Escribe Antonio Piñero
Seguimos con el tema del día pasado, el II Simposio sobre el tema del título.
La siguiente aportación, muy interesante fue la del Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza (si no me equivoco) José Antonio Ferrer Benimelli, jesuita, cuyo título era “La aportación de la masonería en la regeneración del hombre en la sociedad en la España de los siglos XVIII al XXI”, pero que en realidad se mantuvo más bien en la exposición y prueba documental del origen estrictamente cristiano de la masonería.
Me resultó apabullante la prueba documental ofrecida, pues desde el siglo IX, en York, Inglaterra, el Prof. Ferrer Benimeli se dedicó a mencionar una detrás de otra una catarata de documentos masónicos, las constituciones básicas de las diversas logias de las que quedan constancia escrita de sus textos fundacionales y de sus reglas. Y como diré al final, de nuevo, todas, absolutamente todas, hasta el siglo XX en la práctica, comienzan con una alabanza a la Trinidad, al Dios Padre, a Jesucristo, la Santa Virgen María, a los Cuatro Santos mártires coronados (de la época de la persecución de Diocleciano)… ¡Todas referencias cristianas, muchas de ellas católicas, absolutamente piadosas!
Así, y señalo las que más me impresionaron, fueron las de Bolonia de 1248; de 1458 de Amberes; 1459 Estrasburgo y Ratisbona; 1462 Torgan, en el norte de Alemania; 1462, en Brujas (donde empiezan a nombrarse las fiestas de los solsticios y su celebración masónica; el de invierno, con la misma imaginería que hoy: el triunfo de la luz y del sol invicto que es Jesucristo; 1658 de Scon, donde ya se menciona expresamente el respeto por el Templo de Salomón y sus símbolos; en 1696 de Estrasburgo donde se menciona por vez primera también el precepto de guardar silencio sobre las iniciaciones (al igual que en los cultos mistéricos de la antigua Grecia); 1721 de Bruselas;
Se detuvo Ferrer Benimeli en la más que importante Constitución de 1723 / 2ª edición de 1738 la más que famosa regla de J. Anderson y J. Th. Désaguliers, que es el acta de nacimiento de la francmasonería (probablemente no significa “franca”, étnico procedente de los francos, sino corrupción de alemán “freie”, libre). En esta constitución, fundamental como base de otras posteriores, se describe, en su primera parte una suerte de narración o relato mítico del surgimiento de la masonería, como agrupación que viene de antiguo de guildas libres (de constructores de catedrales, canteros, aparejadores y arquitectos en lenguaje moderno), que desean mantenerse unidos y ayudarse mutuamente. En la segunda parte se ofrecen listas de los derechos y deberes de los francmasones y se escribe sobre la falta de fundamentación filosófica del ateísmo; sobre la necesidad de una religión universal basada en la creencia en el Gran Arquitecto del Universo; sobre la fratría compuesta por los miembros de las diferentes logias, etc. y sobre las leyes generales por las que deben regirse los hermanos masones.
Ferrer Benimeli insistió, después de leer bastantes párrafos iniciales de diversas constituciones, en la exigencia de ser cristiano (y en países católicos, de ser de esta confesión) para poder ser miembro de la francmasonería. Insistió también en la libertad existente, incluso en las logias de Inglaterra, Escocia y norte de Alemania, para que no todos los miembros hubieran de profesar necesariamente el protestantismo; en el rechazo del deísmo panteísta, que se basa en la creencia de un Dios no personal; en la feroz crítica a los “estúpidos ateos” (sic! Hay una enorme discusión sobre el sentido de esta expresión) y a los “libertinos irreligiosos”; en el apoyo al cristianismo como la única religión verdadera, etc., de modo que los masones se presentaban a sí mismos como una suerte de orden, aunque no estrictamente religiosa, pero cuyos fundamentos eran indudablemente cristianos; y finalmente sobre la idea de que es la única religión aceptada por todos (en sus diversas versiones) en el mundo occidental que es, de momento, o único que interesaba a los masones.
En las preguntas volvió a salir el tema de si la masonería es o no es una religión. Quedó claro que no lo es. Ya antes se había preguntado si la iniciación masónica, y como base las iniciaciones cristianas del bautismo y de la eucaristía eran, históricamente hablando, una copia de los ritos de los cultos de misterios antiguos. En esa discusión intervine y expuse mi conocida tesis: aseguré que el primero que presenta esta suerte de “iniciaciones” cristianas es Pablo de Tarso. Pero que éste no copia de esos cultos mistéricos, de ningún modo, sino que opone esas “iniciaciones cristianas” (“vividas en Cristo/ en el Mesías”; no en el sentido de hoy) a las paganas como algo mucho mejor, más sencillo y más barato. Ofrece Pablo algo superior a las costosas y largas iniciaciones mistéricas. Como es natural, y de una crítica superficial viene el tema de la “copia”, emplea Pablo el lenguaje de sus adversarios para mejor exponer su doctrina y refutar la de sus adversarios.
Y como colofón, para remachar la idea, transcribo el inicio de la Constitución de Anderson-Désaguliers al que aludió Ferrer Benimeli
“Historia, Leyes, Deberes, Órdenes, Reglas y Usos de la justamente
honorable FRATERNIDAD de los aceptados FRANCMASONES compilada
de sus generales ARCHIVOS y fieles TRADICIONES de muchos siglos. Para
leerla en la admisión de un NUEVO HERMANO por el Venerable o un
Vigilante, o por algún otro Hermano a quien se le ordene leerla, como
sigue:
“Adán, nuestro primer Padre, creado a imagen de Dios, el Gran
Arquitecto del Universo, debió de tener escritas en su corazón las Ciencias
Liberales, particularmente la Geometría, porque aun después de la Caída,
hallamos los Principios de ella en el corazón de su prole, los cuales, en el
transcurso del tiempo, se expusieron en un conveniente Método de
Proposiciones, al observar las Leyes de la Proporción inducidas de la
Mecánica. Así como las Artes Mecánicas dieron ocasión a los entendidos
para metodizar los elementos de Geometría, así esta noble ciencia
metodizada es el fundamento de todas las artes (particularmente de la
Masonería y la Arquitectura) y la regla que las guía y realiza.
Indudablemente Adán enseñó Geometría a sus hijos y el uso de ella en
las varias Artes y Oficios convenientes al menos en aquellos primitivos
tiempos; porque vemos que CAÍN edificó una ciudad, a la que puso el
nombre de su hijo primogénito HENOCH. Llegó Caín a ser el Príncipe de la
mitad del género humano y sus descendientes imitaron su regio ejemplo,
fomentando la noble Ciencia y el útil Arte.
.
“No podemos suponer que SETH estuviese menos instruido, pues siendo
el Príncipe de la otra mitad del género humano, y el primer cultivador de la
Astronomía, tendría mucho cuidado de enseñar Geometría y Masonería a
sus hijos, quienes también gozaron de la enorme ventaja de que ADÁN
viviera entre ellos”.
En síntesis: creo que hay pocas dudas sobre el origen cristiano, y de acendrada piedad, de la masonería.
Saludos cordiales Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Seguimos con el tema del día pasado, el II Simposio sobre el tema del título.
La siguiente aportación, muy interesante fue la del Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza (si no me equivoco) José Antonio Ferrer Benimelli, jesuita, cuyo título era “La aportación de la masonería en la regeneración del hombre en la sociedad en la España de los siglos XVIII al XXI”, pero que en realidad se mantuvo más bien en la exposición y prueba documental del origen estrictamente cristiano de la masonería.
Me resultó apabullante la prueba documental ofrecida, pues desde el siglo IX, en York, Inglaterra, el Prof. Ferrer Benimeli se dedicó a mencionar una detrás de otra una catarata de documentos masónicos, las constituciones básicas de las diversas logias de las que quedan constancia escrita de sus textos fundacionales y de sus reglas. Y como diré al final, de nuevo, todas, absolutamente todas, hasta el siglo XX en la práctica, comienzan con una alabanza a la Trinidad, al Dios Padre, a Jesucristo, la Santa Virgen María, a los Cuatro Santos mártires coronados (de la época de la persecución de Diocleciano)… ¡Todas referencias cristianas, muchas de ellas católicas, absolutamente piadosas!
Así, y señalo las que más me impresionaron, fueron las de Bolonia de 1248; de 1458 de Amberes; 1459 Estrasburgo y Ratisbona; 1462 Torgan, en el norte de Alemania; 1462, en Brujas (donde empiezan a nombrarse las fiestas de los solsticios y su celebración masónica; el de invierno, con la misma imaginería que hoy: el triunfo de la luz y del sol invicto que es Jesucristo; 1658 de Scon, donde ya se menciona expresamente el respeto por el Templo de Salomón y sus símbolos; en 1696 de Estrasburgo donde se menciona por vez primera también el precepto de guardar silencio sobre las iniciaciones (al igual que en los cultos mistéricos de la antigua Grecia); 1721 de Bruselas;
Se detuvo Ferrer Benimeli en la más que importante Constitución de 1723 / 2ª edición de 1738 la más que famosa regla de J. Anderson y J. Th. Désaguliers, que es el acta de nacimiento de la francmasonería (probablemente no significa “franca”, étnico procedente de los francos, sino corrupción de alemán “freie”, libre). En esta constitución, fundamental como base de otras posteriores, se describe, en su primera parte una suerte de narración o relato mítico del surgimiento de la masonería, como agrupación que viene de antiguo de guildas libres (de constructores de catedrales, canteros, aparejadores y arquitectos en lenguaje moderno), que desean mantenerse unidos y ayudarse mutuamente. En la segunda parte se ofrecen listas de los derechos y deberes de los francmasones y se escribe sobre la falta de fundamentación filosófica del ateísmo; sobre la necesidad de una religión universal basada en la creencia en el Gran Arquitecto del Universo; sobre la fratría compuesta por los miembros de las diferentes logias, etc. y sobre las leyes generales por las que deben regirse los hermanos masones.
Ferrer Benimeli insistió, después de leer bastantes párrafos iniciales de diversas constituciones, en la exigencia de ser cristiano (y en países católicos, de ser de esta confesión) para poder ser miembro de la francmasonería. Insistió también en la libertad existente, incluso en las logias de Inglaterra, Escocia y norte de Alemania, para que no todos los miembros hubieran de profesar necesariamente el protestantismo; en el rechazo del deísmo panteísta, que se basa en la creencia de un Dios no personal; en la feroz crítica a los “estúpidos ateos” (sic! Hay una enorme discusión sobre el sentido de esta expresión) y a los “libertinos irreligiosos”; en el apoyo al cristianismo como la única religión verdadera, etc., de modo que los masones se presentaban a sí mismos como una suerte de orden, aunque no estrictamente religiosa, pero cuyos fundamentos eran indudablemente cristianos; y finalmente sobre la idea de que es la única religión aceptada por todos (en sus diversas versiones) en el mundo occidental que es, de momento, o único que interesaba a los masones.
En las preguntas volvió a salir el tema de si la masonería es o no es una religión. Quedó claro que no lo es. Ya antes se había preguntado si la iniciación masónica, y como base las iniciaciones cristianas del bautismo y de la eucaristía eran, históricamente hablando, una copia de los ritos de los cultos de misterios antiguos. En esa discusión intervine y expuse mi conocida tesis: aseguré que el primero que presenta esta suerte de “iniciaciones” cristianas es Pablo de Tarso. Pero que éste no copia de esos cultos mistéricos, de ningún modo, sino que opone esas “iniciaciones cristianas” (“vividas en Cristo/ en el Mesías”; no en el sentido de hoy) a las paganas como algo mucho mejor, más sencillo y más barato. Ofrece Pablo algo superior a las costosas y largas iniciaciones mistéricas. Como es natural, y de una crítica superficial viene el tema de la “copia”, emplea Pablo el lenguaje de sus adversarios para mejor exponer su doctrina y refutar la de sus adversarios.
Y como colofón, para remachar la idea, transcribo el inicio de la Constitución de Anderson-Désaguliers al que aludió Ferrer Benimeli
“Historia, Leyes, Deberes, Órdenes, Reglas y Usos de la justamente
honorable FRATERNIDAD de los aceptados FRANCMASONES compilada
de sus generales ARCHIVOS y fieles TRADICIONES de muchos siglos. Para
leerla en la admisión de un NUEVO HERMANO por el Venerable o un
Vigilante, o por algún otro Hermano a quien se le ordene leerla, como
sigue:
“Adán, nuestro primer Padre, creado a imagen de Dios, el Gran
Arquitecto del Universo, debió de tener escritas en su corazón las Ciencias
Liberales, particularmente la Geometría, porque aun después de la Caída,
hallamos los Principios de ella en el corazón de su prole, los cuales, en el
transcurso del tiempo, se expusieron en un conveniente Método de
Proposiciones, al observar las Leyes de la Proporción inducidas de la
Mecánica. Así como las Artes Mecánicas dieron ocasión a los entendidos
para metodizar los elementos de Geometría, así esta noble ciencia
metodizada es el fundamento de todas las artes (particularmente de la
Masonería y la Arquitectura) y la regla que las guía y realiza.
Indudablemente Adán enseñó Geometría a sus hijos y el uso de ella en
las varias Artes y Oficios convenientes al menos en aquellos primitivos
tiempos; porque vemos que CAÍN edificó una ciudad, a la que puso el
nombre de su hijo primogénito HENOCH. Llegó Caín a ser el Príncipe de la
mitad del género humano y sus descendientes imitaron su regio ejemplo,
fomentando la noble Ciencia y el útil Arte.
.
“No podemos suponer que SETH estuviese menos instruido, pues siendo
el Príncipe de la otra mitad del género humano, y el primer cultivador de la
Astronomía, tendría mucho cuidado de enseñar Geometría y Masonería a
sus hijos, quienes también gozaron de la enorme ventaja de que ADÁN
viviera entre ellos”.
En síntesis: creo que hay pocas dudas sobre el origen cristiano, y de acendrada piedad, de la masonería.
Saludos cordiales Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com