Hoy escribe Antonio Piñero.
Seguimos con el libro "La mujer en el cristianismo" de H. Küng.
Afirma el autor, y creo que tiene razón, que, porque Jesús llamaba a Dios “Padre” o Padre mío”, no por eso hay que acusarlo del deseo de resaltar el papel masculino de Dios. En Jesús, probablemente, Dios padre no significaba hacer diferencias sexistas en Dios mismo… entre otras cosas porque tal planteamiento sería anacrónico.
Por otro lado, es bien claro, que aunque el Antiguo Testamento puede resaltar en ciertos casos los aspectos afectivos de Dios para con el ser humano, que son a menudo más propios de las madres que de los padres, a Jesús ni siquiera se le ocurrió denominar a Dios “madre”. Aceptaba como los demás, el modelo patriarcal de la familia física o natural.
Alaba en exceso Küng a Elisabeth Schüssler-Fiorenza quien confirmó la “intuición” (ya que no está ciertamente claro en las fuentes del Nuevo Testamento) que en el movimiento judeocristiano (¿¿?? de Jesús: ya hemos criticado lo de cristiano)
"Existió una praxis de igualdad entre todos y de contar con todos, discípulos y discípulas”.
Vuelvo a manifestar mi asombro porque no veo claro en el movimiento de Jesús nada de eso. Pienso que esto del igualitarismo en el movimiento de Jesús es uno de los mitos fundacionales del cristianismo construido en el siglo XX con una exégesis (habría que denominarla "eiségesis") de muy buena voluntad, sin duda, pero sesgada en cuanto que no tiene en cuenta la realidad del siglo I en Israel.
Otra cosa es la denominada “familia Dei”… según Jesús (es decir, el grupo de discípulos que habían dejado todo por seguirlo y que sólo debían llamar “Padre” a Dios y a nadie más sobre la tierra (Mt 23,9). Quizás existió tal familia…, pero a veces me siento inclinado a pensar que forma parte del “mito fundacional igualitario” al que hace un momento he aludido.
Pero pienso que tiene razón Küng en afirmar que sobre el hecho de que en las “primeras comunidades judeocristianas las mujeres actuaran como predicadoras ambulantes carismáticas sólo cabe hacer suposiciones. Históricamente una respuesta positiva a esta cuestión (para mí sería hasta impensable incluso llegar a plantearla en el judeocristianismo) es “tan poco verificable como la tesis de que en la (primera) expansión del movimiento de Jesús entre los no judíos las mujeres fueran determinantes”. Opino que es éste un juicio acertado.
Por último, por hoy, me parece que vuelve a exagerar Küng cuando, al insistir machaconamente en el igualitarismo del movimiento de Jesús suscribe sin ningún 'pero' el siguiente párrafo de E. Schüssler-Fiorenza:
“Ninguna ni ninguno queda excluido; todas y todos son invitados. La parábola del gran banquete (Lc 14, 13-15) inculca a los oyentes la idea de que el reino de Dios abarca a todas y a todos. Y advierte de que quienes fueron invitados los primeros y no aceptaron la invitación quedan excluidos. No es la santidad de los elegidos, sino la salvación de todos la concepción central de Jesús. Por eso, las imágenes de sus parábolas las toma también del mundo de las mujeres, y sus curaciones y exorcismos recaen en mujeres. Su anuncio de la conversión escatológica –muchos serán últimos y muchos últimos serán primeros— se refiere también a las mujeres y a las estructuras patriarcales que soportan”.
Aparte de ese exageración innecesaria de “todas y todos”, que ignora los fundamentos de la lingüística y la teoría de las funciones del lenguaje, este párrafo me parece de lo más carente de sentido que se pueda leer al respecto: ¿acaso hay que alabar a Jesús de “feminista” (esto es lo que pretendía Schüssler-Fiorenza) porque no excluía de la salvación a las mujeres? ¡Hasta ahí podríamos llegar! ¿Excluyen los fanáticos entre los musulmanes (¡ellos mismos lamentan que los haya!) la salvación de las mujeres? ¿Son igualitarios esos fanáticos? ¿Condenan al infierno alas mujeres y afirman que para ellas no vale la salvación que Alá da a los fieles? Además: ¿es “igualitario” Jesús porque también sanó a las mujeres?
La exageración y el sesgo son evidentes. A la verdad, creo que es sacar las cosas de quicio y extraer forzadamente de los textos lo que no tienen. Gran parte del libro De Schüssler-Fiorenza es la causa de que se formara ese mito fundacional cristiano del siglo XX de que Jesús fue el primer feminista y sacó a a las mujeres de la indignidad de su situación social.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
b[www.antoniopinero.com ]