Escribe Antonio Piñero
Después de mucho tiempo, desde el 9-07-2020, retomo hoy lo que dejé inconcluso acerca de mi (creo) minucioso comentario, crítico, a la posición de James D. G. Dunn en su obra de 2003, traducida al español en 2009, “Jesús recordado”, p. 134, publicado por Verbo Divino. Son muchas las páginas que dedica este ilustre investigador a los prenotandos (desde la p. 37 a la 174, ambas inclusive). Y muchas de sus afirmaciones son muy acertadas y valientes…, y otras son muy rechazables para un historiador, o aficionado a ello, que pretenda ser independiente.
Así que retomo mi crítica en la p. 134 del libro en cuestión, donde afirma Dunn la “necesidad de la investigación histórica”. Sus argumentos positivos son:
1. El cristianismo que deriva su nombre de Cristo es el “movimiento que ha ejercido más marcada y duradera influencia en las tradiciones intelectuales y artísticas, así como religiosas y éticas, de Europa.
2. El imperativo “conócete a ti mismo”, tan acorde con la insaciable curiosidad del hombre, implica una invitación a interesarse por Jesús incluso en la búsqueda por la propia identidad.
3. Donde hay interés histórico surge espontáneamente la pregunta “¿Cómo era Jesús?”
4. No se puede responder a estas preguntas con respuestas tendenciosas, con la afirmación de que nada sabemos porque los datos son fragmentarios y han sufrido alteraciones.
5. Está perfectamente justificado el interés por preguntarse “¿Hizo Jesús realmente eso?”, o bien: “¿Dijo Jesús realmente eso?”.
Argumentos a partir de la fe son:
6. La encarnación y lo ocurrido en Israel en los años veinte y treinta del siglo I constituye una realidad decisiva en la historia de la humanidad. Es una obligación interesarse por los los sucesos y palabras de aquellos días. La encarnación es –por definición– la acción de Dios de manifestarse en Jesús en determinado lugar y momento de la historia humana, lo cual hace inconmensurablemente relevantes ciertos sucesos ocurridos en los años 28-30 de nuestra era.
7. No es importante que nuestro conocimiento sea fragmentario e inseguro.
8. La fe no debe depender de argumentos académicos acerca de tal o cual versículo o pasaje.
9. La investigación histórica realizada con honradez puede obtener percepciones acerca de Jesús que informen y formen una fe honesta y autocrítica.
10. La investigación, en su búsqueda de la verdad y por errónea que sea su percepción de ella, puede estimular, fortalecer y equilibrar la fe.
11. Una fe que considere todo escrutinio crítico de sus raíces como contrario a ella no puede mantener la cabeza alta ni levantar la voz en un foro público.
Mi juicio acerca de estos argumentos –que puede parecer apodíctico o jactancioso, pero que no lo es ni lo pretendo, porque pienso dar razones de ello– es el siguiente:
1. Verdadero
2. Parcialmente erróneo en la interpretación del dicho
3. Verdadero
4. Hay que precisar qué es “tendencioso”
5. Verdadero
6. Los argumentos de fe son altamente dudosos en la investigación histórica. La encarnación, la concepción o idea de Dios y de su acción en la historia son altísimamente discutibles
7. Sí es importante
8. Erróneo
9. Parcialmente verdadero
10. No interesa al historiador
11. Verdadero
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Después de mucho tiempo, desde el 9-07-2020, retomo hoy lo que dejé inconcluso acerca de mi (creo) minucioso comentario, crítico, a la posición de James D. G. Dunn en su obra de 2003, traducida al español en 2009, “Jesús recordado”, p. 134, publicado por Verbo Divino. Son muchas las páginas que dedica este ilustre investigador a los prenotandos (desde la p. 37 a la 174, ambas inclusive). Y muchas de sus afirmaciones son muy acertadas y valientes…, y otras son muy rechazables para un historiador, o aficionado a ello, que pretenda ser independiente.
Así que retomo mi crítica en la p. 134 del libro en cuestión, donde afirma Dunn la “necesidad de la investigación histórica”. Sus argumentos positivos son:
1. El cristianismo que deriva su nombre de Cristo es el “movimiento que ha ejercido más marcada y duradera influencia en las tradiciones intelectuales y artísticas, así como religiosas y éticas, de Europa.
2. El imperativo “conócete a ti mismo”, tan acorde con la insaciable curiosidad del hombre, implica una invitación a interesarse por Jesús incluso en la búsqueda por la propia identidad.
3. Donde hay interés histórico surge espontáneamente la pregunta “¿Cómo era Jesús?”
4. No se puede responder a estas preguntas con respuestas tendenciosas, con la afirmación de que nada sabemos porque los datos son fragmentarios y han sufrido alteraciones.
5. Está perfectamente justificado el interés por preguntarse “¿Hizo Jesús realmente eso?”, o bien: “¿Dijo Jesús realmente eso?”.
Argumentos a partir de la fe son:
6. La encarnación y lo ocurrido en Israel en los años veinte y treinta del siglo I constituye una realidad decisiva en la historia de la humanidad. Es una obligación interesarse por los los sucesos y palabras de aquellos días. La encarnación es –por definición– la acción de Dios de manifestarse en Jesús en determinado lugar y momento de la historia humana, lo cual hace inconmensurablemente relevantes ciertos sucesos ocurridos en los años 28-30 de nuestra era.
7. No es importante que nuestro conocimiento sea fragmentario e inseguro.
8. La fe no debe depender de argumentos académicos acerca de tal o cual versículo o pasaje.
9. La investigación histórica realizada con honradez puede obtener percepciones acerca de Jesús que informen y formen una fe honesta y autocrítica.
10. La investigación, en su búsqueda de la verdad y por errónea que sea su percepción de ella, puede estimular, fortalecer y equilibrar la fe.
11. Una fe que considere todo escrutinio crítico de sus raíces como contrario a ella no puede mantener la cabeza alta ni levantar la voz en un foro público.
Mi juicio acerca de estos argumentos –que puede parecer apodíctico o jactancioso, pero que no lo es ni lo pretendo, porque pienso dar razones de ello– es el siguiente:
1. Verdadero
2. Parcialmente erróneo en la interpretación del dicho
3. Verdadero
4. Hay que precisar qué es “tendencioso”
5. Verdadero
6. Los argumentos de fe son altamente dudosos en la investigación histórica. La encarnación, la concepción o idea de Dios y de su acción en la historia son altísimamente discutibles
7. Sí es importante
8. Erróneo
9. Parcialmente verdadero
10. No interesa al historiador
11. Verdadero
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html