Hoy escribe Fernando Bermejo
Proseguimos hoy nuestra reseña de la obra de Franco Tommasi Non c’è Cristo che tenga. Silenzi, invenzioni e imbarazzi alle origini del cristianesimo: Qual è il Gesù storico più credibile?, Manni Editore, Lecce, 2014, una obra de un no especialista que pretende ofrecer una panorámica de las posiciones sobre la figura histórica de Jesús.
Como señalé el último día, Franco Tommasi intenta hacer justicia a las diversas posiciones globales sobre Jesús que examina, pero no evita tomar partido. En su análisis, dedica un capítulo al Jesús antirromano, y argumenta que, de todas las aproximaciones a la figura de Jesús, esta es la que tiene mayor visos de verosimilitud, tanto por los indicios que la sustentan cuanto pos su capacidad explicativa. Tommasi, que ha leído a Samuel G.F. Brandon (también la importante obra de Hyam Maccoby Revolution in Judaea) reivindica su obra en el capítulo 9 of NCCCT.
Tommasi desenmascara asimismo algunas de las falacias en que incurren una y otra vez quienes rechazan –siempre demasiado deprisa– esta posición. Por una parte, están obligados a reconocer el hecho de que los evangelios son fuentes sesgadas que releen la historia de Jesús a la luz de contextos e intereses posteriores –algo que suelen hacer con la boca pequeña –, pero entonces, a renglón seguido, declaran que no hay suficientes testimonios que respalden la visión de un Jesús antirromano, puesto que las fuentes no ofrecen una clara imagen de él como implicado en asuntos políticos. Ahora bien, si todo indica que la información ha sido convenientemente editada (por no decir manipulada) en la tradición o por los evangelistas, ¡es del todo falaz usar sin crítica la información resultante de una lectura superficial del estado actual de los evangelios como si ello fuera prueba de algo! El círculo vicioso prueba que el enfático rechazo de la hipótesis del Jesús antirromano traiciona prejuicios hondamente arraigados.
Tommasi no solo muestra el carácter insostenible de las visiones académicas predominantes, sino que también denuncia lúcidamente el mito secular acerca de Jesús, que presenta al galileo como un paradigma moral y espiritual. Muchos no creyentes y ateos se atienen a esta idea (“No me gusta la Iglesia, pero me gusta Jesús”), sin darse cuenta al parecer de que la visión de Jesús que han interiorizado es una visión idealizada –modelo de compasión, mansedumbre, paz, amor y apertura universalista– que no es algo independiente de la Iglesia, sino precisamente un resultado de la distorsión e inflación de su figura efectuada en los evangelios y en la tradición. Es la tradición cristiana la que ha construido a Jesús de modo tan cautivador, pero un análisis de las fuentes revela, sin embargo, toda una serie de rasgos que apenas casan con un modelo que pueda ser alegremente imitado por alguien que aspire a la excelencia cognoscitiva y ética.
En NCCCT, Tommasi tampoco deja de señalar explícitamente un hecho elemental, pero que es sin embargo silenciado (comprensiblemente) a menudo, a saber, que la aplastante mayoría de estudiosos del Jesús histórico tienen una adscripción confesional y no son en rigor historiadores (de las religiones) sino teólogos y biblistas, y que ello hace de toda posición que se remite al “consenso” en este campo algo francamente sospechoso, pues hace del campo algo fuertemente condicionado por constricciones ideológicas.
Tommasi es lo bastante lúcido como para reconocer que algunos estudiosos cristianos son ciertamente competentes e intelectualmente honrados, pero al mismo tiempo afirma –con razón – que para la inmensa mayoría de ellos sus creencias y compromisos religiosos ganan la partida a la necesaria independencia de juicio, de modo que sus enfoques están generalmente viciados por propósitos apologéticos.
Otro aspecto del libro es que ha sido escrito con una actitud desprejuiciada hacia el cristianismo. La distancia con la que el autor se expresa –lo que en italiano se conoce como “distacco”– no nace de hostilidad alguna, sino de una actitud libre de prejuicios confesionales o anti confesionales. El libro de Tommasi no está ciertamente escrito con unción ni con admiración hacia el personaje de Jesús o hacia el cristianismo, pero tampoco con hostilidad o desprecio. NCCCT es un libro escrito de manera respetuosa, pero utiliza con frecuencia una ironía y un sentido del humor que no ofenderán al creyente pero que harán sonreír al lector escéptico. Y esto es un verdadero logro, porque el buen humor y cierta ligereza no son muy frecuentes en los libros sobre Jesús.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Proseguimos hoy nuestra reseña de la obra de Franco Tommasi Non c’è Cristo che tenga. Silenzi, invenzioni e imbarazzi alle origini del cristianesimo: Qual è il Gesù storico più credibile?, Manni Editore, Lecce, 2014, una obra de un no especialista que pretende ofrecer una panorámica de las posiciones sobre la figura histórica de Jesús.
Como señalé el último día, Franco Tommasi intenta hacer justicia a las diversas posiciones globales sobre Jesús que examina, pero no evita tomar partido. En su análisis, dedica un capítulo al Jesús antirromano, y argumenta que, de todas las aproximaciones a la figura de Jesús, esta es la que tiene mayor visos de verosimilitud, tanto por los indicios que la sustentan cuanto pos su capacidad explicativa. Tommasi, que ha leído a Samuel G.F. Brandon (también la importante obra de Hyam Maccoby Revolution in Judaea) reivindica su obra en el capítulo 9 of NCCCT.
Tommasi desenmascara asimismo algunas de las falacias en que incurren una y otra vez quienes rechazan –siempre demasiado deprisa– esta posición. Por una parte, están obligados a reconocer el hecho de que los evangelios son fuentes sesgadas que releen la historia de Jesús a la luz de contextos e intereses posteriores –algo que suelen hacer con la boca pequeña –, pero entonces, a renglón seguido, declaran que no hay suficientes testimonios que respalden la visión de un Jesús antirromano, puesto que las fuentes no ofrecen una clara imagen de él como implicado en asuntos políticos. Ahora bien, si todo indica que la información ha sido convenientemente editada (por no decir manipulada) en la tradición o por los evangelistas, ¡es del todo falaz usar sin crítica la información resultante de una lectura superficial del estado actual de los evangelios como si ello fuera prueba de algo! El círculo vicioso prueba que el enfático rechazo de la hipótesis del Jesús antirromano traiciona prejuicios hondamente arraigados.
Tommasi no solo muestra el carácter insostenible de las visiones académicas predominantes, sino que también denuncia lúcidamente el mito secular acerca de Jesús, que presenta al galileo como un paradigma moral y espiritual. Muchos no creyentes y ateos se atienen a esta idea (“No me gusta la Iglesia, pero me gusta Jesús”), sin darse cuenta al parecer de que la visión de Jesús que han interiorizado es una visión idealizada –modelo de compasión, mansedumbre, paz, amor y apertura universalista– que no es algo independiente de la Iglesia, sino precisamente un resultado de la distorsión e inflación de su figura efectuada en los evangelios y en la tradición. Es la tradición cristiana la que ha construido a Jesús de modo tan cautivador, pero un análisis de las fuentes revela, sin embargo, toda una serie de rasgos que apenas casan con un modelo que pueda ser alegremente imitado por alguien que aspire a la excelencia cognoscitiva y ética.
En NCCCT, Tommasi tampoco deja de señalar explícitamente un hecho elemental, pero que es sin embargo silenciado (comprensiblemente) a menudo, a saber, que la aplastante mayoría de estudiosos del Jesús histórico tienen una adscripción confesional y no son en rigor historiadores (de las religiones) sino teólogos y biblistas, y que ello hace de toda posición que se remite al “consenso” en este campo algo francamente sospechoso, pues hace del campo algo fuertemente condicionado por constricciones ideológicas.
Tommasi es lo bastante lúcido como para reconocer que algunos estudiosos cristianos son ciertamente competentes e intelectualmente honrados, pero al mismo tiempo afirma –con razón – que para la inmensa mayoría de ellos sus creencias y compromisos religiosos ganan la partida a la necesaria independencia de juicio, de modo que sus enfoques están generalmente viciados por propósitos apologéticos.
Otro aspecto del libro es que ha sido escrito con una actitud desprejuiciada hacia el cristianismo. La distancia con la que el autor se expresa –lo que en italiano se conoce como “distacco”– no nace de hostilidad alguna, sino de una actitud libre de prejuicios confesionales o anti confesionales. El libro de Tommasi no está ciertamente escrito con unción ni con admiración hacia el personaje de Jesús o hacia el cristianismo, pero tampoco con hostilidad o desprecio. NCCCT es un libro escrito de manera respetuosa, pero utiliza con frecuencia una ironía y un sentido del humor que no ofenderán al creyente pero que harán sonreír al lector escéptico. Y esto es un verdadero logro, porque el buen humor y cierta ligereza no son muy frecuentes en los libros sobre Jesús.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo