Notas

¿Llamó Pablo "dios" al Mesías? Sobre Romanos 9, 5

Redactado por Antonio Piñero el Miércoles, 29 de Enero 2014 a las 01:49

Hoy escribe Fernando Bermejo

Al hilo de la presentación de un libro-homenaje a Jesús Peláez, en sus últimas postales Antonio Piñero ha comentado el artículo de W. Hendriks sobre algunos textos paulinos. Entre ellos está Rom 9, 5, con su conocida crux interpretum: ὁ Χριστὸς τὸ κατὰ σάρκα, ὁ ὢν ἐπὶ πάντων Θεὸς εὐλογητὸς εἰς τοῦς αἰῶνας, ἀμήν. Y presenta una serie de razones que justifican entender el pasaje “Dios bendito…” como NO referido al Mesías.

No habiendo tenido todavía ocasión de leer el artículo de Hendriks, ignoro si las varias razones ofrecidas agotan el conjunto argumentativo presentado por este autor. En todo caso, a los argumentos ya expuestos pueden añadirse las siguientes consideraciones.

El texto constituye el final, el colofón, de la enumeración de una serie de aspectos cruciales para la religión de Israel, una serie de bendiciones característicamente judías: ley, culto, alianzas, patriarcas... Pero, además, el Mesías es contado entre esos privilegios y bendiciones de Israel. Esta inclusión del Mesías en la serie de realidades precedentes queda muy clara en la triple repetición del ὧν (“de los cuales”) en el texto griego.

En este contexto (y aun dejando aparte el hecho de que, en efecto, en ningún otro texto llama Pablo “dios” a Jesús), se desvanece toda inteligibilidad de una categorización del Mesías en términos divinos, y a la vez cobra todo su sentido una doxología final –en una formulación típicamente judía (Baruch hu)– al Dios de Israel, quien es bendito en razón también de todas las bendiciones concedidas a su pueblo.

Otro argumento que merece la pena señalar es la caracterización final de "Dios bendito" como quien “es sobre todas las cosas” (ἐπὶ πἀντων). Porque –para Pablo como para cualquier monoteísta que se precie–, quien está sobre todas las cosas no es otro que el verdadero y único Dios. Este es el sentido de 1 Cor 15, 24-28, donde se afirma que Jesús, el Cristo y Señor reina, sí, y todas las cosas le son sometidas, sí, pero al fin él mismo se somete al Dios y Padre.

Esto es refrendado en el pasaje, con toda probabilidad deuteropaulino, de Ef 4, 5, en donde se habla de “un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todo(s)” (una vez más: ἐπὶ πἀντων). Este sintagma designa inequívocamente a Dios mismo.

En suma, tras enumerar (probablemente con profunda emoción) toda una serie de bendiciones de Israel, el judío Pablo prorrumpe en una doxología teológica, que alaba al Dios universal por sus designios. La propensión de muchos exegetas, teólogos y predicadores cristianos a creer que la exaltación de Jesús alcanzó enseguida, entre judíos jesuánicos, el nivel de la divinización justifica, lamentablemente, una lectura de Rom 9, 5 que ve en él lo que parece no haber (y lo mismo ocurre en otros pasajes como Flp 2).

Por supuesto, puede discutirse cuál es el significado y las implicaciones de la exaltación experimentada por la figura de Jesús en el judío Pablo –es decir, lo que esta exaltación da que pensar y que venerar al homo adorans–. Pero el hecho de que Jesús no sea denominado “dios” sino en escritos tardíos del Nuevo Testamento impone la necesidad de mucha cautela a la hora de proyectar en el pasado desarrollos posteriores. Distingue tempora et concordabis iura.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 29 de Enero 2014
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