Hoy escriben Mercedes López Salvá y Miguel Herrero
Contra Celso VII 32
No es cierto, como cree Celso, que nosotros hablamos de la resurrección por haber comprendido sesgadamente la reencarnación (metensomatósis), sino porque sabemos que el alma, que por su propia naturaleza es incorporal e invisible, necesita, cuando se encuentra en un lugar corporal cualquiera, un cuerpo de naturaleza apropiada a ese lugar. Lleva ese cuerpo después de haberse despojado de lo que antes era necesario pero superfluo en un segundo estado y después se reviste con lo que tenía antes porque necesitaba una vestimenta mejor para las regiones más puras, etéreas y celestes.
Contra Celso I 32
¿Era, en efecto, razonable que quien llevó a cabo tamaña hazaña en favor del género humano (...) no tuviera un nacimiento milagroso sino el más ilegítimo y vergonzoso de todos los nacimientos? Yo les pregunto a los griegos y en particular a Celso, que participe o no de sus ideas, en todo caso cita a Platón ¿acaso el que envía para abajo las almas a los cuerpos de los hombres iba a llevar al nacimiento más vergonzoso de todos, al no introducirlo mediante un matrimonio legítimo en la vida de los hombres, al que tantas cosas osó hacer, al que enseñó a tantos y que convirtió a tantos hombres desde la ciénaga de la maldad?
¿Acaso no es más razonable que cada alma introducida en un cuerpo por algunas misteriosas razones –y digo ahora esto de acuerdo con Pitágoras, Platón y Empédocles, a quienes Celso cita con frecuencia– lo sea de acuerdo con sus méritos y sus hábitos anteriores? Es lógico, pues, que esta alma, que al venir a la vida de los hombres ha sido más útil que la de muchos (...), necesite un cuerpo no sólo que sobresalga entre los cuerpos humanos sino el mejor de todos.
Saludos cordiales de Mercedes López Salvá y Miguel Herrero,
y subsidiariamente de Antonio Piñero
Contra Celso VII 32
No es cierto, como cree Celso, que nosotros hablamos de la resurrección por haber comprendido sesgadamente la reencarnación (metensomatósis), sino porque sabemos que el alma, que por su propia naturaleza es incorporal e invisible, necesita, cuando se encuentra en un lugar corporal cualquiera, un cuerpo de naturaleza apropiada a ese lugar. Lleva ese cuerpo después de haberse despojado de lo que antes era necesario pero superfluo en un segundo estado y después se reviste con lo que tenía antes porque necesitaba una vestimenta mejor para las regiones más puras, etéreas y celestes.
Contra Celso I 32
¿Era, en efecto, razonable que quien llevó a cabo tamaña hazaña en favor del género humano (...) no tuviera un nacimiento milagroso sino el más ilegítimo y vergonzoso de todos los nacimientos? Yo les pregunto a los griegos y en particular a Celso, que participe o no de sus ideas, en todo caso cita a Platón ¿acaso el que envía para abajo las almas a los cuerpos de los hombres iba a llevar al nacimiento más vergonzoso de todos, al no introducirlo mediante un matrimonio legítimo en la vida de los hombres, al que tantas cosas osó hacer, al que enseñó a tantos y que convirtió a tantos hombres desde la ciénaga de la maldad?
¿Acaso no es más razonable que cada alma introducida en un cuerpo por algunas misteriosas razones –y digo ahora esto de acuerdo con Pitágoras, Platón y Empédocles, a quienes Celso cita con frecuencia– lo sea de acuerdo con sus méritos y sus hábitos anteriores? Es lógico, pues, que esta alma, que al venir a la vida de los hombres ha sido más útil que la de muchos (...), necesite un cuerpo no sólo que sobresalga entre los cuerpos humanos sino el mejor de todos.
Saludos cordiales de Mercedes López Salvá y Miguel Herrero,
y subsidiariamente de Antonio Piñero