Hoy escribe Antonio Piñero
El segundo centro de gravedad (véase la nota 194-03) de los textos ‘mesiánicos’ del Antiguo Testamento se encuentra en los Salmos, puesto que en ellos aparece también, como en los libros históricos, la expresión “el ungido de Yahvé” con carácter claramente mesiánico: así los Salmos 2, 18, 28, 84, 89, 132 que lo aplican al rey.
Es en los salmos más antiguos, en todo el conjunto del Antiguo Testamento que contiene pasajes anteriores al exilio, donde se halla con más claridad el ritual monárquico judío, la ideología de la realeza. Ejemplos son:
• Salmo 2,1-9: “2:2 Se levantan los reyes de la tierra, y los príncipes consultan unidos contra Jehová y contra su ungido… Yahvé me ha dicho: Mi Hijo eres tú; yo te engendré hoy:8 Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con vara de hierro; como vaso de alfarero los desmenuzarás.”
• Salmos 3,18; 20; 35,1-6; 45; 72; 101; 110 (“Yahvé dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 2 Yahvé enviará desde Sión la vara de tu poder: Domina en medio de tus enemigos.”); 144. Atención al salmo 110 –tan importante mesiánicamente: ewn un principio el sujeto del salmo, el interlocutor originario, era un siervo del rey y luego, mediante el título del salmo, se adscribió al rey y a David en concreto como el rey esencial.
La esperanza de una restauración del reino de David tras su extinción recorre los salmos exílicos y postexílicos 89 y 132, que hacen suya la interpretación deuteronomística de la profecía de Natán de 2 Samuel 7 (No faltará nunca un rey de la semilla de David).
Los hermeneutas discuten si la complementación postexílica del Salmo 2,10ss (“ Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. 11 Servid a Yahvé con temor, y alegraos con temblor. 12 Besad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en Él confían”) se refiere al reino de Dios del final de los tiempos o a la sumisión al hijo de Dios, es decir el rey actual.
Es seguro de cualquier modo que en la época del judaísmo temprano (en torno a los siglos II y I a.C.) y en la del Nuevo Testamento David fue visto y considerado como profeta, y el salterio, con sus plegarias que tienen como centro el rey, contiene el anuncio de un mesías para el fin de los tiempos unido a la figura de David. A este David se le promete en el mundo del Nuevo Testamento que recibe los salmos como Escritura sagrada que tendrá un sucesor que será el Señor, el kýrios en greigo, como Yahvé (Mc 12,36s).
Finalizaremos en la nota siguiente con un esbozo de las líneas teológicas maestras del mesianismo del Antiguo Testamento según los autores del artículo “mesías” (en el Antiguo Testamento; otros apartados como el mesías en el judaísmo temprano podrá ser considerado como materia del Blog en otra ocasión) del Diccionario exegético de Herder, 2011, que estamos presentando.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
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