Hoy escribe Antonio Piñero
Transcribo la opinión de J. Mosterín al respecto:
“En la época de la muerte de Jesús, Jerusalén era a la vez una ciudad judía y helenística. Más del 20 por ciento de los habitantes de Jerusalén tenían el griego como lengua materna. Entre los primeros cristianos había gentes de lengua aramea y lengua griega. Los dos grupos se reunían por separado y celebraban ceremonias religiosas en sus respectivas lenguas.
“Los judíos helenizados de la diáspora y los temerosos de Dios que giraban en torno a sus sinagogas entraron en contacto con los primeros cristianos durante sus peregrinaciones a Jerusalén, y por la predicación de Pablo y sus amigos. Mientras la comunidad jerosolimitana persistió (hasta la destrucción de la ciudad en 70), esta constituyó el centro neurálgico del cristianismo primitivo y frenó las tendencias paulinistas y helenizantes. Algunos de los judíos y temerosos que hablaban griego y peregrinaban a Jerusalén se quedaron allí y se convirtieron al cristianismo, constituyendo así una nueva fracción helenizante del cristianismo, junto a la hebrea jerosolimitana.
“En los Hechos, los ‘hebreos’ –los apóstoles y otros arameo parlantes de Judea, fieles a la ley de Moisés, aparecen contrapuestos a los ‘helenistas’-tanto los de dentro de Israel de cultura helenística, como los de fuera, más cosmopolitas y liberales-. El subgrupo ‘hebreo’ más influyente estaba formado por los Doce apóstoles y los miembros supervivientes de la familia de Jesús
“Las tensiones entre ambos grupos no tardaron en surgir. Aunque el libro llamado de los Hechos de los Apóstoles trata de limar y ocultar los enfrentamientos entre las diversas fracciones de cristianos, contiene testimonios residuales de esos primeros conflictos:
Por entonces, al crecer el número de discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea; decían que en el suministro diario descuidaban a sus viudas. Los apóstoles convocaron el pleno de los discípulos y les dijeron: “No está bien que nosotros desatendamos el mensaje de Dios por servir a la mesa. Por tanto, hermanos, escoged entre vosotros a siete hombres de buena fama, dotados de espíritu y habilidad, y los encargaremos de esa tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio del mensaje” (Hch 6,1-4).
“Aquí se alude a un temprano conflicto a causa de las viudas helenistas, que no recibían los alimentos que les correspondían. Por entonces, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea; decían que en el suministro diario descuidaban a sus viudas (Hch 6,1).
“En la Antigüedad la solución habitual para la subsistencia de las viudas era volver a casarse; pero los cristianos, obsesionados, por la castidad, preferían que no se casaran, sino que permaneciesen como viudas castas, alimentadas por la comunidad.
“Los Doce seguirían tutelando a los cristianos hebreos, mientras siete ‘hombres de buena fama’ se encargarían de los helenizantes. Estos últimos irritaban a las autoridades judías con sus ambigüedades, lo que acabó con una persecución contra ellos. El helenista Esteban (Stéphanos) fue el primer mártir entre los propagandistas del cristianismo. (Hch 6, 7 y 8) pues fue muerto a pedradas. (La lapidación era una de las formas judías - no romanas - de ejecución).
“La lapidación de Esteban se presenta como una repetición de la pasión de Cristo. Fue acusado de atacar a la Torá y al templo. Fue lapidado a muerte por fanáticos ortodoxos. Saulo (= Pablo), presente, aprobaba la ejecución: “Aquel día se desató una violenta persecución en Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria” (Hch 8,1)
“Aunque hubo persecución, a los ‘apóstoles’ nadie los tocó. Los cristianos “hebreos”, fieles a la Torá y al templo, permanecieron en Jerusalén, donde nada tenían que temer. Son los otros, los cristianos helenistas, los que debieron huir, primero a Judea y Samaria, luego a Antioquía.
“Estos cristianos helenistas, expulsados de Jerusalén, empezaron a misionar a los paganos relacionados con los judíos, los temerosos de Dios. Los helenistas expulsados se radicalizaron cada vez más contra los ‘hebreos’ y contra la sinagoga. El cisma incipiente no haría sino crecer. Saulo/Paulo de Tarso desempeñó un importante papel en este proceso.
Por el contrario, la comunidad cristiana hebrea de Palestina seguía gozando de paz:
«
Entre tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se iba construyendo, progresaba en la fidelidad al Señor y se multiplicaba, alentada por el Espíritu Santo (Hch 9, 31). »
“El judaísmo palestino aceptaba sin problemas la fracción hebrea de la secta judía cristiana, que practicaba la Ley y aceptaba el Templo, pero no toleraba las tendencias renovadoras helenizantes y centrífugas de los cristianos helenizantes y paulinistas. El enorme contrapeso de la comunidad jesusita original desapareció con la destrucción de esta en la guerra de 66-70. A partir de ese momento las tendencias paulinistas y helenizantes fueron ganando terreno hasta acabar desgajando al cristianismo de su tronco judaico.
Creo que aquí hay poco que comentar, pues la imagen de este “cristianismo” primitivo sigue pautas “tradicionales”, contestadas sólo por algunos, como dijimos anteriormente.
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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