Hoy escribe Antonio Piñero
Marvin Harris, unas páginas después de lo que comentamos en la última nota, escribe: “¿Por qué huyeron todos los discípulos y por qué Simón Pedro negó tres veces a Jesús antes de que amaneciera? Porque, como judíos que eran, compartían con Caifás (se refiere a la profecía de éste narrada en el Cuarto Evangelio, a propósito de los posibles desórdenes de orden público que podía provocar Jesús y que comprometían la seguridad ante los romano “«Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación»”: 11,49-50) la conciencia de estilo de vida de sus antepasados y entendían que el mesías tenía que ser un príncipe militar invencible y capaz de realizar prodigios” (p. 167).
Con otras palabras, la huida precipitada de todos y la negación de Pedro sólo tiene sentido si creen que al fracasar la empresa de la entrada en Jerusalén y la purificación del Templo Dios había dado el signo de que el mesianismo de Jesús no era tal. El mesías verdadero sería otro… y ¡ya aparecería!
Según Harris, esto lleva a una conclusión innegable: “La conciencia de estilo de vida compartida por Jesús y su círculo íntimo de discípulos no era la de un mesías pacífico. Aunque los Evangelio pretenden negar claramente la capacidad de Jesús de obrar actos políticos que tiene algo de violentos, conservan lo que parece ser una corriente subyacente de dichos y hechos de Jesús, contradictorios con esta idea, que vinculan a Juan Bautista y a Jesús con la tradición militar mesiánica […]
“La razón de este comportamiento radica en que en el tiempo en el que se compuso el primer evangelio (Marcos), los dichos y hechos no pacíficos que los testigos oculares y la fuentes apostólicas irrecusablemente habían atribuido a Jesús, eran muy conocidos por los fieles.
“Los escritores evangélicos cambiaron el desequilibrio de la conciencia del estilo de vida del culto de Jesús en el sentido de un mesías pacífico, pero no podían borrar del todo las huellas de continuidad con la tradición militar mesiánica” (p. 167).
Estoy de acuerdo con esta apreciación que ha sido utilizada por diversos investigadores que han llegado a la misma conclusión por vía de un análisis semejante de los textos evangélicos.
Que yo sepa ha sido en este país Puente Ojea el que más ha puesto de relieve este argumento. Él lo denomina “material furtivo” y lo emplea en una doble dirección:
Primero como prueba de la mera existencia de Jesús, ya que los evangelios tienen dos referentes: un Jesús real¡, deducible de los restos de historia real conservados en los Evangelios, y un “Cristo de la fe” o “Cristo celestial paulino”, que no tiene esas características históricas. Si Jesús no hubiese existido y fuese un puro mito literario, como argumentan los mitistas, no se hubiera dado este fenómeno. Tendríamos una “biografía de Jesús” lisa y llana, sin contradicciones. Por cierto, J. Mosterín dice de este argumento “que le pone los pelos de punta puesto que no es lógico”… (¿¿??)
Segundo: para indicar lo mismo que Harris, que el mesianismo del Nazareno, como le gusta denominarlo, no era pacífico y participaba de las características militares, políticas y sociales propias del pensamiento judío de la época de Jesús.
Yo estoy de acuerdo con los dos puntos de vista. E independientemente de Harris y de Puente Ojea había llegado hace tiempo a las mismas conclusiones.
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
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