Hoy escribe Fernando Bermejo
Aunque, sin duda, los lectores estarán enterados de la noticia a la que hoy me referiré, conviene recordar que en los últimos meses una docena de monjes, monjas y laicos tibetanos se han prendido fuego como modo de protesta contra la represión del gobierno chino. Esta represión no se limita a la inexistencia de la libertad de expresión o de religión, sino que incluye detenciones multitudinarias, desapariciones forzosas, malos tratos y torturas, y posibles homicidios a manos de las fuerzas de seguridad chinas. Las escuelas de secundaria donde los alumnos expresaron su solidaridad con los monjes de algunos monasterios objeto de abusos fueron bloqueadas y allanadas por las fuerzas de seguridad, que quemaron libros. Los campos de “reeducación” (China tiene desde hace décadas los laogai, verdaderos campos de concentración que en los telediarios de Occidente apenas se mencionan) son otra alternativa.
En ocasiones, la inmolación sirve como manera extrema de atraer la atención de una opinión pública internacional cada vez más indiferente o complaciente con los interminables abusos de la tiranía del gobierno asiático. Uno de los perversos efectos colaterales de la crisis en Occidente es, en efecto, la sensible disminución del interés por la justicia. Economía obliga.
Con objeto de recordar a la opinión pública estos y otros muchos casos de abusos e injusticias, organizaciones como Amnistía Internacional están llevando a cabo varias campañas. Los lectores interesados pueden enterarse aquí de alguna de ellas.
http://info.es.amnesty.org/c/r?EMID=09A01JU44C5TU05HJ6D033AML01A8FD6K
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Aunque, sin duda, los lectores estarán enterados de la noticia a la que hoy me referiré, conviene recordar que en los últimos meses una docena de monjes, monjas y laicos tibetanos se han prendido fuego como modo de protesta contra la represión del gobierno chino. Esta represión no se limita a la inexistencia de la libertad de expresión o de religión, sino que incluye detenciones multitudinarias, desapariciones forzosas, malos tratos y torturas, y posibles homicidios a manos de las fuerzas de seguridad chinas. Las escuelas de secundaria donde los alumnos expresaron su solidaridad con los monjes de algunos monasterios objeto de abusos fueron bloqueadas y allanadas por las fuerzas de seguridad, que quemaron libros. Los campos de “reeducación” (China tiene desde hace décadas los laogai, verdaderos campos de concentración que en los telediarios de Occidente apenas se mencionan) son otra alternativa.
En ocasiones, la inmolación sirve como manera extrema de atraer la atención de una opinión pública internacional cada vez más indiferente o complaciente con los interminables abusos de la tiranía del gobierno asiático. Uno de los perversos efectos colaterales de la crisis en Occidente es, en efecto, la sensible disminución del interés por la justicia. Economía obliga.
Con objeto de recordar a la opinión pública estos y otros muchos casos de abusos e injusticias, organizaciones como Amnistía Internacional están llevando a cabo varias campañas. Los lectores interesados pueden enterarse aquí de alguna de ellas.
http://info.es.amnesty.org/c/r?EMID=09A01JU44C5TU05HJ6D033AML01A8FD6K
Saludos cordiales de Fernando Bermejo