Notas

"Los primeros cristianos", de Klaus Berger (II) (198-02)

Redactado por Antonio Piñero el Jueves, 25 de Agosto 2011 a las 06:26

Hoy escribe Antonio Piñero


En la postal anterior señalamos, entre cosas buenas del libro de Klaus Berger que comentamos, “Los primeros cristianos” (Salterrae, Santander 2011), una línea de razonamiento del autor que nos parece discutible.

En la solapa (contracubierta) del libro se pone como ejemplo otro par de razonamientos de Klaus Berger, que paso a comentar. Si han sido elegidos para lugar tan destacado es porque los editores españoles consideran muy importante, o significativa, la aportación del autor a este respecto. Transcribo:

“Jesús fue… el que dio el disparo de salida, la matriz, el encendido de arranque, la misión…, todo eso. Pero esto no cerraba la cuestión. En realidad era entonces (tras la muerte del Nazareno) cuando echaba a andar la aventura. De una empresa local de pescadores y campesinos en el último rincón de la Antigüedad, surgió con la velocidad del viento una religión mundial. Hay aquí un buen tema. En este sentido, pensé, cualquier libro sobre Jesús debe tener su continuación natural en una exposición de la historia de los primeros cristianos… A mi entender los primeros cincuenta años que transcurrieron hasta la muerte de la primera generación después de Jesús constituyen una de las etapas más intensas no sólo de la historia de la Iglesia, sino de la historia universal”.

Sólo una observación por mi parte:

La expansión del cristianismo al principio, hasta su estabilización tras el edicto de Teodosio que prohibía los cultos paganos (380) fue del 20% por ciento por década (Rodney Stark, La expansión del cristianismo, Trotta, 2009), exactamente igual a la de los mormones, y algún que otro grupo religioso más, en el siglo XIX. Pero no debe subyacer la idea de un milagro divino en este crecimiento. La expansión del islam fue incomparablemente más rápida y partió de un mercader árabe iluminado y de un grupo de seguidores igualmente pequeño. Si se piensa subyacentemente en el milagro o en la fuerza del Espíritu, piénsese lo mismo de la teología de los mormones y la del islam.

Sigo transcribiendo. Explica el Editor: “Sobre la singular capacidad de ruptura de la joven iglesia en la también ve un segmento del judaísmo globalizado, afirma K. Berger:

"Los chrestiani eran una alternativa atractiva desde el punto de vista intelectual, ético y existencial. Tenían un solo Dios. Estaba demostrado que su Cristo había existido realmente y su doctrina contaba, por consiguiente, con una sólida base histórica”. En contraste con la sociedad marginadora de Roma, el cristianismo era igualitario y universal: pobres y ricos, hombres y mujeres, todos son bien recibidos; el nuevo camino está abierto a todas las clases sociales y a todos los pueblos. Contrariamente a los cultos sacrificiales formalistas y bajo muchos puntos de vista irracionales de la época, presentaba uin culto en cuyo centro se situaba el amor, que invitaba al banquete, ofrecía la participación en la divinidad y posibilitaba una auténtica identificación humana con un Dios hecho hombre”.

Mi comentario:

En este párrafo hay indudables medias verdades. No hay que pensar más que en los cultos de misterios (léase Apuleyo, El asno de oro, La metamorfosis) se ofrecía exactamente lo mismo, pero ciertamente con un gasto monetario muy elevado; la filosofía platónica y estoica ofrecía puntos de vista monoteístas, éticos, sociales e intelectuales en absoluto irracionales y en casi todos los puntos con una menor carga mítica que la del núcleo de la teología cristiana.

Por otro lado, no hay que dudar que el comportamiento social de los cristianos, y ciertos corolarios en torno a su monoteísmo eran mucho más atractivos que la religión oficial grecorromana, muy fría y en ocasiones inerte. Pero debe pensarse mucho más en las circunstancias de la época de expansión del cristianismo (véase José Montserrat Torrents, El Desafío cristiano. Las razones del perseguidor, Anaya&Mario Muchnik, Madrid 1992) y en todo lo que ofrecía el paganismo tardío en espiritualidad, ética, misticismo, filosofía y ciencia…, que quedó prácticamente destruido con el triunfo del cristianismo y que no se recuperó (sólo en parte) hasta el Renacimiento.

En los dos próximos días concluiré con un comentario en dos partes, que creo muy interesante, del propio Klaus Berger al final de su libro.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Jueves, 25 de Agosto 2011
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