifos sobre el apóstol Pablo
Los Hechos Apócrifos de Pablo (HchPl) tienen una particularidad que no tienen los demás. Tratan de un personaje y de unos acontecimientos que tienen su desarrollo narrativo en los libros canónicos. Los Hechos de los Apóstoles de Lucas no responden a su título con el contenido. Como ya hemos dicho en otros contextos, el libro canónico de los Hechos, continuación del tercero de los evangelios canónicos tiene dos partes perfectamente diferenciadas. La primera, que va desde el capítulo primero al duodécimo, trata en principio de los Hechos de los Apóstoles, pero en realidad el foco de su interés es casi en exclusiva el apóstol Simón Pedro. La segunda parte (cc. 13-28) está dedicada a la persona y al ministerio de Pablo y sus viajes apostólicos.
El contenido de los HchPl coincide en cierto modo con la segunda parte de los Hechos canónicos. La forma literaria es similar a la de Lucas, predicación del mensaje cristiano en un ministerio itinerante. Damasco, Jerusalén, Antioquía, Iconio, Mira, Tiro, Sidón, Éfeso, Filipos, Corinto son otros tantos lugares visitados y evangelizados por Pablo, que por diversos avatares acabó dando en Roma el supremo testimonio de su martirio. Es lógico esperar que exista cierto paralelismo entre los Hechos canónicos y los HchPl. Sin embargo, ni el planteamiento ni el trato del protagonista y su ministerio guardan excesivas semejanzas, si no es en las líneas generales que hemos mencionado. Un dato importante que distingue a ambos Hechos es el martirio del protagonista, ausente en los Hechos canónicos y esencial en muchos de los Apócrifos.
El ambiente reflejado en los HchPl es muy distinto de los intereses que movían a Lucas. Ya ha desaparecido el debate del cristianismo naciente sobre los judaizantes. Se perciben, en cambio, ecos de mentalidades muy extendidas en su época, como era la del gnosticismo. El dato de que Tertuliano se refiera desde África a los HchPl en su obra De baptismo, compuesta hacia el año 200, hace pensar en un origen muy antiguo de estos Hechos. Siendo así que los HchPl fueron escritos por un presbítero de Asia Menor, se supone que debió de pasar un plazo de tiempo necesario para que la obra censurada por Tertuliano fuera conocida suficientemente en África.
Dada la trascendencia del apóstol de los gentiles, no es extraño que su persona y su misión fueran objeto de una atención especial. Sin embargo, como ha sucedido en el caso de otros Hechos Apócrifos, los de Pablo se han conservado en diversos documentos paleográficos, en los que no siempre es fácil distinguir los elementos añadidos de la obra original.
Hasta finales del siglo XIX se conservaban tres grandes bloques, considerados como partes de los originales Hechos apócrifos de Pablo: los Hechos de Pablo y Tecla, la correspondencia entre Pablo y los corintios y el Martirio. Necesidades litúrgicas o intereses especiales de iglesias locales eran razones suficientes para la conservación de fragmentos de las tradiciones apostólicas. Por esa razón, se han conservado los martirios de manera más fiel y habitual.
1. El primero de los grandes fragmentos conservados de los HchPl son los Hechos de Pablo y Tecla. Como es fácil deducir de su título, los protagonistas son Pablo y Tecla. En algunos aspectos, el protagonismo de Tecla está por encima del de Pablo. Pero la verdad es que la figura de Pablo está siempre en el foco del interés del autor de los Hechos. Tecla sufre dos condenas, una provocada por no querer contraer matrimonio con su prometido Támiris, hombre importante de la ciudad de Iconio. Tecla acabó condenada a la hoguera, de la que se salvó milagrosamente. Una nueva condena de Tecla, ahora a luchar con las fieras, tuvo lugar en Antioquía y fue causada por su rechazo a otro pretendiente. La santa murió en Seleucia después de realizar muchos milagros y dar testimonio de su invencible castidad.
2. El segundo fragmento está formado por la Correspondencia entre Pablo y los corintios, etiquetada por los especialistas como la epístola tercera de Pablo a los corintios (3 Cor). El fragmento tuvo una existencia independiente, como demuestran los distintos testigos de su transmisión. Era ya conocida en oriente porque estaba incluida en el canon de la Biblia armenia. En su contexto fue conocido y apreciado el comentario de San Efrén, que la trataba como perteneciente a la Sagrada Escritura al mismo nivel que el Corpus Paulino canónico. Es muy probable que existiera ya antes de la composición de los HchPl, a los que se incorporó en el lugar que ahora ocupa. Existen cinco manuscritos latinos de la 3 Cor, que van del siglo X al XIII. Desde hace pocos años, disponemos del texto griego del fragmento tras la publicación del Papiro Bodmer X, del siglo III, que seguimos en nuestra edición de los HchAp publicados por la BAC. Puede verse concretamente nuestra edición de A. Piñero y G. del Cerro, vol. II pp. 804-814.
3. El Martirio de Pablo se ha conservado en su original texto griego en dos manuscritos, que están en la base del texto de Lipsius. Son los manuscritos P (Patmos 48, del siglo IX) y en A (Vatopedi, Atos, 79, del siglo X/XI). Los textos de ambos manuscritos pueden completarse con los textos de los papiros de Hamburgo (PH) y de Heidelberg (PHeid). El detalle suele aducirse como argumento que garantiza la pertenencia del fragmento a los HchPl. El texto del martirio de Pablo refiere numerosos detalles de un supuesto encuentro de Pablo con Nerón. Éste habría sido el emperador que ordenó en definitiva decapitar al apóstol.
Pero los hallazgos de dos papiros famosos han dejado fuera de toda duda la pertenencia de estos tres grandes fragmentos a los primitivos y originales Hechos apócrifos de Pablo. Puede verse la Introducción del volumen II de nuestra edición de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, pp. 688s.
Uno de esos papiros es el denominado Papiro de Heidelberg (PHeid), en copto, descubierto por C. Schmidt y publicado en 1904 (Acta Pauli aus der Heidelberger koptischen Papyrushandschrift Nr. 1, Leipzig 1904, reimpr. Hildescheim 1963). A pesar del estado fragmentario del papiro, pueden descubrirse en él pasajes de todo el apócrifo, como los relacionados con la estancia de Pablo en Damasco, Jerusalén, Antioquía, Mira, Tiro y Sidón. El itinerario de Pablo según el relato de los Hechos de Pablo y Tecla (HchPlTe) termina con la estancia del apóstol en Mira, donde se inicia su actividad según el PHeid. Este papiro ayuda igualmente a situar el contexto de la correspondencia entre Pablo y los corintios.
El segundo de los papiros aludidos es el Papiro de Hamburgo (PH), griego de los alrededores del año 300, abarca una gran parte de la estancia de Pablo en Éfeso (PH 1-5) con la fábula del león bautizado (C. Schmidt & Schubart, Práxeis Paúlou, Acta Pauli nach dem Papyrus der Hamburger Staats- und Universitäts-Bibliotek, Glückstadt-Hamburgo, 1936). La p. 6 del papiro empieza con la llegada de Pablo a Corinto. La p. 7, muy mutilada, puede ser completada con el PHeid 52. En cuanto al viaje del apóstol desde Corinto a Italia, está narrado con minuciosos detalles en PH 7-8. Las páginas 9-11 del papiro coinciden ya con el texto del Martirio. No cabe, por lo tanto, la menor duda de que tanto estos papiros como los tres grandes fragmentos conservados como independientes son partes integrantes de los originales HchPl.
Otro papiro copto, de menores dimensiones, publicado y traducido por R. Kasser ofrece el principio de la estancia de Pablo en Éfeso con el relato del bautismo del león en boca del mismo apóstol (“Acta Pauli 1959”, RHPhR 40, 1960, 45-57.) Las últimas palabras del fragmento coinciden literalmente con las primeras del PH: “Procónsul, haz lo que quieras”.
(Foto de la vía Egnatia en el ágora de Filipos)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro